Según Naciones Unidas

Desarrollo sostenible: asignatura pendiente en los bancos centrales de todo el mundo

Únicamente el 12% de los bancos centrales de todo el mundo incluye entre sus objetivos el desarrollo sostenible. A pesar de ello, existe un creciente interés en la compra de activos ‘verdes’ en estas instituciones.

Escultura del euro frente a la sede del Banco Central Europeo

19 Abr 2021 | Nat Carrasco | Soziable.es

Son algunas de las conclusiones que presenta el artículo ‘Should central banks play a greater role in driving sustainable development’, elaborado recientemente por Naciones Unidas a partir de los datos recopilados de una muestra de 135 entidades de este tipo.

De todos ellos, poco más de uno de cada diez tiene mandatos que incluyen explícitamente el desarrollo sostenible como una de sus metas estratégicas y en torno al 40% desempeña un papel destacado en el apoyo a las políticas de desarrollo de sus gobiernos.

Sin embargo, un número creciente de bancos centrales está reconociendo la urgencia de responder a los desafíos no financieros. Es el caso de la región de Asia y Pacífico, donde un 94% de las instituciones encuestadas cree que deberían tener un papel más relevante en las finanzas verdes.

La publicación también revela que este tipo de instituciones tiene la capacidad de contribuir a una recuperación de la crisis económica y social derivada de la COVID-19 más sólida e inclusiva a través de premisas de desarrollo sostenible en la toma de decisiones monetarias y financieras.

Según Naciones Unidas, con la irrupción de la actual crisis, los bancos centrales ocuparon un lugar en primera línea de defensa para los países de todo el mundo. En este sentido, el artículo reconoce que estos desplegaron políticas cuyo fin era evitar una crisis de liquidez y que avalaron los flujos de crédito en una época muy comprometida. Todo ello provocó que estas instituciones impulsaran políticas de relajación cuantitativa.

En esta línea, el texto recuerda cómo el propio Banco Central Europeo (BCE) lanzó un programa de compra de bonos de emergencia, pero sin olvidar flexibilizar los estándares de garantía ni ampliar la gama de activos elegibles.

Economías más débiles

La más que probable debilidad de las economías tras la crisis del coronavirus es otro de los puntos sobre el que incide el texto. A este respecto, sostiene, que estas serán vulnerables en lo estructural y que contarán con un espacio más limitado para trazar sus medidas fiscales.

Sin embargo, subraya la capacidad de los bancos centrales para dar respuesta de forma rápida e, incluso, agresiva a estas adversidades y confirma que esta se complementará con relevantes contribuciones fiscales y con dosis de liquidez que ayudarán a paliar los efectos negativos de la crisis.

Pero Naciones Unidas también pone el foco sobre otras debilidades y consecuencias derivadas del nuevo panorama financiero mundial, en el que la incertidumbre y la vulnerabilidad están más presentes que nunca.

Claro ejemplo de ello es la pérdida masiva de puestos de trabajo, circunstancia que ha llevado a la pobreza a países en los que no existe una estructura social adecuada. Además, a ello se le une que los empleos menos cualificados y con salarios más bajos podrían provocar un sistema laboral debilitado caracterizado por una desigualdad en la percepción de ingresos.

Por otro lado, a medida que los gobiernos tratan de paliar los efectos a corto o medio plazo, explica el artículo, los esfuerzos centrados en las economías verdes y en la lucha contra el cambio climático podrían quedar relegadas a un segundo plano. En este sentido, precisamente, pone de relieve la necesidad de frenar la precaria situación que viven las economías más vulnerables.

Y, en la misma línea, advierte que algunos gobiernos contarán con serias dificultades para financiar proyectos clave en materia sostenible en asuntos como, por ejemplo, la salud, la educación o la transición energética.

Reporting no financiero

El artículo también menciona un conjunto de recomendaciones para facilitar la gestión de los riesgos climáticos por parte del sector financiero recogidas en un estudio publicado en 2019 por la Network for Greening the Financial System. A raíz de este, precisamente, Naciones Unidas insta a los bancos centrales a que hagan obligatoria la presentación de informes de sostenibilidad por parte de las instituciones financieras.

Por otro lado, la publicación señala que se ha producido un notable aumento de la disponibilidad de financiación para el desarrollo. En concreto, sostiene que muchos bancos centrales han lanzado programas de préstamos para que, en respuesta al impacto de la pandemia, se regularicen fondos hacia la pequeña y mediana empresa.

Favorecer el suministro continuo de estos recursos financieros permitirá, según el texto, garantizar una recuperación más sostenible e inclusiva. Para ello, alude a una mayor expansión de los mandatos de los bancos centrales, algo que, aunque persigue un mayor desarrollo sostenible de las entidades financieras, podría afectar a su eficacia para lograr sus objetivos principales de estabilidad financiera y de precios.

Asimismo, sugiere que, en un desafiante escenario post COVID-19, la forma de operar de los bancos centrales deberá modificarse. Y, en este sentido, ofrece varias posibles soluciones, como mantener la credibilidad mediante debates de rendición de cuentas, mejorar la transparencia y establecer una comunicación clara y coherente para ayudar al público a comprender mejor la motivación detrás de las nuevas acciones políticas.

Activos sostenibles

Finalmente, en relación al creciente interés de los bancos centrales por los activos que promueven la actividad sostenible, el texto recuerda que, en 2019, el Banco de Pagos Internacionales (BPI) lanzó un fondo de bonos verdes destinado a ayudar a estas instituciones a incorporar objetivos de sostenibilidad ambiental en sus marcos de gestión de reservas.

También hace hincapié en el papel de las políticas prudenciales y la regulación financiera. En este caso, anima a los bancos centrales a ponerlas en práctica para orientar los recursos financieros hacia políticas más fructíferas y comprometidas con la sostenibilidad.

Y, además, incide en que son necesarias medidas destinadas a frenar la inversión especulativa en ámbitos concretos tales como los mercados de valores y de propiedad.

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