Entrevista con el coordinador del Observatorio de RSC

Orencio Vázquez: “La información no financiera que reportan las empresas en la actualidad no responde todavía a un proceso de rendición de cuentas”

La Responsabilidad Social Corporativa ha experimentado una evolución positiva importante en los últimos años. Sin embargo, la información extrafinanciera que presentan las empresas en sus memorias anuales aún no responde a un proceso de rendición de cuentas. Esta es una de las principales afirmaciones de Orencio Vázquez, coordinador del Observatorio de RSC, en esta entrevista con Soziable.es.

26 Jul 2021 | Nat Carrasco | Soziable.es

Vídeo: Jesús Francisco Campaña

Pero la conversación ha dado para mucho más. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense y coordinador del Observatorio de RSC desde que la organización se pusiera en marcha, en el año 2004, Orencio Vázquez es, sin duda, una de las personas más capacitadas del país, por sus conocimientos y experiencia en la materia, para abordar cualquier asunto relacionado con el pasado, el presente e, incluso, el futuro de la Responsabilidad Social Corporativa.

En concreto, Vázquez ha expresado en esta entrevista con Soziable.es sus consideraciones sobre asuntos como la trascendencia de la regulación en el desarrollo de la RSC, el impacto de la pandemia de COVID-19 sobre ella, la relevancia que ha adquirido en el seno de las organizaciones, la relación entre Objetivos de Desarrollo Sostenible y empresas y, por supuesto, los objetivos y las líneas de trabajo del Observatorio de RSC.

- ¿Cuáles son las líneas de trabajo que siguen ustedes en el Observatorio de RSC?

Las líneas generales de trabajo en el Observatorio son básicamente tres. Una de ellas es investigación, que, a partir de los estudios que realizamos, nos nutren de evidencias para hacer propuestas. Y ahí enlazamos con otra de las líneas, que es el tema de incidencia ante el sector público y el sector privado. A partir de esas evidencias extraídas de la investigación que realizamos, hacemos propuestas tanto de marcos normativos como en la interrelación que mantenemos con las empresas, con el sector privado. Es fundamental la correlación entre esas dos líneas de trabajo.

Y luego hay una tercera línea de trabajo que es todo lo que tiene que ver con formación y sensibilización. Consideramos esencial que la sociedad en su conjunto y los diferentes actores que la conforman, los agentes sociales y la sociedad civil, entiendan adecuadamente qué es la responsabilidad social, todos los aspectos vinculados con la sostenibilidad y la importancia de tener una sociedad civil fuerte y unas sociedades democráticas que permitan el ejercicio de los derechos dentro del estado de derecho y un desarrollo económico, social y ambiental.

Y todo esto, estas tres grandes líneas de trabajo, lo realizamos a través de diferentes tipos de actividades y de diferentes tipos de proyectos.

- Publican anualmente el estudio ‘La Responsabilidad Social Corporativa en las memorias anuales del IBEX 35’. Este año, en concreto, han lanzado la decimoctava edición, relativa al ejercicio de 2019. En el profundo análisis que realizan de estas memorias, ¿hay algún aspecto que consideren que es fundamental?

Para nosotros, la transparencia es un elemento fundamental porque permite que los grupos de interés, las partes interesadas, tengan una información suficiente para tomar decisiones y para conocer y valorar cuál es el nivel de responsabilidad social de las empresas con las cuales están interactuando, como consumidores, directamente, o como ciudadanos, indirectamente, como administración, cuando contactan con ellas, o como inversores, en los diferentes roles.

En todos estos años, desde el inicio del Observatorio, desde que realizamos el informe anual sobre la calidad de la información en las memorias y en los estados de información no financiera de las empresas del selectivo IBEX 35, la progresión ha sido muy relevante. Cuando empezamos a evaluar estos diferentes aspectos y dimensiones de la responsabilidad social, era todavía un debate incipiente y todo este tema estaba situado, en su origen, en áreas muy colaterales de la empresa, como la de Comunicación.

En la mayor parte de los casos, había poco conocimiento técnico de las diferentes dimensiones que conforman la responsabilidad social y eso hacía que la información fuese muy mejorable.

- Pero, poco a poco, todo eso ha ido avanzando…

Efectivamente. Poco a poco ha ido avanzando y luego también tenemos que analizar qué factores han sido determinantes en que se haya producido una mejora en estos años.

