Jordi Torres, catedrático de la UPC e investigador del Barcelona Supercomputing Center
“Ninguna herramienta, por avanzada que sea, puede ni debe reemplazar completamente la intervención humana, especialmente en la toma de decisiones”
La inteligencia artificial ha llegado para quedarse. No hay marcha atrás. Su evolución se halla ligada ya a la de la propia humanidad, que observa desde la proximidad, entre sorprendida, inquieta, maravillada y cautelosa, los vertiginosos avances de la que tal vez sea la tecnología más disruptiva de toda su historia. Sobre ello incide en esta entrevista con Soziable.es Jordi Torres, catedrático de la UPC, investigador del Departamento de Ciencias de la Computación del Barcelona Supercomputing Center y, además, autor del libro ‘La inteligencia artificial explicada a los humanos’.
21 Nov 2023 | Nat Carrasco | Soziable.es
La inteligencia artificial traerá consigo –si es que no lo está haciendo ya– notables beneficios aplicables a un alto número de ámbitos. Pero el ser humano, por su parte, deberá enfrentarse, directamente, a cuestiones de carácter ético nada desdeñables y al esfuerzo de crear, definir y pulir un ordenamiento jurídico que propicie una confianza real de la población con el fin de evitar entorpecer el desarrollo de esta tecnología.
La irrupción de la inteligencia artificial ha generado, en numerosas personas, el temor de ser desplazadas por ella. Sin embargo, tal y como explica a Soziable.es Jordi Torres, catedrático de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), investigador del Departamento de Ciencias de la Computación del Barcelona Supercomputing Center y autor de ‘La inteligencia artificial explicada a los humanos’, “en lugar de temer un desplazamiento por la IA, deberíamos enfocarnos en aprender a convivir y colaborar con ella”.
En esta entrevista, además, Torres aborda las motivaciones que le han llevado a crear su última obra –y los mensajes que ésta incluye–; expone con un lenguaje claro, sencillo y directo qué es y cómo funciona la inteligencia artificial; enumera los beneficios y los retos ineludibles que ésta trae consigo; y sentencia que, una vez aterrizada en nuestras vidas, esta tecnología nos acompañará durante mucho tiempo –o, tal vez, para siempre– y se desarrollará junto a nosotros en esta “nueva era de la evolución humana”.
- ¿Qué le inspiró a escribir un libro como 'La inteligencia artificial explicada a los humanos'?
Mi inspiración para escribir este libro surgió de la urgente necesidad de desmitificar la inteligencia artificial (IA) y de hacerla comprensible para todos y todas. En una época donde la IA está redefiniendo nuestra cotidianidad, a menudo queda oscurecida por su percepción como un ente técnico y distante, exacerbado por una cobertura mediática que oscila entre temores de un apocalipsis tecnológico y fantasías de una utopía laboral.
El libro busca tender un puente entre la comunidad científica y el público en general, aclarando los conceptos básicos de la IA con un lenguaje llano para la descripción de los conceptos fundamentales a la vez que construye un relato cronológico para facilitar su seguimiento –marcado por las efemérides más útiles para el relato– y apoyándose en una selección de ejemplos lo más familiares y próximos al lector.
“Debemos fomentar la reflexión informada y consciente sobre la evidencia de que nos encontramos ya inmersos, sin vuelta atrás, en un nuevo paradigma coevolutivo en el que la humanidad y la IA se han embarcado conjuntamente”
- ¿Cuál es el mensaje principal que busca transmitir con él?
Creo que no exagero al decir que actualmente la población en general tiene la percepción de que la IA ha alcanzado competencias casi humanas. La realidad es que los algoritmos en que se basan las IA no tienen inteligencia, sino sólo ‘habilidades sin comprensión’, en el sentido de que son algoritmos que pueden llegar a ser muy hábiles realizando tareas específicas, pero sin comprender absolutamente nada de lo que están haciendo, ni cuentan con el llamado sentido común de la inteligencia humana, que la hace tan diversa, rica, espontánea y maravillosamente imprevisible.
