Pasar al contenido principal
Mónica Gil-Casares Mesonero-Romanos, coordinadora del Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo

“La pandemia ha hecho más visibles la pobreza y la exclusión”

Entrevista con Mónica Gil-Casares Mesonero-Romanos, directora de Investigación en CODESPA y coordinadora del Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo (OEPCI), que recientemente ha presentado el informe 'Crecimiento inclusivo. En busca de una prosperidad compartida'.

Mónica Gil-Casares.
Mónica Gil-Casares.

El décimo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible promueve la reducción de la desigualdad, ya sea por motivos de sexo, discapacidad, raza o religión, entre otras. Un reto que también persigue el equipo de Mónica Gil-Casares Mesonero-Romanos, directora de Investigación en CODESPA y coordinadora del Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo (OEPCI), que recientemente ha presentado el informe 'Crecimiento inclusivo. En busca de una prosperidad compartida'.

El documento analiza de qué manera las empresas pueden contribuir a un crecimiento inclusivo que genere oportunidades y beneficios para toda la sociedad, especialmente para las personas en situación de vulnerabilidad y riesgo de exclusión. Una situación que ha empeorado, todavía más si cabe, tras la crisis provocada por el coronavirus. Ante este nuevo paradigma económico, es clave el papel no solo el papel de las empresas sino también el del sector público para no dejar a nadie atrás. Así nos lo ha contado Mónica días después de presentar públicamente los datos de esta cuarta edición.

Uno de los datos que destacan en su informe es que la pobreza y la exclusión social son hoy más visibles que ayer. ¿Ha venido la crisis de la COVID-19 a potenciar unas desigualdades que ya veníamos arrastrando de la crisis financiera de 2008?

Sin duda, la pandemia ha hecho más visibles la pobreza y la exclusión en nuestro país. Se ha hecho más patente la vulnerabilidad de ciertos grupos de población, como las personas mayores. Creo que todos somos conscientes de que la COVID-19 no nos ha afectado a todos por igual. Las familias con casas más pequeñas, escasa iluminación natural o sin condiciones de salubridad adecuadas han sufrido mucho. Las personas que ya estaban en una situación de vulnerabilidad tras la crisis financiera de 2008, naturalmente, han sido las más afectadas. En la publicación recogemos una cifra que habla por sí sola: el número de hogares sin ingresos se incrementó un 136% entre marzo y mayo de 2020, según datos recabados en España por Cáritas.

“La pandemia ha traído nuevos indicadores de pobreza, como es el acceso a internet o a dispositivos móviles”

¿Son los mismos perfiles de afectados o estamos ante un nuevo escenario?

La pandemia nos ha traído nuevos indicadores de pobreza, como es el acceso a internet o a dispositivos móviles. Los niños o jóvenes que no tienen acceso pueden tener dificultades para acceder a la formación, con las repercusiones que esto tiene en su futuro inmediato. A su vez, algunos sectores específicos, como el turismo y la hostelería, han sufrido en mayor medida el impacto económico de la pandemia. Según recogemos en el informe, las comunidades autónomas que tengan menos peso de estos sectores saldrán mejor paradas. Según el servicio de Estudios de Funcas, comunidades como Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León, La Rioja, y Andalucía, podrían recuperar parte del terreno perdido con el turismo gracias a su industria agroalimentaria.

¿Existe hoy en día mayor concienciación sobre la desigualdad que antes de la crisis, tanto la actual crisis del coronavirus como la crisis económica previa?

Sí, precisamente este era uno de los objetivos que perseguíamos con nuestro informe. Hacer más visible la pobreza en nuestro país y dar a conocer sus rostros: la pobreza infantil, la pobreza energética o los llamados “pobres con trabajo”, personas que, aun con un empleo fijo, no llegan a fin de mes.

“Pobreza es sinónimo de falta de oportunidades. La pobreza lleva inestabilidad y esto conduce a que crezcan los populismos”

Siendo la desigualdad uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad, según el informe presentado, España ocupa el puesto 26 de los 29 países europeos. ¿Hay una causa principal? ¿Cuáles son los motivos que nos han llevado a esta posición?

No creo que haya una causa principal, pero sí que nuestro mercado laboral es poco dinámico, con un 60% de los desempleados mayores de 50 años que lleva más de un año en paro. Estas tasas son mucho más altas que en el resto de Europa. Se requiere también una apuesta por la innovación y por la investigación. La flexibilidad en el mercado laboral es necesaria, especialmente en un entorno cada vez más cambiante. También, durante la investigación, hemos visto de nuevo esa desconexión entre el mercado laboral y formación. La reconstrucción económica dependerá de la sintonía entre empresas, sistema educativo y servicios de empleo. Y para que la recuperación económica sea justa y sostenible debemos asegurar igualdad de oportunidades de acceso a la formación de calidad y al mercado laboral.

Si nada cambia, ¿qué consecuencias puede traer esta situación a largo plazo?

Pobreza es sinónimo de falta de oportunidades. La pobreza lleva inestabilidad y esto conduce a que crezcan los populismos. En palabras de Antoni Ballabriga, director global de Negocio Responsable de BBVA: “si la sociedad está rota, nosotros también sufriremos”. Necesitamos crear un diálogo y una mayor cooperación entre la Administración pública, las empresas y las entidades sociales para reducir la desigualdad y lograr una economía inclusiva.