Uno de esos factores es, sin lugar a dudas, la regulación. Hay mayor presión regulatoria. Ya hay una ley, a partir de una directiva comunitaria, la 11/2018, que obliga a estas empresas a publicar sus estados de información no financiera e incluirlos en los informes de gestión consolidados. Y eso, indudablemente, ha supuesto una mejora en la información que se contrasta con el análisis que nosotros hacemos anualmente, en el comparativo. Además, ahora hay una propuesta de revisión de la directiva, ya con un documento publicado por la Comisión recientemente.

Todo eso está ayudando a que, junto con la mayor presión por parte de los inversores, la información mejore.

- ¿Y cuál es la situación actual?

La situación es que todavía, eso lo pone en evidencia la Comisión Europea en esa propuesta de revisión de la directiva, esa información no financiera no responde a un proceso de rendición de cuentas. Entonces, queda mucho por avanzar en cuanto a qué tipo de información tienen que presentar las empresas, de qué forma tienen que representar los datos y qué metodologías de recopilación y de representación de esa información debe utilizar.

Todo esto parece que se está intentando solventar por parte de las instituciones europeas y, a partir del 2024, aunque yo creo que vamos a tardar un poquito más, el EFRAG, que es un organismo autónomo consultivo de la Comisión Europea en materia de contabilidad e información financiera, también ahora en materia de información no financiera, va a elaborar unos estándares conforme a los cuales tienen que rendir cuentas las empresas.

Hasta que no tengamos una información que realmente sea relevante, neutral, comparable y material en torno a estos intangibles, a cómo la empresa está gestionando los impactos en derechos humanos, derechos laborales, medio ambiente, consumidores, corrupción y buen gobierno, no vamos a poder hacer esa comparabilidad y que el mercado funcione correctamente de acuerdo con este tipo de información, que es el objetivo.

- La misión del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa es, concretamente, “el fomento, la promoción y el seguimiento de la implantación de la responsabilidad social corporativa en España y en aquellos países en los que operan las empresas españolas”. ¿Es esta una labor compleja o cada vez lo es menos?

El objetivo que tenemos en el Observatorio de velar por la implantación de la responsabilidad social en España y en los países donde operan las empresas españolas es muy ambicioso y muy complejo en su consecución porque, al final, nosotros lo que podemos mostrar es un diagnóstico de cuál es la situación, realizar propuestas, intentar que ciertos impactos dejen de producirse… Pero, al mismo tiempo, trabajamos en un ecosistema en el cual hay muchos intereses en juego y en el que, en muchas ocasiones, hay unas resistencias para que el statu quo no cambie.

Lo hemos visto en materia de cambio climático. Ahora mismo la situación es otra porque hay muchos fondos, muchos incentivos económicos… Y también desincentivos. Lo estamos viendo con la subida que estamos teniendo actualmente en los precios de la luz producto de los costes asociados a las emisiones.

Todos estos incentivos y desincentivos están provocando, por parte de los inversores, un escrutinio a futuro de cuál es la sostenibilidad de los proyectos en los que invierten. Y esto está provocando, asimismo, un cambio de tendencia, pero durante muchos años ha habido una resistencia a que haya una descarbonización de la economía.

Lo mismo sucede en temas de lucha contra la corrupción, de derechos humanos en las cadenas de suministro, de fiscalidad responsable o de información país a país a nivel de qué responsabilidad tiene la empresa matriz. ¡Todo esto afecta a la cuenta de resultados! Muchas veces, como decía, estás luchando en un ecosistema donde los factores son de resistencia hacia ciertos cambios.

- ¿Y a quién debemos achacar que, en la actualidad, sí se estén produciendo transformaciones y se estén venciendo esas resistencias a las que alude?

No se puede decir que todos esos cambios que está habiendo sean mérito de una sola organización, sino de un conjunto de actores, de un conjunto amplio de organizaciones. Y lo que es importante es que haya demanda y conciencia por parte de los ciudadanos de que hay ciertos elementos que son en pro del interés colectivo, que la situación actual es necesaria cambiarla y que tenemos que mirar hacia un modelo económico que sea sostenible.

