El estudio pone de manifiesto que la inversión de impacto ha experimentado un crecimiento importante en España, siendo cada vez más las empresas o inversores que toman decisiones pensando en el trinomio riesgo-rentabilidad-impacto.
En concreto, la inversión de impacto directa se elevó en 2023 hasta los 1.517 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 26% respecto al año anterior. Esta cifra se corresponde con la actividad de 45 actores realizando inversión de impacto directa a través de 64 vehículos de impacto. El detalle de las cifras muestra que el principal crecimiento del sector, igual que el año pasado, viene del segmento de los fondos de capital privado, cuyos activos bajo gestión aumentaron un 32% gracias a nuevas gestoras y a nuevos fondos de las gestoras ya existentes.
Por su parte, la financiación bancaria de impacto, con ocho carteras de préstamos de entidades de banca ética, social o cooperativa, alcanzó los 1.740 millones de euros, una cifra prácticamente idéntica al año anterior. Además, si a estas cifras les sumamos la inversión de impacto indirecta (84 millones de euros) que se ha identificado en esta edición del estudio, el total de la oferta de capital de impacto en España alcanza los 3.341 millones de euros.
“Todo indica que, igual que ha sucedido en los países de nuestro entorno, en los próximos años el sector público jugará un papel cada vez más relevante para el desarrollo de la Inversión de Impacto en España y fuera de nuestras fronteras. Por ello, me gustaría destacar dos iniciativas pioneras, por parte de COFIDES, el lanzamiento del Fondo de Impacto Social, dotado con 400 millones de euros de los fondos NextGeneration Europe; y por parte del ICO, a través de la gestora AXIS, con su línea de 100 millones de euros que también tendrá un gran potencial transformador para los fondos de capital privado de impacto”, afirmó José Luis Ruiz de Munain, director general de SpainNAB.
Impact washing
El estudio proporciona información sobre los principales obstáculos para que el sector experimente un mayor crecimiento. Por un lado, el riesgo de greenwashing o impact washing, tanto en inversión como en financiación.
“Somos conscientes de que a medida que crece la inversión de impacto y su número de actores, se vuelve crucial contar con un mecanismo que distinga a la Inversión de Impacto de otras estrategias de inversión sostenible y que evite prácticas de ‘Impact Washing’”, señaló Ruiz de Munain. Por ese motivo, y con el objetivo de promover la integridad del sector, SpainNAB ha publicado el primer Código de Buenas Prácticas para la Inversión de Impacto en España, una publicación consensuada con los principales actores del sector. “Debido a la ambigüedad de conceptos como el ‘impacto’, todavía hay un cierto debate respecto a qué actividades se deben clasificar como inversión o financiación bancaria de impacto”, concluyó.
Además, la falta de conocimiento de los propietarios de activos, que no siempre tienen claro cuáles deben ser las expectativas de rentabilidad en cada caso, y los temas relacionados con la medición y gestión del impacto, como por ejemplo la falta de estándares, son dos obstáculos más para el crecimiento del sector.
En cuanto a los tres principales motores que podrían contribuir al crecimiento, encontramos la necesidad de más colaboración entre los actores de mercado, la existencia de una regulación más favorable para acceder al mercado de la inversión de impacto y un mayor conocimiento sobre la inversión de impacto entre la comunidad de inversores.