Para que las IA alcancen un nivel general similar al humano harían falta unos cuantos Einstein para que inventen varios inventos disruptivos. Pero la IA en su estado actual nos abre, además de nuevos horizontes, también importantes riesgos y problemas. Por ello, hemos de ser muy conscientes de su inevitabilidad y rápida penetración y de que urge estar preparados para evitar las consecuencias negativas (o imprevistas) de una tecnología tan disruptiva. Debemos fomentar la reflexión informada y consciente sobre la evidencia de que nos encontramos ya inmersos, sin vuelta atrás, en un nuevo paradigma coevolutivo en el que la humanidad y la IA se han embarcado conjuntamente, gestando una interdependencia y cohabitación que exigen respuestas sin demora porque la IA no esperará al ser humano.
- ¿Podríamos entender qué es la inteligencia artificial con una sola frase?
Todavía no contamos con una definición simple y universal de lo que es la IA, ya que es una ciencia nueva, cambiante y experimental. Una definición de una sola frase por la que me decanto en el libro para explicar lo que entendemos por IA es definirla como el esfuerzo por automatizar tareas ‘intelectuales’ mediante una máquina, que, gobernada por un algoritmo, es capaz de ejecutar por sí misma funciones que generalmente requieren de la participación de la inteligencia humana. Ahora bien, al igual que la inteligencia humana es compleja de estudiar y definir –poliédrica y multidisciplinar–, también lo es la IA, pues ha bebido de diferentes disciplinas y áreas del conocimiento tales como las ciencias de la computación, la lógica, las matemáticas, la psicología, la filosofía, la neurociencia, la lingüística o la física.
- ¿Cómo funciona esta tecnología?
La IA funciona como lo hace la informática: se trata de un computador que procesa unos datos mediante un algoritmo. En realidad, la IA representa la evolución más reciente en el campo de la informática, una progresión que comenzó con el inicio de la digitalización a mediados del siglo pasado. Los primeros microprocesadores, que materializaron las visiones de pioneros como Alan Turing, fueron cruciales en este desarrollo. De hecho, ya en esa época, Turing imaginaba una IA capaz de superar al ser humano en juegos de estrategia como el ajedrez.
Sin embargo, a pesar de los avances en algoritmos, no fue hasta casi 50 años después, con avances significativos en microprocesadores, que se alcanzó la capacidad computacional necesaria para ejecutar de forma eficiente los algoritmos requeridos por una IA como Deep Blue, en 1997, para vencer al mejor jugador de ajedrez del mundo en ese momento, Garri Kaspárov.
“En lugar de temer un desplazamiento por la IA, deberíamos enfocarnos en aprender a convivir y colaborar con ella. La IA tiene el potencial de liberarnos de las tareas monótonas, permitiéndonos concentrarnos en labores más creativas y enriquecedoras”
Pero a partir del 2012, la utilización de nuevos microprocesadores aceleradores permitió que un tipo de algoritmos llamados redes neuronales, cuyas ideas fundamentales ya se habían consolidado a finales de los ochenta, se convirtieran en una tecnología práctica y lista para ser aplicada para las IA. A partir de ese momento, con el uso de supercomputadores a gran escala, las IA han evolucionado rápidamente como hemos podido todos experimentar, utilizando algoritmos cada vez más grandes y procesando cada vez más cantidad de datos para su aprendizaje.
- ¿Debemos tener miedo a sentirnos desplazados por la inteligencia artificial?
En ocasiones, el asombro que provocan ciertas innovaciones tecnológicas puede hacernos olvidar una verdad fundamental: ninguna herramienta, por avanzada que sea, puede ni debe reemplazar completamente la intervención humana, especialmente en la toma de decisiones. Ya hemos dicho que carece de sentido común y no comprende nada de lo que está haciendo. Pero es esencial reconocer que la IA es una herramienta extraordinariamente poderosa, pero sigue siendo eso, una herramienta a nuestro servicio.
En lugar de temer un desplazamiento por la IA, deberíamos enfocarnos en aprender a convivir y colaborar con ella. La IA tiene el potencial de liberarnos de las tareas monótonas, permitiéndonos concentrarnos en labores más creativas y enriquecedoras. Superamos este temor educándonos sobre la tecnología y adaptándonos a las nuevas oportunidades que esta crea.
