Isabel Roser lleva asesorando a líderes, empresas e instituciones desde 1997 y trabajando en estrategias, metodologías y soluciones para la competitividad responsable, el liderazgo del sector privado en el desarrollo sostenible y las alianzas para la transformación social.
Con una amplia experiencia en desarrollo sostenible a nivel nacional y europeo, Roser actúa como puente entre España y América Latina, así como entre empresas privadas, sector público y sociedad civil.
- ¿Qué significa para usted ser reconocida en la categoría Senior de los Premios DIRSE?
Para mí significa sobre todo una responsabilidad y una gran alegría. Es una responsabilidad porque cuando te dan un reconocimiento, implica que no sólo tienes que serlo, sino también parecerlo. Te pone en visibilidad respecto a otras personas que quizás no te conocen y eso conlleva la responsabilidad de seguir siendo consecuente y coherente con tus convicciones y conocimientos.
Además, es una responsabilidad seguir siendo generosa y compartir con los demás. Pero, sobre todo, es una gran alegría porque el reconocimiento viene de los compañeros. Eso ha sido muy bonito. De hecho, no me lo esperaba para nada porque había dos grandes competidores conmigo, que eran hombres.
- Justamente, ganó en una categoría que también destacaba a mujeres. ¿Qué opina al respecto?
Sí, al final ganamos dos mujeres y esto también transmite un mensaje importante: no todo pasa en Madrid o en las grandes capitales. Hay personas interesantes con inquietudes y capacidad de aportar en todos los lugares. Hay espacio para todos, especialmente para las mujeres, incluso en ciudades medianas como Zaragoza.
- ¿Cuáles son los valores fundamentales que le han guiado en su camino hacia este éxito?
No sé si llamarlo éxito; quizás es más un mito. No me gusta pensar en esto como un fin, sino como un medio o el principio de otras cosas. La vida es cíclica, siempre en un punto de infinito. Los valores que me han guiado son la coherencia con mis convicciones, la generosidad y la responsabilidad de compartir y aportar a los demás. También es crucial ser coherente con los conocimientos y seguir aprendiendo y creciendo.
El camino hacia la sostenibilidad y el liderazgo no es fácil, pero es imprescindible. Debemos unir el progreso económico con el social y eso implica un compromiso estratégico desde la alta dirección de las organizaciones. Este reconocimiento es un paso más en ese camino y estoy agradecida por ello.
- ¿Cómo definirías el momento actual de la sostenibilidad tanto en España como fuera?
Hoy estamos viviendo el inicio de uno de los períodos más cruciales en la historia de la sostenibilidad. Hace 50 años, esto no era una prioridad y apenas se hablaba de ello. Ahora, si abrimos las noticias, siempre encontramos datos alarmantes sobre el cambio climático, la deforestación y la desigualdad.
Hemos pasado de una época en la que las empresas y gobiernos no daban prioridad a la sostenibilidad a un punto donde eventos como el Acuerdo de París marcan un cambio fundamental. Si observamos la tasa de energías renovables, por ejemplo, ha crecido significativamente y sigue en aumento. También hay una transformación en los sistemas alimentarios y en cómo las empresas abordan la economía circular.
Sin embargo, aún tenemos grandes retos por delante, como la contaminación de los océanos y los riesgos climáticos. Estamos viendo una evolución en los próximos años, con muchos sectores trabajando de manera decidida para abordar estos problemas. El desafío ahora es mantener y acelerar este cambio, buscando una renovación continua y adaptándonos a nuevas normativas y exigencias.
- ¿Cuál es el papel de la figura del directivo de sostenibilidad en este contexto?
La figura del directivo de sostenibilidad ha pasado por muchas etapas y ahora se encuentra en un momento de consolidación. Este rol ha ganado relevancia gracias a varios factores, incluyendo cambios legislativos y una mayor conciencia social y empresarial sobre la importancia de la sostenibilidad. La legislación está obligando a las empresas a integrar prácticas sostenibles en su operación diaria. Esto no solo se refleja en los requisitos regulatorios, sino también en la demanda de los consumidores y en las expectativas de los inversores.
Las decisiones estratégicas de los comités directivos cada vez más incorporan la sostenibilidad como un eje central. El acceso al capital también está influenciado por el desempeño en materia de sostenibilidad, las empresas con mejores prácticas ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) tienen mejores condiciones de financiación. Esto ha transformado la manera en la que las empresas operan y planifican su futuro.
