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Pedro Fresco, director de la Asociación Valenciana del Sector de la Energía

“El negacionismo tuvo un origen económico pero hoy es casi totalmente político”

El científico y divulgador valenciano Pedro Fresco publica ‘Energy Fakes, mitos y bulos sobre la transición energética’, de la editorial Barlin, donde desmonta un gran número de mentiras asociadas a las energías renovables.

El director de la Asociación Valenciana del Sector de la Energía advierte que, aunque España lleva reduciendo emisiones desde hace unos 15 años, no lo hace a la velocidad suficiente.
El director de la Asociación Valenciana del Sector de la Energía advierte que, aunque España lleva reduciendo emisiones desde hace unos 15 años, no lo hace a la velocidad suficiente.

¿Cuáles son los principales ‘fakes’ sobre la energía que circulan de boca en boca?

Hay muchos y variados, pero en este momento destacaría dos: aquellos que intentan minusvalorar las energías renovables como alternativa a los combustibles fósiles y aquellos que se vierten sobre el coche eléctrico. El caso del coche eléctrico es especialmente terrible, donde hay un bombardeo constante de fakes sobre coches eléctricos que se incendian, que se quedan tirados en carretera, que se rompen, etc.

Hay más: fakes sobre lo que pasa en otros países, sobre el hidrógeno o sobre el renacimiento nuclear. Pero creo que los más importantes son los dos anteriores.

¿A quién debemos estos bulos? ¿Hay intereses detrás?

El origen de los bulos es diverso. En muchos casos, son intereses económicos amenazados los que crean bulos sobre las tecnologías competidoras que están llamadas a desplazarlos, como mecanismo de intentar evitar un cambio que no les interesa. También hay intereses laborales, es decir, personas que no quieren perder su trabajo en sectores amenazados y que expanden esos bulos con la misma intención. 

En otros casos, el origen es político, parte de una cosmovisión del mundo o de un prejuicio ideológico que no se quiere abandonar y lleva a cosas tan graves como a enfrentar la ciencia. Es el caso del negacionismo climático, por ejemplo, un bulo que hoy tiene mucho más de político que de económico.

Pero no siempre hay intereses o malas intenciones detrás de los bulos. A veces, simplemente, tienen que ver con aprendizajes previos que eran ciertos en su momento, pero que hoy han sido superados. Sin embargo, a los seres humanos nos cuesta mucho desaprender y aceptar información nueva. Por eso, muchas veces, somos correa de transmisión de bulos por prejuicios arraigados.

¿Por qué crees que están tan presentes los bulos sobre la energía?

La energía es lo que mueve el mundo, lo que mueve la economía y las sociedades modernas. Sin energía no habría industria, ni movilidad, tal y como la conocemos ahora, ni nuestra economía se podría mantener. Es algo esencial para la sociedad humana y, por eso, hay tantos intereses en juego. Pensemos simplemente que las dos principales exportaciones de España son los coches de combustión y el petróleo refinado. Si a eso le unimos las cuestiones ideológicas y la natural resistencia al cambio que tenemos los seres humanos, tenemos el cóctel perfecto.

¿Es la ideología clave en este tipo de noticias?

 A la hora de generarlas, a veces sí, y a veces no; pero a la hora de propagarlas, la ideología se convierte en un elemento central. Nosotros tendemos a dar verosimilitud a las cosas que cuadran con nuestros prejuicios e ideología. Si no nos gusta un gobierno será más fácil que nos creamos los bulos que atacan las políticas de ese gobierno. Si alguien ha abrazado ideologías conspirativas que defienden que hay una gran conspiración mundial, se creerá los bulos que apunten en ese sentido. Si siempre hemos combatido los coches particulares como modelo de movilidad, también será más fácil que nos creamos los bulos sobre los coches eléctricos porque tenemos un prejuicio que nos dice que los coches no son la solución sino el problema, aunque sean eléctricos. Por eso, es importante ser honesto con uno mismo e intentar analizar si nos creemos las cosas porque nos es más cómodo creérnoslas. 