En mis presentaciones, suelo ilustrar este concepto con una comparativa visual: una fotografía de mi abuelo Jaume junto a su caballo con el que araba los campos, indicando que trabajaba más de 80 horas a la semana, y al lado, una imagen de mi hijo frente a su portátil, trabajando 40 horas semanales. Con esto, planteo la reflexión: ¿Es este cambio tecnológico bueno o malo? La respuesta, a menudo, revela mucho sobre nuestra percepción del progreso y la manera en que elegimos integrar la tecnología en nuestras vidas.
- En los últimos tiempos, estamos empezando a conocer numerosas herramientas basadas en inteligencia artificial. En su opinión, ¿cuáles son los principales beneficios que trae consigo esta tecnología? ¿Y los principales retos éticos?
Los beneficios de la IA para la humanidad son variados y se pueden expandir entre múltiples sectores. Como hemos dicho, podemos ver la IA como la versión más potente de la informática que todos conocemos y por tanto a todos se nos ocurre que puede ser clave para la mejora en la eficiencia en el procesado y análisis de grandes volúmenes de datos, optimizando así la toma de decisiones en áreas como la medicina, la ingeniería, etc. La IA impulsa la innovación en cualquier campo, abriendo nuevas fronteras en la investigación científica, lo que puede llevar a avances significativos en la calidad de vida de los humanos. Por ejemplo, tiene el potencial de abordar desafíos globales como el cambio climático o avances en medicina personalizada como vemos en investigaciones que se llevan a cabo en el Barcelona Supercomputing Center.
“Para abordar estos desafíos, es crucial establecer una regulación robusta y estándares éticos en su diseño y uso”
Sin embargo, estos beneficios vienen acompañados de importantes retos, como el sesgo en los datos, puesto que los algoritmos de IA pueden perpetuar e incluso amplificar sesgos si los datos con los que se entrenan no son representativos. La privacidad y la seguridad de los datos también son de suma importancia, especialmente cuando se trata de información personal sensible. Además, el impacto de la IA en el empleo es otro de los grandes retos actuales. Aunque la IA puede crear nuevas oportunidades laborales, también desplazará un gran número de trabajos existentes (a gran velocidad). Esto plantea la necesidad urgente de definir y aplicar estrategias de transición para los trabajadores afectados.
- Al respecto de los retos éticos que supone la inteligencia artificial, ¿por qué es necesaria una regulación en esta materia?
Para abordar estos desafíos, es crucial establecer una regulación robusta y estándares éticos en el diseño y uso de la IA. Al igual que ha ocurrido en otras áreas importantes en nuestra vida, es necesario establecer un marco regulador consensuado (en el más amplio sentido del término: leyes, reglas, protocolos de actuación, autorregulación o sensibilización ciudadana, entre otras) que debe centrarse en garantizar un equilibrio entre maximizar los beneficios que la IA puede ofrecer y minimizar los riesgos potenciales.
La creación de esta regulación es fundamental no sólo para guiar el desarrollo responsable de la IA, sino también para fomentar la confianza del público general en la IA. Debe existir un compromiso continuo por parte de los desarrolladores, reguladores y usuarios para asegurar que la IA se emplee de manera que respete los principios éticos que hayamos definido entre todos y todas. A nadie le gusta ser regulado, pero todo lo que puede entrañar un potencial peligro para la sociedad lo está. Las aplicaciones específicas de la IA deben ser también reguladas y, en algunos casos, prohibidas si fuese necesario, como el diseño de armas autónomas, por citar un ejemplo concreto.
- Resulta sorprendente que una tecnología como la inteligencia artificial sea capaz de aprender a partir de los datos. ¿Cómo lo hace?
