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En 2017 fueron localizados 2.177 menores que llegaron solos por vía marítima, casi cuatro veces más que en 2016

Los más solos: La vida de los migrantes menores no acompañados en España

Para entender la realidad de estos menores migrantes que llegan solos es necesario ponerse en su lugar. Por eso Save the Children lanza la campaña 'Se buscan familias' que quieran recorrer junto a Omar, un chico senegalés que llegó a España solo, siendo menor de edad, la misma ruta que recorrió él para llegar hasta España. Cualquier familia con un adolescente de 14 a 17 años puede inscribirse a través de https://www.savethechildren.es/sebuscanfamilias.

Los flujos migratorios con destino a Europa han aumentado considerablemente en los últimos años y España es uno de los países donde más ha crecido el número de personas que llegan por la ruta marítima. España es el tercer país europeo que más llegadas de migrantes por mar ha registrado. El año pasado 28.349 migrantes llegaron a nuestras costas, tan solo 1.369 menos que a Grecia. El informe 'Los más solos' señala cómo un 14% de las personas que han llegado a España por tierra o por mar son niños y niñas. Solo en patera, durante 2017 llegaron a España 2.177 menores solos, casi cuatro veces más que en el año anterior. A pesar de la magnitud de las cifras, España sigue sin estar preparada para acoger a los niños y niñas que llegan solos y les condena a la invisibilidad y la exclusión.

Los niños migrantes que viajan solos hacia España lo hacen por varios motivos, entre los que están principalmente la violencia y la pobreza

El informe analiza con detalle las causas que empujan a los niños a dejar sus hogares, las distintas rutas por las que viajan hasta España y la situación que se vive en sus países de origen. Los niños migrantes que viajan solos hacia España lo hacen por varios motivos, entre los que están principalmente la violencia y la pobreza, pero todos con el mismo sueño de encontrar un lugar donde poder construir un futuro. Sin embargo, a los obstáculos que se encuentran durante el viaje se suman los impuestos por Europa, que ha priorizado la seguridad de las fronteras por encima de la de las personas, independientemente de que sean adultos o niños.

“Mi madre es pobre, no tiene nada. Hace una semana llegué a la frontera y llevo tres días intentando cruzar por Ceuta. Quiero vivir en España para construir un futuro y ayudar a mi madre. Aquí en Ceuta la situación es muy dura, nos pegan y nos destrozan los sitios donde dormimos. Pasamos tanto frío que no podemos dormir. Yo solo quiero aprender un oficio y trabajar en cualquier cosa, lo que sea”. Es el testimonio de Ahmed, un niño que con 12 años ha emprendido solo el viaje a España desde Tánger y ahora sobrevive en las calles de Ceuta.

En el último año, el número de menores migrantes que, como Ahmed, han llegado solos a España ha aumentado un 60,47% con respecto al anterior. Solo en 2017 se registraron 2.417, principalmente de nacionalidades marroquí y argelina. Pero en las cifras oficiales no se recogen todos los niños que llegan solos a España, muchas veces estos chicos esconden su condición de menor de edad para evitar ser tutelados en una comunidad en la que no desean quedarse, otras veces dicen ser mayores de edad para poder llegar a la península y acceder al mercado laboral y otras son los propios mecanismos obsoletos e ineficaces de identificación de la edad los que les declaran adultos cuando en realidad son menores.

Ahmed, de 12 años y solo en Ceuta: "Aquí la situación es muy dura, nos pegan y nos destrozan los sitios donde dormimos"

Las cifras tampoco recogen a los niños y niñas que abandonan las instituciones voluntariamente y dejan de vivir bajo la tutela pública. En 2016 abandonaron los servicios de protección y figuran “en fuga” 825 menores -770 niños y 55 niñas- de los que se ignora su paradero actual. Las causas varían según la nacionalidad o el sexo. El colectivo sirio generalmente tiene como destino algún país del norte de Europa, donde suelen esperarlos sus familiares, detrás de la desaparición de las niñas y jóvenes nigerianas suelen estar las redes de trata y para otros, en su mayoría marroquíes, la dura situación de los centros y su deseo de llegar a las comunidades donde saben que tendrán mejores oportunidades les empuja a fugarse y continuar su vida en la calle. Un ejemplo son los más del centenar de niños que viven en las calles de Ceuta y Melilla esperando la oportunidad de cruzar a la península arriesgando y muchas veces perdiendo sus vidas.

A pesar del aumento de las llegadas de menores que por su perfil pueden obtener protección internacional, las solicitudes de asilo de menores migrantes que llegan solos sigue siendo muy baja. Según el Ministerio del Interior, en los últimos cinco años han pedido asilo un centenar de niños y niñas, de los que solo lo han conseguido 31. Esto significa que dos de cada tres peticiones de asilo por parte de menores son rechazadas.

