Hace nueve años esta diseñadora decidió abandonar el mundo de la moda por coherencia con sus principios éticos. “Conocía bien toda la cadena de suministro del sector textil y me creaba muchos conflictos”. Se encontró entonces con Javier Goyeneche y su proyecto de fabricar ropa a partir de basura reciclada. Sin dudarlo, se unió a la aventura de Ecoalf. En esta firma ha sido desde entonces la responsable del desarrollo del producto y de la sostenibilidad y desde hace año y medio se ocupa también “de ir un paso por delante”, es decir de la innovación.
Ecoalf fabrica y vende zapatillas, plumíferos, jerseys, camisetas, sudaderas, pantalones y un largo etcétera ¿son todos estos artículos 100 por cien sostenibles?
Todos nuestros productos están hechos con materiales sostenibles. La gran mayoría son materiales reciclados pero con el reclaje no somos capaces de llegar a todas la calidades. Hay tejidos más especiales en los que somos capaces de llegar hasta un 40 o un 60 por ciento de material reciclado, pero en esos casos lo indicamos en la etiqueta. En eso somos transparentes: en la etiqueta aparece todo siempre reflejado.
Vuestro objetivo es minimizar el consumo de recursos naturales
Esa es la principal razón de que la mayoría de nuestros tejidos se fabriquen con material reciclado. Solo vamos a materiales vírgenes si son de bajo impacto. Usamos algunas materias primas muy curiosas, como por ejemplo los posos del café y un tipo de alga que crece en los pantanos y que hay que retirar porque bloquean la entrada de oxígeno y luz al agua.
La realidad es que se agotan los recursos; o todos nos ponemos a hacer algo o ni siquiera habrá agua para beber
¿Tenéis el control de toda la cadena de suministro?
Tenemos mucho cuidado con lo que trabajamos. No controlamos solo la materia prima sino todo lo que está pasando en el proceso de transformación (por ejemplo, desde que pasa de ser una botella de plástico a un tejido). La cadena de suministro en el sector textil es muy larga y suceden muchas cosas. Por eso hay que intentar controlar todos los eslabones, sobre todo los puntos que tienen más riesgo de impacto medioambiental y social.
Una de las iniciativas más famosas de la Fundación Ecoalf es la campaña ‘Upcycling The Oceans’, mediante la cual los pescadores separan toda la basura que recogen en sus redes de arrastre y la almacenan en contendores que luego os ocupáis de recoger y, en parte, de reciclar para fabricar tejidos. ¿Cómo habéis convencido a los pescadores para que colaboren con vosotros?
Nos ha hecho falta poco esfuerzo para convencerles. Lo hacen de forma totalmente voluntaria. Esto tiene una explicación muy sencilla: para ellos el mar es su modus vivendi. Cuanto más lo cuiden mejor será para ellos. Si los mares se llenan de basura se acabará la vida que hay en ellos. En España estamos trabajando con más de 2.500 pescadores en 37 puertos. Desde 2015 hemos recogido ya más de 280 toneladas de basura. Estamos en toda la costa mediterránea española y queremos ampliarlo a la costa mediterránea de Francia e Italia. Lo estamos haciendo también en Tailandia, donde recogemos en cinco islas, tanto en mar como en tierra.
Está bien limpiar la basura de los mares, ¿pero no sería mejor evitar que se vertiera más basura?
También tenemos programas de recogida en tierra para que el plástico no llegue al mar. Es necesario llevar a cabo la acción de prevención, porque podemos seguir sacando plástico pero lo cierto es que el ritmo al que se tira es mucho más rápido que el que nosotros podemos alcanzar limpiando. Por eso es necesario hacer un trabajo de concienciación y de prevención.
Y sois los primeros en hacer esa labor de concienciación...
Somos muy conscientes de que nuestro trabajo va mucho más allá de vender ropa. Tenemos una gran responsabilidad con lo que hacemos, con cómo lo hacemos y cómo lo comunicamos. Por eso, dedicamos muchísimos esfuerzos a la comunicación y sensibilización. Intentamos ir a todos los foros a los que nos invitan. Estamos dando conferencias constantemente. Acudimos a hablar a colegios, universidades, escuelas de negocios... Entendemos que crear conciencia en la gente es parte de nuestro trabajo.
Además de la venta ‘on line’ apostáis por algunas tiendas físicas: Madrid, Berlín y Barcelona, por el momento. ¿Tenéis previsto abrir nuevos espacios físicos?
Sí, porque nos hemos dado cuenta de que el contacto directo con el cliente es muy importante. El que alguien pueda entrar en una tienda Ecoalf y entender lo que hay detrás, mediante la información que le da la gente que trabaja en la tienda, la cartelería o los vídeos. Se puede crear esa conexión con el consumidor final si tenemos una tienda propia. En cambio, cuando vendemos nuestros productos en una tienda multimarca ese vínculo directo lo perdemos. Por eso es algo que queremos potenciar.
¿Es la sostenibilidad una asignatura pendiente en el mundo de la moda?
Hay mucho que hacer. En esa cadena de suministro tan larga hay miles de frentes en los que trabajar. Sin embargo, soy optimista y creo que las cosas se empiezan a mover. Hace ocho o diez años nadie sabía lo que era la sostenibilidad y ahora todas las grandes empresas tienen un departamento dedicado a ello. Lo ideal sería que no tuvieran que existir estos departamentos, que no tuviera que haber algo que tire del carro sino que sea algo que estuviera integrado en toda la empresa. Por otra parte, el cliente final cada vez está más informado y se está volviendo más exigente. Y sobre todo, hay una realidad que es que los recursos se agotan. O todo el mundo se pone a hacer algo o no va a haber ni si quiera agua para beber.
Hace ocho o diez años nadie sabía lo que era la sostenibilidad y ahora todas las grandes empresas tienen un departamento dedicado a ello
Empresas como la vuestra han nacido ya con esa mentalidad ¿pero qué tienen que hacer las grandes multinacionales del sector textil para ser sostenibles?
Movilizarse y cambiar esquemas, procedimientos y métodos es mucho más difícil para una empresa grande que para una pequeña. Pero también es cierto que cada pequeño movimiento de una empresa grande tiene mucho más impacto que todo lo que pueda hacer una compañía pequeña.
Además de las inciativas voluntarias ¿Harían falta leyes o medidas que obligaran a hacer esos cambios?
Lamentablemente así es. En el sector textil no se empezó a afrontar la cuestión de los productos químicos tóxicos hasta que Greenpeace lanzó la campaña Detox y denunció públicamente a las marcas que estaban contaminando el agua. Cuando arriba se ponen firmes y dicen ‘hasta aquí’ es cuando las cosas empiezan a cambiar.