Pero eso, indudablemente, no es fácil, es una labor complicada, es una labor de mucho esfuerzo, de muchos recursos invertidos en intentar que se genere esa transformación y, como en toda transformación disruptiva, se necesita tiempo.

Yo creo que vamos en el buen camino, aunque ha habido un coste de oportunidad por esas resistencias que ha habido durante décadas. Pero ahora mismo estamos en una situación en la que hay una conciencia colectiva de que estamos en un callejón sin salida, con lo cual, no nos queda otra que cambiar o transformar ese modelo económico, esa estructura económica y ese modelo de crecimiento.

- En consecuencia, viendo de dónde viene y en qué momento se encuentra la Responsabilidad Social Corporativa en la actualidad, ¿cómo calificaría la evolución que ha experimentado en todos estos años?

La evolución que ha experimentado la responsabilidad social en los últimos años considero que es positiva. Como comentaba con el tema de la información no financiera, hay un replanteamiento desde una perspectiva pública, de las instituciones, liderado sobre todo por las instituciones europeas, de la necesidad de introducir cambios en la forma de operar de los mercados y de establecer responsabilidades en cuanto a los impactos que se están provocando en el desarrollo de la actividad económica.

Creo también que hay una evolución importante fruto de la situación de emergencia sanitaria que hemos vivido y que estamos viviendo todavía, que comenzó hace un año y medio aproximadamente y que puso en evidencia la debilidad y la vulnerabilidad de las economías europeas y la dependencia de mercados, principalmente del mercado asiático, en cuanto al abastecimiento de bienes y servicios básicos.

- ¿Y qué considera que ha supuesto todo ello?

Eso ha supuesto un toque de atención importante del efecto boomerang que ha tenido toda la cuestión derivada de la externalización de la producción a través de cadenas de suministro interminables en terceros países que ha tenido, indudablemente, un impacto social y ambiental porque lo que se buscaba con esa externalización era una reducción de costes y la exención de responsabilidades.

Pero ha tenido también un impacto sobre la soberanía económica y, por lo tanto, también la soberanía política de los países de la Unión Europea. Y ahí, las instituciones europeas lo están mirando, hay una propuesta de directiva sobre todo lo relacionado con el respeto de los derechos humanos y ambientales en las cadenas de suministro con posibles sanciones u obligaciones de establecer planes de diligencia debida y posibles responsabilidades de ámbito jurídico.

Hay un cambio sobre todo porque se está centrando el foco de la realidad del problema y se están intentando plantear soluciones ante ciertos desajustes del mercado que hasta ahora no estaban siendo tenidos en cuenta. Eso estaba generando que el mercado no funcionase adecuadamente y que hubiese determinados actores que se aprovechaban de esos espacios no cubiertos por parte de los reguladores y que estuviesen compitiendo en los mercados con dumping social y medioambiental.

- Comentaba usted que uno de los factores que ha impulsado el desarrollo de la Responsabilidad Social Corporativa es la regulación. Pero ¿qué otros elementos cree que han intervenido en esta evolución?

Hay otros factores que han influido en la evolución positiva de la responsabilidad social. Uno de ellos es toda la conciencia de la comunidad inversora sobre la necesidad de gestionar riesgos no financieros que puedan tener un impacto en la cuenta de resultados y, por tanto, en la valoración de sus inversiones.

La experiencia reciente ha demostrado que ciertas cuestiones que afectan a la reputación de la empresa, como escándalos en torno a una cadena de suministro o a que no se ha guardado el principio de prevención en materia ambiental, tienen una repercusión sobre las acciones de las empresas afectadas y esto es algo que afecta a los inversores.

Con lo cual, los intangibles son cada vez más importantes en la revelación de lo que es el valor de la empresa y son algo que se refleja en la cotización de las acciones. Por tanto, los inversores han empezado a exigir más información que consideran material para tomar sus decisiones en torno a la gestión de riesgos no financieros.

Hay otro factor fundamental como, por ejemplo, en materias como la lucha contra el cambio climático y que tiene que ver con los incentivos económicos. Eso lo estamos viviendo ahora con todas las campañas de comunicación que se están lanzando en torno a sostenibilidad y cambio climático por parte de un conjunto de empresas. Y esto no es fruto de la casualidad, sino de que hay unos fondos europeos, 72.000 millones de euros en transferencias directas, que van a venir en los próximos cuatro años y que están ligados con otras políticas que tiene la Comisión Europea en las que uno de los elementos clave es la lucha contra el cambio climático.

