El estudio, que se publica en la revista Waste Management, se ha centrado en las gaviotas sombrías (Larus fuscus), una de las aves acuáticas más abundantes en invierno en Andalucía.
¿Y cómo puede llegar el plástico a estas reservas naturales a través de las aves? Víctor Martín Vélez, investigador del CSIC que en el momento del estudio trabajaba en la EBD-CSIC y actualmente es científico en el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), explica este proceso: el biovecoring, que en castellano puede tener varios nombres como biotransporte, dispersión o biovectorización. “El proceso conlleva la ingesta de plástico y otros contaminantes en un foco de contaminación, en este caso vertederos y plantas de tratamiento de residuos, un proceso de transporte donde los contaminantes se movilizan y un proceso de depositó del plástico en el ambiente natural, que se hace, mayormente, a través de la regurgitación por parte de las gaviotas (generan egagrópilas que son bolas de alimento no digeridas)".
“Las gaviotas naturalmente se han asociado a zonas costeras y se han considerado aves marinas. Desde hace unas décadas, algunas especies se han adaptado a explotar recursos relacionados con el ser humano, como vertederos, depuradoras o campos agrícolas, por ejemplo”, explica el autor del estudio.
Al ser preguntado sobre si este proceso puede llegar a considerarse una amenaza ambiental, Martín Vélez afirma que el plástico “es un problema emergente importante”. El investigador aclara que “se han encontrado plásticos y microplásticos en todas las regiones del planeta. Los plásticos tienen consecuencias a nivel de salud humana y animal, y afectan al funcionamiento de los ecosistemas. Incluso se está viendo que entornos con plástico generan entornos que favorecen la proliferación de bacterias resistentes a antibióticos”.
Amenaza ambiental
El investigador también advirtió que aunque en este estudio se ha cuantificado el proceso de transporte de plástico en un ecosistema importante en el sur de España, como es Fuente de Piedra, “este es un proceso que está ocurriendo en muchos otros lugares del planeta, por lo que sí, es una amenaza ambiental”.
¿Qué se puede hacer para evitar esta amenaza? El investigador aboga por “limitar el acceso al alimento y el tiempo de exposición”. Según Martín Vélez, “los vertederos normalmente acumulan la basura a cielo abierto y luego se separa o se procesa. Se están empezando a procesar la basura dentro de hangares, a los cuales las gaviotas siguen accediendo aunque en menor medida. Hay medidas disuasorias como el uso de halcones, aunque no son del todo efectivas. Por último, una mayor eficiencia en el proceso de reciclaje y separación del plástico de la materia orgánica, así como la reducción en general de los residuos generados, sería recomendable”.
Metodología
Para la investigación, el equipo de investigación hizo un seguimiento de 45 gaviotas durante siete años mediante dispositivos GPS que les fueron colocados en sus lugares de cría en el Reino Unido, los Países Bajos y Bélgica. Los patrones de movimiento se combinaron con recuentos de aves en la laguna de Fuente de Piedra, en Málaga, y estudios dietéticos que analizaban el contenido de las egagrópilas regurgitadas, para estimar la cantidad y los tipos de plástico depositados por grupos de hasta 20.000 gaviotas individuales que invernaban en el lago.
Las gaviotas sombrías son una especie especialmente abundante en la reserva natural de Fuente de Piedra. Su número ha aumentado desde que se crearon vertederos en muchas partes de Andalucía, donde estas especies se alimentan de forma habitual y donde ingieren plásticos y otros deshechos mezclados con residuos orgánicos. Los datos recogidos por GPS muestran que pueden volar hasta 80 kilómetros de distancia, hasta Córdoba, la distancia que separa la reserva natural de algunos de los vertederos visitados.
Plásticos, vidrio y textiles
Según los datos adquiridos, el 86% de las egagrópilas regurgitadas en la laguna contenían plásticos, y el 94%, otros desechos, como vidrio y textiles. El equipo de investigación incluyó técnicas de laboratorio como la clasificación de plásticos mediante espectroscopia infrarroja con transformada de Fourier (FTIR) para desarrollar un modelo matemático de biovectorización.
Según los cálculos, cada invierno se ha depositado una media de 400 kilogramos (kg) de plástico en el lago, con un pico de 800 kg en el invierno de 2019-2020, compuesto por unos 16 millones de partículas de plástico. El peso de los residuos no plásticos depositados en el lago es aún mayor. El polietileno (54%), el polipropileno (11,5%) y el poliestireno (11,5%) fueron los principales polímeros plásticos de los residuos.