¿Qué me puede decir del negacionismo con respecto al cambio climático?

Este es un fake que tuvo un origen económico, pero que hoy es casi totalmente político. Las grandes petroleras ya sabían en los años 70 y 80 que la quema de combustibles fósiles estaba cambiando el clima, pero sembraron la confusión y la incertidumbre para boicotear las políticas climáticas. El móvil era puramente económico: querían seguir vendiendo petróleo. Pero ya han pasado bastantes décadas, y hoy en día, las propias petroleras ya han aceptado totalmente la evidencia científica sobre el cambio climático y no promueven bulos negacionistas. Ojo, siguen defendiendo una transición más lenta y otras cuestiones que beneficia a su negocio, pero no creando bulos sobre el cambio climático.

¿Qué ha pasado? Pues que todos esos argumentarios negacionistas que buscaban confundir, que usaban datos seleccionados exprofeso para desacreditar a la ciencia, hoy son usados por movimientos políticos que se basan en el pensamiento conspirativo y en una imaginaria conspiración globalista que quiere dominar el mundo. 

El negacionismo se ha convertido en una herramienta política de los movimientos populista de extrema derecha, y este es uno de los dramas de la creación de bulos: cuando ya los has creado se convierten en un recurso para que lo use cualquier otro, incluso aunque no tenga nada que ver contigo. Crear bulos es abrir una caja de Pandora que se convierte en incontrolable.

¿Cómo vamos con la descarbonización a nivel nacional y mundial?

Vamos lentos. Avanzamos, pero demasiado lento. España lleva reduciendo emisiones desde hace unos 15 años, pero no lo hace a la velocidad suficiente. En el sistema eléctrico estamos reduciendo bastante deprisa gracias a las renovables y la desaparición del carbón, pero vamos muy lentos en sectores clave como la industria o la movilidad.

A nivel internacional es todavía peor, porque aún no hemos llegado al pico de emisiones. Probablemente, llegaremos en los próximos dos o tres años. A partir de ahí, deberemos reducir emisiones a una velocidad nunca vista. Es un reto difícil pero ya tenemos muchas de las tecnologías que necesitamos para hacerlo. Si triplicamos la velocidad de instalación de energías renovables, tal y como indica la ONU, hacemos un cambio masivo hacia la movilidad eléctrica y atacamos el tema industrial, podemos conseguirlo.

En tu libro dedicas un apartado especial sobre China. ¿Por qué se ataca al país asiático afirmando que no trabaja lo suficiente en energías renovables cuando con datos tú confirmas que sí lo hace?

China tuvo un crecimiento espectacular del consumo de carbón entre finales de los 90 y principios de la década de 2010. Se convirtió en muy pocos años en el país más contaminante del mundo y por eso ha sido señalada, y con razón. Pero en los últimos años están pasando cosas. China está fabricando e instalando todas las tecnologías limpias que existen y a una velocidad superior al resto del mundo. Instala más energía solar que nadie, más eólica que nadie, más hidráulica que nadie, la mayoría de los vehículos eléctricos se venden en China… Paradójicamente, todavía sigue aumentando emisiones, pero con este crecimiento exponencial de las energías y tecnologías limpias parará en un par de años. Y, a partir de ahí, tienen la posibilidad de reducir emisiones muy rápidamente si aceptan que tienen que eliminar el carbón lo más rápidamente posible, algo que no es tan sencillo porque es una energía autóctona e importante en muchas provincias. 

Mi crítica proviene fundamentalmente porque señalar a China se ha convertido en una excusa para no hacer nada. “Es que China no hace nada” dicen, y así nos quitamos la responsabilidad de encima. Y no es cierto. Cuando China comience a reducir emisiones se inventarán otra cosa para no hacer lo que debemos hacer.