Y todo esto ha supuesto incentivos. Pero luego hay, de manera parcial, otro tipo de cuestiones que también han ayudado a que se pongan temas encima de la agenda, como todos los escándalos en el ámbito de la fiscalidad y en el de la corrupción, aunque en menor medida.

Ello ha hecho que los medios de comunicación se hagan eco de las estrategias de elusión fiscal y de estas estructuras societarias complejas en el caso de algunas empresas. Y la realidad es que hay empresas que extraen mucho beneficio de un determinado territorio y, al final, no pagan impuestos, no contribuyen a la riqueza de ese territorio que, al mismo tiempo, les está ofreciendo infraestructuras, que haya toda una comunidad inversora y una comunidad que le permite a través de sus proveedores operar en ese territorio, una seguridad jurídica y un nivel de educación para profesionales que puedan trabajar en esa empresa y hacer que obtenga beneficios. Entonces, se ha visto que el balance está descompensado y, por ello, se ha abierto el debate de la fiscalidad. Y ahora mismo tenemos el germen para una regulación a nivel global en el impuesto de sociedades.

- Y, volviendo nuevamente a la regulación, muy abundante en materia de sostenibilidad en los últimos meses, tanto en España como en la Unión Europea, ¿considera que es la vía adecuada para el desarrollo de la RSC y, en consecuencia, para la generación de impactos positivos desde la empresa hacia la sociedad y el medio ambiente?

La regulación de por sí no es ni buena ni mala. Hay leyes que tienen un impacto negativo y otras que tienen un impacto positivo. Hablar de regulación es complejo. Hay que saber qué tipo de regulación es la adecuada y qué impactos puede provocar en distintas direcciones. Cuando tú tocas una ley que afecta a la actividad económica, normalmente, al mismo tiempo, supone la modificación de distintas normas.

Lo que está claro es que tiene que haber regulación. Y debe ser una regulación sosegada, reflexiva, teniendo en cuenta los diferentes actores, pero tiene que haber regulación, sobre todo, en ciertos ámbitos en los cuales hay una disociación entre esa actividad económica y su desarrollo y el ajuste de la regulación acompañada con los cambios que ha habido en esa actividad mercantil.

Por tanto, la regulación tiene que existir en diferentes ámbitos y ya tenemos la muestra de que esa regulación tienen un impacto positivo y muchas veces se ha mostrado necesario.

¿Por ejemplo?

Voy a poner uno que es muy claro. Con el tema de los códigos de buen gobierno, desde Aldama y Olivenza, teníamos una recomendación que era que las empresas cotizadas sometiesen a aprobación en la junta general de accionistas la retribución de los consejos de administración, en los que, en muchos casos, no están los accionistas relevantes de esas empresas.

También decían que tenían que informar sobre esas retribuciones y, en la mayor parte de los casos, no había forma de entender realmente cuánto dinero obtenía cada uno de esos consejeros de empresas que pertenecen a un montón de accionistas.

Finalmente, el regulador, a través de la Ley de Sociedades de Capital, incluye la obligación de que se sometan a votación este tipo de informes retributivos. Y luego, la CNMV, para que no haya lugar a dudas, establece un formulario conforme al cual tienes que detallar cada uno de los elementos retributivos de cada uno de los miembros del consejo.

Con lo cual, esa información era comparable y se sometía a la junta general. Pero empezó a haber problemas porque esos informes retributivos muchas veces eran cuestionados por parte de los inversores y de otras figuras como los proxy advisors.

En definitiva, han tenido que pasar muchos años para que el regulador diga que la recomendación, de por sí, no está funcionando y que vamos a pasar de una regulación blanda a una exigibilidad a través de la Ley de Sociedades de Capital.

Por tanto, la regulación es necesaria. Tenemos que ir ajustando esa regulación a los cambios que está habiendo en los mercados, a los cambios organizativos dentro de las empresas y eso es completamente necesario. En primer lugar, no solo para evitar los impactos negativos de la actividad económica sino también para generar unas reglas del juego que sean justas, ecuánimes e iguales para todos porque, sino, lo que estamos haciendo es provocar un efecto negativo sobre nuestro tejido productivo y, principalmente, sobre las empresas pequeñas que no pueden salir a mercados donde aprovecharse de esas debilidades y fragilidades normativas en cuanto a gestión de impactos en el ámbito medioambiental, laboral o de los derechos humanos.

