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Marc Argemí, socio director de Sibilare y autor de ‘El sentido del rumor’

"Las redes sociales parecen gratuitas, pero el precio que pagamos es nuestra intimidad"

Antes de que estallara el escándalo de Facebook y Cambridge Analytica, el periodista Marc Algemí ya explicaba en su ensayo ‘El sentido del rumor’ (Ed. Península) el papel esencial que había tenido la consultora creada por el multimillonario Robert Mercer en la campaña electoral de Donald Trump.

Marc Argemí.

“Con pocos datos de mucha gente se puede tener muchísima información”, este es el principio que, en palabras de Argemí, guió a los responsables de Cambridge Analytica para utilizar con fines propagandísticos los datos personales de 50 millones de usuarios de Facebook para favorecer la campaña de Donald Trump a las presidenciales de 2016.

Con el pretexto de estar elaborando una investigación académica, Cambridge Analytica ofreció a usuarios de Facebook una app mediante la cual podían realizar un test de personalidad, que incluía preguntas sobre sus preferencias políticas. Después, la consultora supuestamente habría vendido al equipo de campaña de Trump no solo la información ofrecida por los 270.000 internautas que accedieron al test sino también sus datos personales y los de todos sus contactos en la red social. En total, se habrían utilizado de forma fraudulenta los datos personales de 50 millones de usuarios.

“Con pocos datos de mucha gente se puede tener muchísima información”

“El escándalo de Facebook y Cambridge Analytica tiene dos capas distintas”, afirma Argení: “En primer lugar, el uso de datos de redes sociales con fines de propaganda política y, en segundo lugar, el uso fraudulento de unos datos que habían sido cedidos para una investigación académica y que presuntamente sirvieron para diseñar una campaña electoral”.

Los participantes en dicho test cobraban entre tres y cinco dólares por descargar la aplicación y contestar a las preguntas, una cantidad irrisoria si tenemos en cuenta que su intimidad vale mucho más dinero. “Hay productos que nos ofrecen las redes sociales que parecen gratuitos pero no lo son, la manera de pagarlos son nuestros datos, nuestra propia intimidad”, advierte el autor de ‘El sentido del rumor’.

Según Argemí, el uso de datos personales de usuarios no es exclusivo del caso de la campaña de Trump: “Es algo se está haciendo desde hace años en la comunicación política, al igual que se está haciendo en el márketing”. El problema ético de esta práctica es que “se hace con datos que nosotros mismos hemos compartido sin advertirlo”. El socio director de Sibilare explica que a menudo existe un consentimiento a partir de unos términos que no siempre son comprensibles para el usuario. “Y ahora nos damos cuenta de que conocen de nosotros mucho más de lo que querríamos que se conociera”, subraya.

Una cuestión de confianza

Una acusación que ha pesado sobre los responsables de la campaña de Trump, así como sobre los promotores del Brexit, es la de difundir ‘fake news’, falsos rumores o medias verdades, a través de Intrernet para conseguir más apoyos entre la ciudadanía. Es lo que dio pie a algunos analistas para sostener que habíamos entrado en la era de la posverdad. Para los opositores a Trump o al Brexit estos engaños han influido decisivamente en el resultado de estos comicios y, por tanto, los han desvirtuado.

"Habría que repartir las culpas entre el político que engaña y los votantes que quieren ser engañados"

A este respecto, Argemí comenta: “No me atrevería a establecer una relación simplista entre una campaña propagandística y el voto. Quiero pensar que en las redes cada uno consume lo que quiere, así que en todo caso la pregunta sería si el propio votante tiene capacidad crítica para saber valorar si lo que están diciendo es algo que se ajusta a la realidad o es simplemente algo que le confirma sus prejuicios”. En este sentido, el autor de ‘El sentido del rumor’, añade: “Nadie nos protege del propagandista que llevamos dentro. Habría que repartir las culpas entre el político que quiere engañar y muchos votantes que quieren ser engañados”.

El socio director de Sibilare llama la atención sobre una paradoja: “Es curiosamente en un momento de gran desconfianza (en las instituciones, medios de comunicación, etc.) cuando aparecen las ‘fake news’”. La explicación es, a su juicio, que hemos perdido la capacidad de confiar y debemos aprenderla de nuevo. “Para aprender a desarrollar la capacidad crítica hay que aprender a confiar de nuevo, es decir, lograr saber en quién puedo depositar la confianza, a valorar el ‘quién’ antes del ‘qué’. Aprender a distinguir de qué fuentes bebo la información y ser muy exigente con ellas”.

‘¿Esta fuente está cerca de los hechos o está lejos? ¿Gana mucho o poco con hacerme creer que la realidad sea tal y como me la está contando? ¿Está en situación de contarme la verdad?’ Según Argemí, este tipo de preguntas nos ayudarán a aprender en quién debemos depositar nuestra confianza. Es lo que él llama aprender a desarrollar el ‘sentido del rumor’.