Hablando de una manera muy general, podemos decir que las máquinas aprenden por prueba y error. Por ejemplo, en el juego de ajedrez que mencionamos anteriormente, la IA, conociendo sólo las reglas del juego, es capaz de aprender jugando contra sí misma. Realiza múltiples jugadas, aprendiendo de sus propios errores. Los supercomputadores juegan un papel clave en el avance de la IA, ya que permiten realizar cálculos a gran velocidad y en paralelo, facilitando que la IA juegue muchas partidas simultáneamente. Éste es el caso de la IA llamada AlphaZero, que en 2018 aprendió a jugar al ajedrez y al Go jugando contra sí misma, sólo conociendo las reglas del juego, sin necesidad de aprender de los mejores jugadores humanos.
Lo interesante es que, inspirándose en este mismo tipo de IA, se han alcanzado logros significativos en el mundo de la ciencia. Por ejemplo, a finales de 2020, la IA AlphaFold representó un hito en el campo de la biología computacional al predecir cómo se pliega una proteína en su forma final, basándose en el código genético. Este avance es crucial, ya que comprender la estructura de las proteínas es fundamental para entender muchas enfermedades y puede acelerar el desarrollo de nuevos tratamientos.
“En los próximos meses y años, veremos avances de una IA que aún va a poder hacer más cosas y mucho mejor de las que hemos visto hasta ahora, ofreciendo soluciones innovadoras y planteando nuevas preguntas éticas y sociales”
- Ahora que ya hemos conocido de qué es capaz una inteligencia artificial. ¿Cree que podríamos prescindir de ella?
Un breve repaso a los avances de la civilización nos muestra que, en líneas generales, buena parte del progreso humano se debe a que hemos concentrado nuestras inteligencias en tareas que exigían un mayor talento y hemos mecanizado todo cuanto nos ha sido posible. Ahora, la IA representa una gran oportunidad para ampliar nuestra inteligencia humana y expandir nuestras capacidades de razonamiento y creatividad para la resolución de problemas complejos.
En este escenario tenemos que aceptar que la IA ha llegado para quedarse. Es una consecuencia más de la automatización –sistémica y sistemática– en la que se encuentra sumida la humanidad desde hace siglos. Nuestra civilización es el resultado de aplicar la inteligencia humana; ahora podemos tener acceso a una inteligencia mucho mayor, una amplificación de nuestro intelecto y de nuestra creatividad. Cuanto más sagaz sea la IA, más nos permitirá utilizar nuestro cerebro en nuevos campos, nuevas tareas, persiguiendo nuevos límites. Se redefinirá el concepto de inteligencia.
Disponemos de un nuevo medio para abordar los grandes retos a los que nos enfrentamos los humanos. La ciencia, y en particular la inteligencia artificial, puede dar respuesta a los problemas de este siglo, permitiendo fusionar la creatividad humana con la capacidad innovadora de la IA. No podemos prescindir de la IA.
- ¿Cuál es el futuro de la inteligencia artificial?
Llegados aquí, supongo que todos y todas estamos de acuerdo que el futuro de la IA se ve prometedor y desafiante a la vez. En los próximos meses y años, veremos avances de una IA que aún va a poder hacer más cosas y mucho mejor de las que hemos visto hasta ahora, ofreciendo soluciones innovadoras y planteando nuevas preguntas éticas y sociales. Pero sobre todo veremos la colaboración humano-IA. Debemos aceptar con humildad esta coevolución en la que nos encontramos, pues marca una nueva era de la evolución humana.
Si el mundo del futuro tiene alguna posibilidad de ser mejor, lo será también gracias a la participación de la IA, pues su uso aumentará las capacidades de la inteligencia humana. Nuestra principal tarea en esta etapa es establecer entre todos los mecanismos que nos garanticen tener bajo control cualquier potencial uso negativo de las IA.
De hecho, son muchos los trabajos de investigación en la actualidad que buscan favorecer que los sistemas de IA puedan y deban trabajar junto a los humanos para aumentar su inteligencia en lugar de reemplazarlos. Esto permitirá desarrollar equipos humanos-IA de apoyo a las decisiones que puedan, por ejemplo, ayudar tanto a investigadores en medicina personalizada a crear mejores medicamentos como a los propios facultativos a tomar decisiones más acertadas en la prescripción de dichos medicamentos. Nuestro objetivo debe ser formar un equipo que sea capaz de resolver problemas mejor de lo que lo harían los humanos o la IA en solitario.
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