Definitivamente, estamos en un momento interesantísimo, ante una encrucijada de sostenibilidad; ya no es un accesorio, sino una parte esencial de la estrategia empresarial. La capacidad de generar valor compartido está cada vez más ligada a prácticas sostenibles. Las ofertas de empleo en este sector están creciendo y vemos un cambio significativo en cómo las empresas y gobiernos abordan estos retos.
El rol del directivo de sostenibilidad está evolucionando para incluir no sólo habilidades técnicas, sino también habilidades blandas que permiten influir transversalmente en toda la organización. Es un momento de gran oportunidad y transformación y debemos aprovechar esta inercia para capacitar y fortalecer a todos los profesionales en este campo.
Ya era hora de que esto se viera no como un tema de ecologista, sino de economista, y ésta es la apuesta que hay que hacer. Hay que dar el salto de entender que esto no va de ecología, sino de economía.
- ¿Y cómo planea aprovechar este reconocimiento para seguir impulsando este impacto positivo en la innovación en sostenibilidad y cambio social?
Quisiera ser también una voz de esperanza y posibilismo. Queda un poco espiritual, pero me gustaría seguir en esa perspectiva que siempre intento imprimir en mis colaboraciones con mis clientes o con mis clases en la Universidad. A pesar del momento de crisis, también es una oportunidad que tenemos como seres humanos y como generación histórica. En la historia nunca ha habido tantas posibilidades de soluciones como ahora.
Si miras en un horizonte temporal de miles de años, somos de las primeras generaciones humanas que tenemos información de lo que puede venir. Nuestros antepasados podían intuirlo, pero no detectarlo con la precisión que hoy tenemos gracias a la ciencia y la tecnología. Además, tenemos la capacidad de generar soluciones y, lo más interesante, de aplicar economías de escala global.
Antes, las soluciones eran muy locales y no tenían la capacidad de escalabilidad que tenemos ahora. Intento dar siempre esa perspectiva más posibilista de esperanza de la sostenibilidad, la innovación y la prosperidad. Y esa es la mirada que me gustaría tener porque, si nos quedamos sólo en lo catastrófico, aunque no soy ‘naif’, estamos en un momento crítico.
Pero a mí me gustaría apostar por la mirada más transformadora. La regeneración es un tema que me interesa muchísimo. Todas estas nuevas regulaciones son nuevas reglas del juego que la Unión Europea nos está enseñando anticipadamente. Nos están educando en cómo debemos comportarnos con una mirada holística, de cadena de valor, de ciclo de vida. Esta perspectiva no sólo es económica y financiera, sino también de impacto positivo. Aunque en Europa estamos abrumados con tantas normativas, debemos verlo como una oportunidad para aprender y aplicar las buenas prácticas.
- Y en su opinión, ¿cuáles son los principales obstáculos para que las empresas adopten prácticas más sostenibles?
Para mí, el verdadero desafío es el cambio de mentalidad, tal y como se habla en la 'Vision 2050 del ‘World Business Council for Sustainable Development'. Asesorando a empresas y hablando con muchas instituciones y organizaciones, me doy cuenta de que, si hay voluntad de mejorar las cosas, se puede lograr. Generacionales o no, es un tema mental. Si alguien tiene visión, encuentra los recursos o los busca y genera los procesos, las políticas, lo que se tenga que generar en las organizaciones, se pueden lograr cambios significativos. También es verdad que muchas prácticas se han mantenido durante más de 200 años y cambiar eso requiere tiempo. La cultura de la sostenibilidad debe permear toda la organización.
A partir de ahora, esto debe ser no sólo transparente sino nítido en las estrategias de las organizaciones y en la toma de decisiones en los consejos de administración. Hasta ahora, las decisiones estaban dominadas por los financieros y los jurídicos, pero ahora también deberán tener en cuenta a la gente de sostenibilidad porque su trabajo también impacta en las finanzas.
La gente debe entender que hay que cambiar las reglas del juego y la toma de decisiones. Esto no va de hacer una campaña o una acción puntual; se trata de que la organización entienda y adopte la sostenibilidad como parte integral de su estrategia.