La portada de “El empleo del futuro” (Ed. Deusto/Planeta de Libros) nos muestra la inquietante imagen de una oficina donde una única empleada está rodeada de multitud de robots que parecen estar haciendo el mismo trabajo que ella. Pero Manuel Hidalgo, el autor de este ensayo, nos saca enseguida del suspense que su editor ha querido crear: “No va a haber un apocalipsis; no hay razón para pensar que la robótica y la inteligencia artificial nos van a quitar el trabajo”.
Este profesor de economía aplicada de la Universidad Pablo Olavide encuentra en la Historia uno de sus principales argumentos: “En el pasado hemos tenido varias revoluciones tecnológicas y nunca ha sucedido eso”. Por el contario, Hidalgo augura que el balance entre los empleos que se destruirán y los que se crearán será positivo y lo sustenta con este razonamiento: “La tecnología eleva la productividad y el bienestar de los ciudadanos, luego esa mejora se traduce en más demanda y eso conlleva más empleo”.
"Debemos tener una juventud preparada para el cambio, que más que saber las respuestas debe ser capaz de hacerse preguntas”
Ahora bien, el futuro no será fácil para esos trabajadores que no sepan adaptarse. “Cuidado porque habrá quienes pierdan. Como siempre ocurre con los cambios tecnológicos, habrá unos damnificados que soportarán un coste importante”, advierte el economista.
Además, este profesor alerta de otros peligros. A su juicio, no habrá desempleo tecnológico en términos netos, pero sí aparecerán o se agravarán otros problemas como la precarización, la desigualdad, la colonización, la concentración de empresas... Si bien matiza que algunos de estos problemas son muy anteriores a esta revolución tecnológica. “Hay investigaciones que identifican ya estos procesos a finales de los años 80 y primeros de los 90”, afirma.
“Esos son los verdaderos problemas, los verdaderos costes, que son los que hay que tratar”, sostiene Hidalgo, quien a continuación se pregunta: “La cuestión es si tenemos herramientas para enfrentarnos a estos problemas”.
Rediseñar la educación
No hace falta ser un visionario para adivinar que en los próximos años habrá un desajuste entre la formación que recibirán los jóvenes y los perfiles profesionales que demandarán las empresas. En realidad, este ya es un problema del presente.
La firma de recursos humanos ManpowerGroup, presente en 82 países, advierte de que hoy en día la mitad de los puestos que ofertan las empresas no se cubren por falta de perfiles adecuados. Según los datos de esta multinacional, en España, el promedio de puestos que no se cubren por ese motivo es del 27 por ciento, un índice que contrasta con la tasa de paro juvenil, que es del 36 por ciento.
Para Hidalgo es fundamental diseñar un sistema educativo que sea coherente con las nuevas necesidades que produzca el cambio tecnológico. “Lo que tienen que hacer las administraciones cuanto antes es reconsiderar cómo quieren que sea la enseñanza y si los conocimientos que se imparten son los necesarios para que los jóvenes después encuentren un empleo y no haya tantos puestos sin cubrir por falta de candidatos con los perfiles adecuados”, receta el autor de ‘El empleo del futuro’.
“El principal problema que tenemos es que no sabemos qué se va a pedir dentro de 10 años para desempeñar un puesto de trabajo. Y desde que empezamos a educar a un joven hasta que sale del sistema educativo pasan 15 o 20 años”, reflexiona el profesor de la Universidad Pablo Olavide.
Por ello, cree que la solución no pasa tanto por transmitir conocimientos como por dotar de herramientas: “Como es imposible prever qué conocimientos deben tener los estudiantes, lo que sí se puede hacer es darles las herramientas para que puedan acomodarse a las nuevas situaciones". A su juicio, "debemos tener una juventud preparada para el cambio, que más que saber las respuestas debe ser capaz de hacerse preguntas”.