“Hay que poner negro sobre blanco cómo vamos a aplicar el Acuerdo de París”, explica la directora general de la Oficina Española del Cambio Climático, Valvanera Ulargui, quien añade: “Necesitamos definir esas reglas de juego para que el acuerdo pueda ser aplicado de manera urgente. No podemos retrasar más las decisiones porque pondríamos en riesgo el sistema”.
También la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha insistido en que “la urgencia es el elemento fundamental” de la cumbre climática de Katowice. Ribera ha añadido que este es también el mensaje que transmiten el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y los últimos datos científicos. “Esa urgencia -subraya la ministra- debe reflejarse en el cumplimiento escrupuloso del calendario y los objetivos para Polonia”.
La cuenta atrás ha comenzado: en 2020 expira el Protocolo de Kyoto 2 y entra en vigor el histórico acuerdo que 195 países firmaron en 2015 en la capital francesa, pero para que se pueda aplicar hay que definir cómo se van a concretar los compromisos de reducción de gases de efecto invernadero que asume cada país.
Teresa Ribera: "La urgencia es el elemento fundamental de esta cumbre, tal y como nos dice el conjunto de datos científicos"
Esos compromisos deberán plasmarse en las llamadas ‘contribuciones nacionales determinadas’ (NDC, por sus siglas en inglés). En la cumbre climática de Katowice se deberá acordar cómo se han de elaborar esas NDC que cada estado deberá presentar a partir de 2020 con el fin de que sean documentos homogéneos que permitan la comparación entre países. Es lo que se trata de conseguir a través del llamado ‘diálogo facilitador’ o ‘diálogo de Talanoa’.
Y además esos compromisos deben ser más ambiciosos. Según el recién publicado Informe sobre la Brecha de Emisiones 2018, de ONU Medio Ambiente, incluso si los países cumplen con todos sus compromisos climáticos adquiridos actualmente es probable que la temperatura promedio del planeta aumente aproximadamente en 3,2°C para finales de este siglo, una cifra que rebasa con mucho la meta del Acuerdo de París, que sitúa entre los 1,5ºC y los 2ºC el límite del calentamiento.
A juicio de la directora de la Oficina de Cambio Climático, el informe ha puesto de manifiesto “que estamos lejos de conseguir esos objetivos y tenemos que poner sobre la mesa compromisos más ambiciosos para reducir, entre todos, los impactos del cambio climático”.
La idea no es exigir una cifra concreta de reducción de emisiones sino pedir que cada país defina su compromiso haciendo el mayor esfuerzo del que sea capaz. “Los países de la UE iremos con la voluntad de contagiar al resto de esta preocupación por ser más ambiciosos”, afirma Ulargui. Prueba de ello es el compromiso adquirido por la Unión de alcanzar la descarbonización de la economía en 2050.
¿De qué modo se garantizará la transparencia a la hora de informar de los avances en la reducción de emisiones? Este será otro de los puntos que centrarán el debate en la COP24. “Creemos que hay que ir hacia un marco común de transparencia para no perder lo que acordamos en París”, precisa la directora de la Oficina de Cambio Climático, que señala que, en este punto, la UE “no quiere ceder ni un ápice”.
Valvanera Ulargui: "Estamos lejos de conseguir los objetivos marcados en el Acuerdo de París y tenemos que poner sobre la mesa compromisos más ambiciosos”
El otro caballo de batalla en la cumbre de Katowice será la financiación. Es una demanda insistente de los paises en desarrollo que necesitan esta financiación para invertir en tecnología. Se calcula que hace falta movilizar una inversión de 100.000 millones de dólares para implementar el Acuerdo de París, pero esa cantidad no puede venir solo del sector público, sino que una gran parte tendrá que proceder de financiadores privados.
Países díscolos y países comprometidos
Si la anterior cumbre de Bonn (COP23) se vio políticamente marcada por el anuncio de Donald Trump de retirar a EEUU del Acuerdo de París (anuncio que después no ha materializado formalmente), la COP24 también ha sufrido un jarro de agua fría pocos días antes de su inicio. En esta ocasión ha sido Brasil el que ha dado la campanada al anunciar que renuncia a albergar la próxima cumbre mundial del clima el año que viene como estaba previsto. Aunque el gobierno brasileño ha esgrimido motivos económicos, la decisión es coherente con los mensajes negacionistas emitidos por el presidente electo, Jair Bolsonaro, y su candidato a dirigir el Ministerio de Exteriores, Ernesto Araújo.
A pesar de estas posturas díscolas, el Acuerdo de París goza del apoyo de la inmensa mayoría de los gobiernos del planeta. La UE y China lideran muy decididamente la transición hacia una economía baja en carbón. En la UE, hay países más ambiciosos y otros más prudentes. Por lo general los gobiernos del Este son más reacios a liderar los avances y prefieren esperar a que sean otros estados los que tomen la iniciativa.
España es en estos momentos uno de los países más ambiciosos en la lucha contra el cambio climático, así lo atestigua Ulargui: “Vamos mucho más allá de lo que nos pide la UE. Desde que el Gobierno ha tomado posesión ha anunciado claramente que quiere avanzar hacia una descarbonización de la economía para el año 2050 y a un objetivo ambicioso en el 2030”.