
La tercera conferencia WAS Cambio Climática, celebrada bajo el título ‘Taxonomía de la Unión Europea en la Financiación Verde’ y moderada por Ana Peña, gerente de Cambio Climático, Calidad y Medio Ambiente de Ferrovial, contó con la participación de Alberto Castilla, socio del área de Sostenibilidad de EY; de Silvia Irazoqui, senior manager de Sostenibilidad en BBVA; y de Marta Aisa, directora de Banca Responsable de Santander España.
Castilla inició su intervención explicando qué es esta taxonomía de actividades sostenibles. Y, en este sentido, recordó la puesta en marcha del ‘Plan de acción: financiar el desarrollo sostenible’ de la Unión Europea, en 2018, y cómo este contemplaba ya la creación de un sistema de clasificación unificado de actividades empresariales en relación al impacto en la sostenibilidad.
Según el responsable de EY, “este sistema funciona de forma muy sencilla: la Unión Europea establece unas actividades vinculadas al código CNAE (Clasificación Nacional de Actividades Económicas) y a cada uno de ellos le corresponden una serie de requisitos técnicos”.
En cuanto a qué deben reportar las empresas y cuáles están obligadas a ello, Alberto Castilla señaló que, en primer lugar, se trataría de aquellos “capex y opex vinculados con objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático” y que, en segundo, “las compañías de más de 500 empleados deben reportar este año el porcentaje de capex y opex elegibles en el campo de la sostenibilidad y el año que viene, qué porcentaje de las actividades están alineadas con los criterios técnicos de la taxonomía”.
En relación a estos criterios técnicos, Castilla aludió a los problemas que están encontrando las empresas a la hora de interpretarlos. Y, en este caso concreto, apuntó a dos: por un lado, “la velocidad que requiere a todas las compañías”, puesto que se trata de “un tema complejo y no hay mucho tiempo”; y, por otro, “hay mucho espacio para la interpretación”.
Labor de implementación
Por su parte, Silvia Irazoqui y Marta Aisa expusieron la labor que se está desarrollando tanto en BBVA como en Santander para implementar la taxonomía, qué evidencias se están solicitando a las empresas para mostrar su alineación con la misma y qué importancia tienen la colaboración y las alianzas para que este sistema avance y se desarrolle con éxito.
Según Irazoquí, la implantación de la taxonomía “es algo complejo, pero los beneficios superan a los costes”. Por ello, tal y como afirmó, “en BBVA, llevamos varios años trabajando con la taxonomía y creando, además, guías internas para aplicarla”. Asimismo, puso de relieve la necesidad de que sus gestores tengan formación en taxonomía y la incorporen en el diálogo estratégico con sus clientes, algo que calificó de “clave”.
Y, para Marta Aisa, “la taxonomía nos afecta a las empresas financieras porque su origen forma parte del paquete del plan de financiación sostenible”. En este sentido, señaló que “los beneficios los tenemos claros”, pero “la complicación es que la taxonomía afecta de forma transversal a la organización”. Y, por este motivo, “debemos integrarla también en la gestión comercial, en la cultura de los equipos y en el gobierno”.
Además, la directora de Banca Responsable de Santander España destacó como retos para la entidad financiera “satisfacer y capturar la demanda creciente de financiación sostenible de nuestros clientes; e impulsar la formación técnica a nuestros equipos y a nuestros clientes”. En esta línea, explicó que “hemos desarrollado nuestro propio sistema de clasificación de financiación sostenible, basado en la taxonomía” y que “en aquellos puntos en los que la taxonomía no entra, nos estamos basando en otros estándares internacionales”.
Diálogo proactivo y finalidad de la financiación
En el día a día de BBVA, Silvia Irazoqui indicó que “tenemos un dialogo proactivo con las empresas para animarlas a invertir en sostenibilidad, siempre vista como una oportunidad, y a partir de ahí vemos las opciones de financiación que mejor se acomoden a sus necesidades”.
