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Luis Ribó, co-founder y director de Marketing de Circoolar

“Queremos generar una segunda oportunidad para las prendas y las personas porque tras cada prenda están las manos de una persona”

Vestir a las empresas de forma ética y sostenible. Con este fin y con la idea de combinar en su desempeño ‘profit’ y ‘purpose’ bajo el paraguas de la economía circular, los emprendedores Luis Ribó y Celina Tamagnini crearon hace poco más de dos años Circoolar. Desde su nacimiento, tal y como nos explica en esta entrevista con Soziable.es el propio Ribó, cofundador y director de Marketing de la compañía, los resultados no se han hecho esperar y, entre otros reconocimientos, ya han sido certificados como empresa B Corp.

Celina Tamagnini y Luis Ribó, fundadores de Circoolar.
Celina Tamagnini y Luis Ribó, fundadores de Circoolar.

En noviembre de 2019, Luis Ribó y Celina Tamagnini pusieron en marcha Circoolar, una compañía catalana de diseño y comercialización de textil corporativo sostenible. Solo cuatro meses después, España declaraba el Estado de Alarma como consecuencia de la pandemia de la COVID-19.

Sin embargo, su actividad y su doble impacto sobre la sociedad y el medioambiente no se detuvieron. En absoluto. Hasta la fecha, de hecho, Circoolar ha confeccionado ropa corporativa a partir de 140.000 botellas de plástico y más de dos millones de mascarillas desechables y, en líneas generales, han desarrollado una labor que recientemente les ha llevado a ser certificados como empresa B Corp.

El propio Luis Ribó, co-fundador y director de Marketing de la entidad, nos cuenta en esta entrevista con Soziable.es cómo, junto a su socia fundadora y directora de Desarrollo de Producto/Negocio de la entidad, afrontaron la terrible situación generada por la pandemia.

Pero también se detiene en asuntos como las líneas de trabajo que sigue la empresa, el modo en el que abordan cuestiones como los Objetivos de Desarrollo Sostenible o su cadena de suministro y, en definitiva, los motivos y las circunstancias que les llevaron tanto a él como a su compañera Celina Tamagnini a iniciar una aventura empresarial como la de Circoolar.

- ¿Cómo y por qué nace Circoolar?

Yo llevo tiempo dedicado al mundo de la sostenibilidad, desde hace 15 años, y empecé a ‘perseguir’ a ciertas empresas para poner en marcha algún proyecto en esta materia (de sostenibilidad). Y dentro de una de estas empresas, una gran multinacional de bebidas y alimentación, trabajaba Celina (Tamagnini). Yo iba ‘persiguiendo’ a Celina para hacer algo, hasta que un día me dice que se va de su empresa porque quiere poner en marcha una idea de negocio.

Quedé con ella y me explicó lo que eran los primeros embriones de lo que es ahora Circoolar. La verdad es que la idea me enamoró, vimos un potencial en conjunto brutal y decidí sumarme al proyecto. Y es entonces cuando pusimos en marcha la compañía.

Fue un poco ‘el cazador cazado’: de ‘perseguir’ a Celina a que ella me cace a mí. Esto fue a principios de 2019, que es cuando decidimos aventurarnos y poner en marcha Circoolar.

- ¿Cuáles son los objetivos principales de la compañía?

Pretendemos impulsar los compromisos sociales y medioambientales de las empresas, vistiéndolas a través de sus propios compromisos. Lo que hacemos, básicamente, es ropa laboral, uniformidad y merchandising textil ético y sostenible, diseñado, producido y confeccionado bajo los principios de la economía circular y el impacto social.

De forma muy resumida, vestir a las empresas de forma ética y sostenible.

- Cada vez son más las organizaciones que incluyen los factores ASG en sus estrategias corporativas. ¿Qué les llevó a ustedes a apostar por la sostenibilidad?

Circoolar nació ya con un ADN de sostenibilidad. Teníamos muy claro cuando creamos la empresa la necesidad de juntar ‘profit’ y ‘purpose’, de ser rentables económicamente, pero generando un impacto social y medioambiental positivo. Apostar por un modelo de producción y confección textil circular –versus el lineal– nos da el deseo de hacer frente a lo que es la industria textil y a sus impactos negativos.

No solo a nivel medioambiental, teniendo en cuenta que es la segunda industria más contaminante del mundo o que genera una enorme cantidad de residuos (un millón de toneladas el año pasado), sino también hacer frente al desastre y al impacto social negativo que han llevado a catalogar a la industria textil como el ‘nuevo esclavismo del siglo XXI’.

