En la última década, se han dado importantes avances sobre la gestión de las empresas de su impacto en los derechos humanos. Un hito decisivo fue la aprobación de los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de Naciones Unidas en 2011, que establecieron el marco de “proteger, respetar y remediar” y han servido como base para conocer cuál es el comportamiento que se espera de las empresas. Tras la implementación de este instrumento voluntariado se han dado posteriores avances en el plano del 'soft law' –con la aprobación de Planes Nacionales de Derechos Humanos y empresa para dar aplicación a los Principios Rectores – y en el plano normativo ('hard law').
"Las empresas pueden actuar como líderes en la promoción de los Derechos Humanos"
La Directiva Europea de Información no Financiera y Diversidad incluye la necesidad de informar “sobre los procedimientos de diligencia debida aplicados por las empresas, también en relación con sus cadenas de suministro y subcontratación […] con el fin de detectar, prevenir y atenuar los efectos adversos existentes y potenciales”. Además, varios países europeos han elaborado sus propias leyes como la Ley francesa de Debida Diligencia, la Ley de Esclavitud Moderna de Reino Unido o la Ley holandesa de Debida Diligencia sobre Trabajo infantil.
Más allá del impulso legislativo, integrar los derechos humanos de forma exitosa en la cadena de valor y gestionar los riesgos de manera responsable también está determinado por el compromiso de la alta dirección de las organizaciones. Tal es así que las empresas pueden actuar como líderes en la promoción de los Derechos Humanos y, particularmente, los CEO pueden impulsar ese paso del compromiso a la acción.
De acuerdo con el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), estos avances en la materia se deben también a un aumento del interés del público en general. Por un lado, los inversores tienen más en cuenta la gestión de los impactos en los derechos humanos a la hora de decidir sus inversiones. Por otro lado, un mayor número de consumidores atiende a criterios sociales y ambientales al realizar sus compras. De hecho, según estudios de Forética, el 68,5% de los consumidores declara haber dejado de adquirir un producto o servicio en base a criterios de RSE. Por todo ello, la gestión y la promoción de los Derechos Humanos se vuelve cada vez más estratégico para las empresas.
Observamos, por tanto, cuatro tendencias en el ámbito de los derechos humanos y empresa:
1. Evolución desde la voluntariedad a la obligatoriedad, marcada por un mayor desarrollo legislativo tanto a nivel europeo como nacional.
2. Desarrollo de una normativa más clara y detallada sobre el comportamiento que se espera de las empresas ante los Derechos Humanos.
3. Liderazgo empresarial para promover los Derechos Humanos, con un papel clave del CEO para pasar del compromiso a la acción.
4. Integración de los Derechos Humanos en las agendas de sostenibilidad como resultado de un mayor interés por parte de inversores y consumidores.
En conclusión, gestionar de forma responsable y sostenible el impacto sobre los Derechos Humanos supone grandes oportunidades para las empresas, pues mejora su desempeño económico, es un paso adelante en la transparencia hacia los grupos de interés y refleja su responsabilidad social y compromiso con el entorno.