Además, apuntó que “una empresa ‘taxonómica’ tiene una especie de ‘sello de calidad’” y que “los bancos tenemos un ‘apetito’ por este tipo de empresas: son más apetecibles porque tienen menos riesgos y conseguirán unas mejores condiciones de financiación”.
Aisa, por su parte, puntualizó que “es importante diferenciar entre las empresas y las actividades económicas que desarrolla” puesto que, en este punto, “hay un componente esencial: la finalidad de la financiación”. Y, en este sentido, aseguró, “debemos pedir información y evidencias sobre cuál es el fin de la financiación”.
Sin embargo, también afirmó que “no queremos que esto se convierta en una petición de información a empresas, sino en una oportunidad de diálogo comercial y que podamos apoyar y ayudar con financiación la transformación de los modelos de negocio. Tenemos que financiar empresas para transicionar hacia una economía descarbonizada”.
Alianzas y colaboración
Otro de los temas sobre los que debatieron Irazoqui y Aisa fue la colaboración entre bancos y las alianzas establecidas para avanzar en el desarrollo y la comprensión de la taxonomía.
Silvia Irazoqui reveló que “estamos haciendo mucho trabajo colaborativo, tenemos reuniones sectoriales para entrar en los aspectos prácticos de la aplicación de la taxonomía. No funcionamos como entidades aisladas y esta es la clave para que esto funcione”. En líneas similares se pronunció Marta Aisa, quien destacó, además, que “la comunicación es fundamental para lograr un estándar común”.
Empresas preparadas
Una cuestión que también salió a relucir durante este ciclo de conferencias de sobre Cambio Climático de WAS fue el de la preparación de las empresas ante la avalancha regulatoria procedente de la Unión Europea en materia de sostenibilidad y, en concreto, ante la entrada en vigor de la taxonomía de actividades sostenibles.
Para Alberto Castilla, según su propia experiencia de trabajo con las compañías, “no estamos preparados hasta que nos ponemos a hacerlo”. Sin embargo, también mostró su optimismo y manifestó que “tengo confianza en que las compañías tienen capacidad de gestión para resolver los retos que nos estamos encontrando”.
Por su parte, Marta Aisa afirmó que “si (las empresas) no están preparadas, tendremos que ayudarlas para que lo estén”. Asimismo, también puso de relieve que “solos no podemos abordar este cambio. Tendremos que ayudar a aquellas empresas que no estén alineadas con la taxonomía”. En este contexto, señaló que “el reto es enorme, pero soy optimista”.
También tildó de “buena” la alineación de todos los agentes participantes en este proceso Silvia Irazoqui, quien afirmó que este “es un reto ambicioso, pero lo podemos lograr, aunque no todos estamos en la misma etapa del camino”. En este aspecto, resaltó dos cuestiones clave: “el rol de los bancos, ya que los bancos somos clave para movilizar financiación y en asesoramiento; y la estandarización del reporte de información no financiera, que es tan importante o más que la información financiera y nuestros gestores tienen que revisarla también”.
Objetivos climáticos y taxonomía
Finalmente, el debate giró en torno a los objetivos climáticos prioritarios a los que debe servir la taxonomía. En este sentido, Marta Aisa señaló que “no se puede descuidar ninguno, pero es necesario enfocarse en aquellos en los que se puede marcar la diferencia” y recordó que “en BBVA, nos estamos centrando en mitigación, adaptación y economía circular”.
Por su parte, Silvia Irazoqui afirmó que “la aplicación exitosa de la taxonomía es clave para conseguir estos objetivos climáticos”. Además, destacó que “la taxonomía nos permite acompañar a nuestros clientes y facilitar la transformación de sus modelos de negocio”.
Y Alberto Castilla concretó que, “en España, los objetivos relacionados con el uso de recursos hídricos o marítimos van a tener una enorme importancia por las características del país” y concluyó resaltando que “lo importante de la taxonomía no es el reporte, sino que nos permite a todos hablar el mismo lenguaje de la sostenibilidad”.