Estamos hablando de producción y confección deslocalizada y bajo unas condiciones infrahumanas de trabajo. Es a lo que queríamos hacer frente y el deseo con el que nacemos, entendiendo también que el resultado y la sostenibilidad económica y circular van de la mano de los impactos que generamos. Cuanto mayor resultado o mayor crecimiento, mayores impactos estamos generando.

- En concreto, ¿de qué forma impacta su actividad sobre el medioambiente?

En Circoolar, barajamos un doble impacto medioambiental y social. A nivel medioambiental, y rigiéndonos por la propia economía circular y sus principios, nuestro principal impacto se centra en el uso de residuos como materia prima. Estamos hablando, para la elaboración de poliéster reciclado, del uso de botellas PET en residuo. En 2020, evitamos más de 140.000 botellas en residuo que se utilizaron para elaborar este poliéster reciclado. También utilizamos algodón reciclado para elaborar nuestras prendas.

Por otro lado, en el proceso, gracias al uso del poliéster o del algodón reciclado, generamos un menor impacto medioambiental, tanto en emisiones de CO2 como en consumo de agua y energía.

Por último, el residuo textil es uno de los grandes problemas a los que se van a enfrentar la sociedad y el planeta y nuestro compromiso está con el residuo textil cero. Para eso, por un lado, ecodiseñamos las prendas para que sean fácilmente reciclables y, por otro, ofrecemos un servicio de recogida de las mismas, cuando llega el fin de su vida útil, para integrarlas en un gestor de residuos que se encargará de darle una segunda vida.

- ¿Y sobre las personas?

En el ámbito social, tenemos una línea de negocio con la que confeccionamos nuestras prendas con talleres sociales locales, donde dan una segunda oportunidad a personas en riesgo de exclusión y empoderan a mujeres y a familias. Y, además, una línea de producción para grandes cantidades de proximidad, en Marruecos y Portugal, donde se cumplen condiciones dignas de trabajo.

Buscamos no solo la circularidad. Además de usar el residuo como materia prima, queremos generar una segunda vida para las prendas, pero también para las personas implicadas, puesto que entiendo que, detrás de cada prenda, existen las manos de una persona.

- Desde su puesta en marcha, ¿qué resultados han obtenido?

El inicio de Circoolar fue curioso porque empezamos supermotivados, pero salimos al mercado en noviembre de 2019 para ropa laboral y con foco en hostelería y restauración. Y a los cuatro meses, llegó esta maldita pandemia.

Aun así, nuestra motivación siguió en alto y los resultados han sido realmente buenísimos. Y no solo en cuanto a impactos generados: 140.000 botellas utilizadas en nuestros tejidos, más de dos millones de mascarillas desechables evitadas de acabar en nuestros mares y el poder decir que el 86% de nuestros pedidos se ha elaborado en talleres sociales o que el 90% de nuestros proveedores está a menos de 300 kilómetros de nuestros clientes.

Y a nivel económico, también estamos muy satisfechos, por la facturación conseguida en estos dos últimos años y por el inicio de este año que, gracias a dos contratos firmados, nos permitió iniciar el año con un importe de facturación superior al de 2020 y 2021.

Sobre todo, nos alegra mucho ver el interés que despierta nuestra propuesta de valor y la buena acogida que tiene por parte de las empresas la posibilidad de vestirse de forma ética y sostenible. Y creemos que, poco a poco, con el paso del tiempo, toda esta propuesta se irá consolidando en más y más proyectos y, por lo tanto, conseguiremos más y más impacto social y medioambiental.

- ¿Cómo valoran sus clientes la labor que llevan a cabo?

Es una satisfacción enorme para ellos, ya que el producto es de calidad y cumple esa funcionalidad que tiene cualquier tipo de prenda. Pero somos muchísimo más que una prenda y aportamos muchísimo más valor que una prenda normal.

¿Qué tipo de comentario nos da el cliente? Por un lado, relativos a la posibilidad de que la compañía impacte de forma social y medioambiental a través de su forma de vestir, con impactos reales, tangibles y verdaderos. A fecha de hoy, es necesario pasar de las palabras a los hechos.

También nos comentan el valor que les aporta a nivel interno, en el engagement y en el orgullo de pertenencia de los empleados o incluso en el fomento de esta cultura corporativa basada en valores y en sostenibilidad que da el saber que estás vistiendo una prenda que tiene una historia y un impacto detrás.