- En los últimos años, se escucha mucho eso de ‘las empresas del futuro serán sostenibles o no serán’. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

En el futuro de las empresas y si serán sostenibles o no, debemos plantearnos qué entendemos por sostenible y, a partir de ahí, dar respuesta.

El factor ambiental va a ser importante, sin duda. En las nuevas generaciones, hay una conciencia vinculada a los aspectos relacionados con cambio climático y a la economía circular. Los jóvenes van a ser los que el día de mañana estén en la toma de decisiones por parte de las organizaciones y, por tanto, creo que, en ese aspecto, las empresas deberán tener en cuenta los aspectos ambientales.

A mí me gustaría creer que sí, que las empresas del mañana, indudablemente, o son sostenibles o la sostenibilidad va a suponer una ventaja competitiva. Pero para eso hay que poner los elementos para que eso se traduzca en una realidad. Es decir, que se pueda diferenciar por parte del consumidor quién está actuando de forma sostenible y quién no. Y yo espero que eso sea así.

- Uno de los ejes sobre los que, al parecer, se asienta la sostenibilidad en las organizaciones es la contribución que estas realizan a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. ¿Qué valoración hace usted de esta involucración de numerosas empresas con los ODS de Naciones Unidas?

El tema de ODS y empresas está contribuyendo no sé si positivamente porque, en cierta manera, desvirtúa un trabajo que se estaba desarrollando desde hace tiempo en la gestión de la responsabilidad social. Al final, la empresa, como mejor puede contribuir a los ODS, es teniendo en consideración esas externalidades y los riesgos a los que está expuesta en diferentes áreas.

El problema que nos podemos encontrar con vincular demasiado ODS y empresas es que las empresas nos informen de forma parcial sobre algunos ODS y no informen sobre cómo están gestionando los riesgos y los impactos en las diferentes áreas en las cuales están expuestas en función de su actividad y de su presencia geográfica, lo que puede contribuir a que se desvíe el foco de la gestión.

Para nosotros, el tema de la responsabilidad social es identificar riesgo, ver la exposición que tiene la empresa en los diferentes ámbitos y en las diferentes actividades a ese riesgo, establecer políticas, procedimientos y objetivos y ver resultados. Por tanto, creo que la mejor herramienta para contribuir a los ODS, en este caso, es la responsabilidad social desde una perspectiva de gestión de esos riesgos y esos impactos.

- En la situación actual, resulta inevitable aludir a los impactos que ha generado en el último año y medio la COVID-19 en todos los ámbitos. En concreto, ¿de qué forma considera que ha influido la pandemia en el desarrollo de la RSC?

La pandemia ha influido en la toma de conciencia del efecto boomerang que ha tenido no sé si la dejadez, pero sí el no afrontar los cambios estructurales que se estaban produciendo en los modelos productivos y en la externalización en muchos sectores de actividad en terceros países.

Siempre ha habido una externalización, pero no de una forma tan pronunciada como la que ha habido en las últimas décadas y el efecto boomerang que ha supuesto eso ha hecho que haya una conciencia en diferentes ámbitos, en la ciudadanía, en los reguladores y luego la necesidad de recuperar soberanía económica y soberanía, por tanto, política, en ese sentido.

También ha levantado conciencia sobre un debate necesario en relación a qué actividades deben estar dentro del ámbito de lo público y qué actividades deben estar dentro del ámbito de lo privado. Y yo creo que lo que ha hecho es trascender ese debate, que normalmente era un debate muy estéril de si público o privado.

Por ejemplo, en el ámbito de la investigación de las vacunas, se ha transferido mucho dinero público a ciertas empresas privadas, se ha planteado el debate sobre las patentes en la situación de máxima pandemia, emergencia sanitaria e incluso supervivencia de la especie por la necesidad de tener inmunizada a una gran parte de la población mundial. O, por ejemplo, la investigación que se ha hecho en España con el CSIC de una vacuna con muy pocos recursos comparado con los recursos que han ido a empresas privadas o lo acontecido con algunas relaciones comerciales contractuales que ha tenido la Unión Europea con algunas farmacéuticas.