Sin documentación

La mayoría de los chicos con los que ha hablado Save the Children para la realización del informe han contado que llegan a España sin documentación que les identifique. Alegan que en su país nunca la tuvieron, pero detrás está el miedo a ser deportados “en caliente” -una práctica avalada por la reciente Ley de Seguridad Ciudadana-, porque si las autoridades conocen la procedencia pueden enviarles de vuelta. “Si llevas pasaporte de Senegal te devuelven del tirón. Cumpliendo la Ley, si eres menor no te devuelven, pero a veces ponen la Ley a un lado”, explica Walid, un joven que llegó en patera a Canarias. “Si te pillan dentro del puerto te mandan otra vez a Marruecos, tanto si eres menor como si no, les da igual”, cuenta Imad, otro joven que actualmente vive en Bilbao.

A pesar de que la Ley de Extranjería prohíbe expresamente que se detenga a ningún menor de edad por su condición de migrante o por su entrada irregular, los chicos entrevistados confirman que este supuesto tampoco se respeta. “Cuando llegamos la policía nos cogió para hacer la entrevista, para hacernos fotos y luego para llevarnos al hospital. Cuando salimos pasamos tres días en comisaría, en prisión. Solo comía galletas, tres días son muchos sin comida”, explica otro de los chicos.

Según recuerda Save the Children, España ha sido señalada por Naciones Unidas, por varios organismos de defensa de los Derechos Humanos e incluso por el Defensor del Pueblo por las prácticas invasivas y poco fiables de determinación de la edad de los menores migrantes que llegan solos. Estas pruebas médicas deberían ser el último recurso cuando sea imposible determinar la edad e ir acompañadas de exámenes psicológicos, sin embargo, España sigue haciendo caso omiso a las recomendaciones y realizando estas pruebas, incluso cuando el niño o niña tiene documentación que acredita su minoría de edad. Cuando esto ocurre, el menor queda en un limbo jurídico que le impide disfrutar de sus derechos como adulto y de la protección que merece como menor de edad.

Aunque logren ver su minoría de edad reconocida, el camino de estos niños tampoco es fácil. Su integración, las condiciones de vida y el nivel de protección que tengan dependerá de la comunidad autónoma que les tutele. En Ceuta y Melilla no existen centros de larga estancia y los menores permanecen largas temporadas, algunos varios meses y otros varios años, en centros preparados para pasar unas semanas, hacinados y a veces casi sin poder salir a la calle. Los chicos denuncian la falta de personal y la mala organización como origen de los conflictos. “Dentro del centro había mucho conflicto, había gente que consumía drogas y yo, desde mi punto de vista, creo que debería haber más trabajadores y en vez de estar todos los niños juntos que los repartan. Hay discriminación entre los marroquís y los subsaharianos y eso lo tienen que tener en cuenta”, relata otro de los chicos entrevistados.

En la península, en ciudades como Madrid o Barcelona, también hay menores migrantes no acompañados que deciden escapar de los centros y quedarse en la calle para escapar de las condiciones en las que viven y de los malos tratos que a veces denuncian por parte del personal de los centros. Muchos emprenden el viaje hacia otros países del norte de Europa y desaparecen entre las grietas del sistema.

Sin políticas educativas y de empleo, el futuro de estos niños queda condenado a la precariedad y la exclusión social y el día que cumplen los 18 años se quedan desprotegidos, sin prácticamente ningún tipo de apoyo de la Administración, que ha sido su tutor hasta entonces. “A nadie se le ocurriría dejar abandonado a su suerte a su hijo el día de su 18 cumpleaños, los Estados tampoco deberían hacerlo. Los esfuerzos orientados a la inclusión del menor en la sociedad no sirven de nada sin medidas orientadas a su integración como adulto”, explica Andrés Conde, director general de Save the Children.

A partir de entonces los chicos quedan a la espera de que se les renueve la autorización de residencia o se regularice su situación, pero el descontrol que existe en estos procesos hace que su futuro quede en manos, muchas veces, de asociaciones que les ayudan.

Save the Children considera que "los menores migrantes que llegan solos son uno de los colectivos más vulnerables e invisibilizados en España. El Estado y las comunidades autónomas, como responsables. de estos menores, debe tomar las medidas necesarias para protegerlos y darles el futuro que vienen buscando". Para ello, la ONG considera urgentes, entre otras medidas, reformar la Ley de Seguridad Ciudadana para prohibir la práctica de las “devoluciones en caliente” introducida en 2015, tal y como ha solicitado a España el Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas, o reformar el registro de menores extranjeros no acompañados que incluya a todos los que llegan a España, independientemente de las dudas sobre su edad.

Para conseguir el apoyo de los ciudadanos en su demanda, Save the Children ha abierto una petición de firmas en https://www.savethechildren.es/actua/firma-por-un-sistema-de-acogida-familiar.