Y, por último, el valor que les aporta en materia de imagen y reputación de compañía al poder expresar tus valores y tus compromisos a través de tu forma de vestir porque, como decimos nosotros, “tu forma de vestir expresa mucho sobre tu personalidad”.

- Recientemente, han sido certificados como B Corp. ¿Qué ha supuesto para usted este reconocimiento?

Como comprenderás, una enorme satisfacción. Cuando uno crea y apuesta por una empresa que busca esta combinación de ‘profit’ y ‘purpose’ o generar un impacto social y medioambiental positivo, conseguir este tipo de certificaciones es un ‘subidón’ total. Que se acredite, por B Corp, que no solo buscamos rendimiento económico sino también este impacto social y medioambiental es un ‘subidón’.

- ¿Qué otras certificaciones que acreditan su modelo de negocio sostenible y con impacto social y medioambiental han recibido?

Aparte de esto, también podemos hablar de la certificación de Real Sustainable Fashion – Ethical Time, que pone de manifiesto que tenemos buenas prácticas sociales y medioambientales en todos los pasos de la cadena de producción y suministro; el sello de Empresa de Impacto Social de la Fundación Ship2B; y la certificación goCircular PASS, de Ecoembes, que nos deja demostrar nuestra contribución hacia una economía circular.

Son sellos, certificaciones, verificaciones que acreditan que lo que decimos es verdad y que realmente actuamos con hechos y no con palabras, muy necesarios en estos momentos que estamos viviendo.

- Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son un asunto sobre el que cada vez se habla más. ¿Sobre qué ODS impacta su actividad de forma directa?

Todos tenemos que estar implicados con los ODS y entiendo que eso es buenísimo porque es el camino a seguir si queremos construir un planeta y una sociedad más justa, equitativa y sostenible.

Desde Circoolar, nosotros incidimos, básicamente, en tres de ellos: el ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico), el ODS 12 (Producción y consumo responsables) y, por supuesto, el ODS 13 (Acción por el clima). Es verdad que también podemos llegar a abordar otros como, por ejemplo, el ODS 10 (Reducción de desigualdades), pero nos centramos en estos tres: el 8, el 12 y el 13.

- Otra cuestión que está muy en boga es la gestión de las cadenas de suministro. ¿Qué exigen ustedes a sus proveedores en materia social y medioambiental?

Cuando construyes un negocio de impacto, has de tener muy en cuenta que tu cadena tiene que responder a la propuesta que estás haciendo o al deseo del impacto generado. Hablábamos antes de sellos como B Corp, Ship2B o Real Sustainable Fashion, donde realmente necesitas acreditar o buscar este tipo de certificaciones o esta transparencia dentro de tu cadena.

Nosotros, entendiendo que nuestro compromiso va ligado al compromiso de nuestra cadena y de lo que se trata es de generar sinergias y propósitos compartidos, lo que sí pedimos y exigimos a nuestros proveedores es la firma de un código de conducta en el que declaren que cumplen en temas como los derechos humanos en su producción, la trazabilidad dentro de su cadena de suministro, certificados o sellos que demuestren su impacto o la medición de su impacto, políticas de paridad de género o de impacto social…

Es algo fundamental para nosotros. Cuando podemos, nos obligamos a visitar algunos talleres. Comprobamos en vivo y en directo que están haciendo lo que ellos dicen. Alguna vez hemos ido a ver un taller de confección en el que te enseñan la parte ‘bonita’ y en el que, cuando exiges ir a la parte de arriba o a la parte trasera, no te dejan. También nos ha ocurrido en alguna ocasión pedir un certificado y que te digan ‘lo tengo, pero ahora no lo encuentro’. Entonces ahí sí que descartamos al proveedor porque para nosotros es fundamental y vital que nuestra cadena de suministro sea totalmente transparente y compartamos valores y esta visión.

- De cara al futuro más inmediato, ¿cuáles son sus perspectivas?

Por un lado, seguir creciendo e implicando cada día a más empresas en esta visión o en este compromiso de vestir de forma ética y sostenible y generando un mayor impacto.

Por otro, también tenemos el deseo de expansión internacional. Vamos a intentar abrir mercado en países como Holanda, Bélgica o Alemania.

Y, por último, queremos poner en marcha nuestro departamento de I+D+i, centrado en dos grandes aspectos: incidir en el residuo textil, que tiene una difícil base de reciclabilidad y ahí queremos apostar por la innovación para buscar soluciones; y trabajar en tejidos de origen de residuo o de materia orgánica y en tejido que venga o esté elaborado a través de principios de la economía circular.