Es decir, ahí hay elementos que han planteado la necesidad de debate, de abrir debates que son necesarios. No digo cuál tiene que ser el resultado de ese debate, pero digo que son debates necesarios. Entonces, yo creo que esa es una de las cuestiones sobre las que ha levantado conciencia la pandemia.

- En la actualidad, son numerosas las voces que defienden que la RSC y la Sostenibilidad deben ser cuestiones transversales y estratégicas en la toma de decisiones de las empresas. ¿Qué opinión tiene usted a este respecto?

La responsabilidad social tiene que ver sobre todo con la gobernanza, a partir de generar una cultura corporativa y de asunción tanto de conciencia como de responsabilidades por parte de los máximos órganos de decisión dentro de la empresa. Eso conlleva que, en la responsabilidad social, se tiene que medir el impacto en las diferentes áreas –que es un tema complejo, nuevo, que requiere ciertos perfiles y conocimientos técnicos que no se tenían hasta épocas muy recientes en las empresas–, en la adopción de decisiones que se llevan a cabo en el área de compras, de inversiones, de relaciones comerciales, de fabricación de un producto y de todo lo que es la cadena de valor, no solamente aguas abajo sino también aguas arriba.

Son muchas las variables que hay que meter en un cóctel y hay que tenerlas en cuenta a la hora de tomar esas decisiones.

Lo principal es que haya esa cultura corporativa. Por lo tanto, tiene que subir arriba, al máximo órgano de decisión, y luego tiene que trasladarse a las diferentes áreas de la organización. En definitiva, debe ser algo transversal, sin lugar a dudas.

Si el departamento de compras no tiene en cuenta los impactos ambientales, los impactos en los derechos humanos, los impactos en los derechos laborales, su capacidad de influencia para generar un entorno con un menor riesgo en materia de corrupción… realmente, aunque tengamos una política muy bonita de responsabilidad social, vamos a conseguir poco. Y eso es aplicable en todas las áreas de la empresa.

Yo creo que ha ayudado que haya determinada normativa, como la Ley 11/2018 (de información no financiera y diversidad), que obliga a que la información no financiera sea formulada por todos los administradores de la empresa y haya una responsabilidad sobre esa información no financiera y sobre los estados de información no financiera. Y todo eso contribuye positivamente.

- Por último, ¿por qué derroteros cree que discurrirá la Responsabilidad Social Corporativa en el futuro?

En cuanto al futuro de la RSC, tenemos varios elementos que nos mandan señales contradictorias y vamos a ver cuál es el futuro real.

Hay una coincidencia de que, en un futuro no inmediato, pero sí a medio-largo plazo, los combustibles fósiles van a tener un papel marginal dentro de la economía. Ahora mismo tienen un papel protagonista. Estamos viendo cómo en España ya se está apostando por la electrificación, por el coche eléctrico y todo lo que conlleva en el sector del transporte, pero no solo en el sector del transporte, sino también en otros sectores de actividad. Esto parece más o menos claro.

Pero también hay otro factor y es cómo está cambiando la economía y cómo están cambiando los modelos de empresa, cómo eso está afectando al comercio, cómo va a afectar al comercio tradicional…Y todo eso tiene que ver con la digitalización y con la acentuación de ese proceso durante la pandemia.

Las empresas tecnológicas han sido los grandes beneficiados de la pandemia. Y, principalmente, a nivel de comercio, empresas como Amazon han crecido en beneficios, en facturación, en número de empleados y, sin embargo, desde un punto de vista de contribución a la riqueza del territorio, esta ha sido menor que la de otro tipo de empresas.

Con lo cual, creo que estamos en un momento de transformación de muchos sectores. Por supuesto, en el del comercio, pero lo vemos también en servicios financieros y lo vamos a ver en muchísimos otros sectores que tienen que ver con ese proceso de digitalización y de avances en el campo tecnológico y que realmente van a transformar el mercado de trabajo, el comercio y la prestación de ciertos servicios.

Ahí se nos plantean nuevas variables que no estaban hace tan solo unos años, que ahora están ahí, que se han acentuado y acelerado con la pandemia y que tendremos que ver qué impactos generan esos cambios, que serán muy disruptivos sobre la economía tal y como la tenemos concebida hoy en día.

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