
El director de CaixaForum València, Álvaro Borrás; el jefe de Exposiciones de Ciencia de la Fundación “la Caixa”, Javier Hidalgo; y el comisario de la exposición, Rubén Duro, inauguraron en CaixaForum València la exposición ‘Colores del mundo’, que acercará hasta el 31 de marzo la enorme variedad de paisajes del planeta y los colores que los caracterizan.
A través de 55 instantáneas de fotógrafos de National Geographic, la muestra invita a los visitantes a reflexionar sobre el color, un elemento presente en todo momento y que es capaz de impactar en cómo se sienten las personas y llenarlas de fuerza, relax o emociones. Para evitar que pasen desapercibidos todos sus tonos y matices, esta exposición los convierte en protagonistas absolutos.
En las sobrecogedoras fotografías de los brumosos azules de la luz de la mañana, de los vívidos púrpuras y rojos de la puesta de sol, de los intensos verdes de los campos o de los dorados de las hojas del otoño, los visitantes encontrarán una inspiradora reflexión sobre el significado de los colores, sus cualidades y su simbolismo a lo largo de la historia.
De la mano de prestigiosos fotógrafos de National Geographic, entre los que se encuentran los multipremiados Joel Sartore, Steve McCurry, Michael Nichols, Lynn Johnson, Jodi Cobb, Paul Nicklen o Frans Lanting, se conocerán las connotaciones de los colores en las culturas de todo el mundo a partir de la amplia gama de amarillos, naranjas, rojos, violetas, azules, verdes y blancos.
Una mínima diferencia en la longitud de onda luminosa determina que se vean el color rojo o el azul y la psique humana ha dotado estos colores de connotaciones que se han generalizado en las culturas de todo el mundo. La humanidad se ha sentido atraída por los colores desde tiempos inmemoriales. Uno de los primeros colores que se buscaron fue el púrpura de Tiro, usado por los antiguos fenicios y extraído de las glándulas de unos caracoles del mar Mediterráneo. Los costes de producción eran tan elevados que sólo los ricos podían permitirse tener prendas con ese tinte, lo que generó para siempre un simbolismo alrededor de este color, también llamado púrpura real.
Ámbitos de la exposición
La muestra dedica un ámbito a cada uno de los siete colores elegidos y desgrana algunas consideraciones sobre su significado en el mundo.
Amarillo. Una vista aérea de un bosque teñido con los colores del otoño en el Parque Nacional de Acadia, en Maine (Estados Unidos); un granjero rastrillando el heno en hileras en el Estado de Washington (Estados Unidos) o un pequeño gelada sujeto a la espalda de su madre en el Parque Nacional de las Montañas Simien (Etiopía) son algunas de las fotografías que dejan ver este color en todo su esplendor.
El amarillo es júbilo. Es el sol que ilumina el planeta y proporciona crecimiento, calidez y relajación. Es serenidad. El amarillo puede desaparecer en las nubes y acercarse tanto al blanco que uno se pregunta si el color efímero estaba allí. El amarillo puede simbolizar el intelecto, ya que la iluminación de este color brillante es paralela a la iluminación de la mente humana, pero también puede simbolizar la enfermedad y la curación.
Naranja. El naranja es un color que a menudo se pasa por alto, pues a veces cede el protagonismo al rojo o al amarillo. Existe en el salto brillante hacia los meses más cálidos, pero también en la lenta transformación del verano en invierno, donde las hojas verdes se vuelven doradas y anaranjadas. El naranja muestra su poder en el crepúsculo, como puede verse en la fotografía de unos ñus caminando en las proximidades del río Zambeze, o en las brasas subyacentes de un fuego, como muestra otra instantánea del volcán Nyiragongo, en la República Democrática del Congo. Pero también es un color sereno, que puede recordar la tranquilidad en el tono suave de las túnicas de los monjes budistas, como se ve en otra foto de un joven monje en Camboya.
Rojo. La naturaleza usa el rojo para seducir y para mostrar poder y fortaleza. Es un color que persevera a lo largo de todas las estaciones; incluso en invierno, cuando todo muere, el rojo vive en el acebo brillante y las bayas de invierno. Las venenosas ranas dardo advierten de su letalidad a los depredadores con un color rojo brillante. El rojo no es sutil. En nuestra cultura es el amor, la pasión y el fuego –como en los fuegos artificiales de Sídney que pueden verse en la exposición. En India, de donde se puede ver una imagen del festival Holi, significa pureza; sin embargo, en África es color de luto.
Azul. En nuestro planeta, estamos constantemente rodeados de tonos de azul: en un lago resulta relajante y en el cielo da buena cuenta de su inmensidad. En el océano, en cambio, nos dirige hacia el fondo, hacia lo desconocido. Un ejemplo de esto último son las fotografías de un góbido que descansa sobre una almeja gigante en el lecho marino de Indonesia o la de un león marino de California buscando peces con los que alimentarse en un bosque de quelpos en Cortes Bank, un monte submarino situado mar adentro frente a la costa de San Diego. Desde la antigüedad, el azul se ha entrelazado con la religión. Se ve en el sereno azulejo turquesa que se encuentra en las mezquitas y también el brillante cerúleo que crepita entre los dedos de Zeus en la mitología griega. El azul es poderoso y místico.
Violeta. El morado es misterioso. Lavanda, ciruela, berenjena, todos los tonos de púrpura son sorprendentemente diferentes. El púrpura es suave pero insistente. Existe en las primeras horas de la mañana antes de que el sol emerja en el horizonte, como en la imagen protagonizada por una foca de Groenlandia que descansa sobre el hielo del Golfo de San Lorenzo, en Canadá, bajo el cielo crepuscular, y también, en otra tonalidad, en el cielo cuando se produce una tormenta de rayos, como la que puede observarse en una instantánea del cielo de Santa Fe, en Nuevo México. El púrpura retrata la realeza en los ricos tonos aterciopelados de las túnicas y coronas reales o en los centros brillantes de las gemas.
Verde. El verde es una manifestación de vida. Es un resurgir, una renovación. El primer brote de una planta de color verde en una extensión de tierra significa el renacimiento que sigue al invierno. En las fotografías, se ve el esplendor del verde alrededor de un campesino cosechando el primer té del año en Japón, pero también la penuria de cuando falta, en la instantánea de una mujer caminando por un campo estéril a consecuencia de la falta de lluvias monzónicas, que ha provocado la pérdida de la cosecha de mijo en un estado de India. En el mundo animal, los verdes también están presentes, como puede verse en la imagen de un macho de quetzal guatemalteco o en las alas de unas mariposas piéridas verdes en Bolivia.
Blanco. El color de los comienzos y los finales es el blanco. El color de la pureza. Etéreo, inmaculado y prístino. Su delicadeza puede verse en el plumaje de algunas aves, como el pingüino rey adulto de Georgia del Sur que protagoniza una de las fotografías de la muestra. Pero también puede ser abrumador, pues absorbe todos los demás colores, como en la imagen del Salar de Bonneville, en Estados Unidos. Es el color de la nada y del todo.