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Xavier Saltó, nuevo director de Descarbonización de Nalba Advisors

“España puede y debe ser un actor estratégico en la transición energética global”

En un contexto en el que la sostenibilidad ha dejado de ser un valor añadido para convertirse en un pilar estratégico del negocio, Soziable conversa con Xavier Saltó, nuevo director de Descarbonización de Nalba Advisors. Con una mirada lúcida y ambiciosa, Saltó defiende que “descarbonizar con sentido estratégico” no consiste únicamente en reducir emisiones, sino en repensar profundamente el modelo empresarial para hacerlo más competitivo, resiliente y preparado para los desafíos estructurales del siglo XXI. Su enfoque integra la sostenibilidad como motor de transformación, innovación y creación de valor a largo plazo.

Xavier Saltó, nuevo director de Descarbonización de Nalba Advisors.
Xavier Saltó, nuevo director de Descarbonización de Nalba Advisors.

Durante la conversación, Xavier Saltó subraya que la sostenibilidad no puede seguir viéndose como un coste, sino como una inversión estructural; advierte sobre los principales obstáculos que enfrentan las empresas —desde la baja calidad de los datos hasta la falta de gobernanza climática— y destaca la necesidad de integrar la descarbonización en la cultura corporativa. Además, el director de Descarbonización de Nalba Advisors analiza las diferencias entre el sector público y privado, el papel que debe jugar España en la transición energética global y cómo las empresas europeas deben prepararse ante posibles retrocesos en la cooperación internacional.

¿Qué distingue a Nalba Advisors de otras consultoras en sostenibilidad?

Creemos en la sostenibilidad como una palanca de aportación de valor al negocio. Existen otras consultoras que han crecido bajo el paraguas de la regulación o con un propósito principal de impacto ambiental o social. Nosotros tenemos en cuenta, por supuesto, esas dimensiones, pero creemos firmemente que podemos contribuir a mejorar nuestro entorno y nuestra sociedad, haciendo que las empresas sean más eficientes, más resilientes y, por tanto, más competitivas a través de ejes de actuación relacionados con la sostenibilidad

Tenemos un equipo con una dilata experiencia en el mundo de la estrategia y la sostenibilidad y esa combinación es nuestro motor para ofrecer servicios diferenciales en el mercado, en el que normalmente ambos aspectos están desvinculados. 

¿Cuál es su visión para el área de descarbonización en Nalba Advisors en los próximos 3 años?

Siempre he sostenido que la sostenibilidad representa también una oportunidad estratégica de negocio. Por ello, nuestro principal propósito es acompañar a las organizaciones en la transformación de sus operaciones para hacerlas más eficientes, más rentables y, por supuesto, con un menor impacto ambiental. A esto lo denominamos ‘descarbonización con sentido estratégico’.

En este contexto, nuestro principal valor diferencial radica en el conocimiento profundo de los dos extremos de la cadena de valor. Por un lado, contamos con una dilatada experiencia técnica de más de 20 años, que nos permite comprender cómo debe articularse un proceso de descarbonización eficaz en cualquier sector, así como los objetivos que debe perseguir y los impactos ambientales que conlleva. Por otro, nuestra intensa colaboración con entidades financieras, en ámbitos como el análisis del riesgo climático y de transición, la descarbonización de carteras de inversión y negocio, o la evaluación del impacto de bonos verdes y sociales, nos proporciona una visión precisa de sus necesidades y de las soluciones que pueden ofrecer.

“Nuestro propósito es acompañar a las organizaciones en la transformación de sus operaciones para hacerlas más eficientes, más rentables y, por supuesto, con un menor impacto ambiental”

Con frecuencia, ambos mundos —el técnico-industrial y el financiero— no comparten el mismo lenguaje debido a sus diferentes realidades. Por ello, nuestra misión consiste en identificar y activar oportunidades en las que los procesos de descarbonización generen también un incremento tangible de valor, logrando así una convergencia exitosa entre sostenibilidad y rendimiento económico.

¿Qué significa para usted ‘descarbonizar con sentido estratégico’?

Implica ir más allá de la simple reducción de emisiones para integrar la descarbonización como un vector de competitividad, resiliencia y creación de valor a largo plazo. No se trata únicamente de cumplir con objetivos regulatorios o de imagen, sino de alinear la transición energética con la estrategia de negocio, anticipando riesgos climáticos —físicos y de transición— y posicionando a la organización en los mercados del futuro.

Esto requiere identificar palancas de reducción de emisiones que no solo sean técnicamente viables, sino económicamente rentables y coherentes con la cadena de valor de la empresa. Además, exige considerar el contexto normativo, financiero y reputacional en el que opera cada organización. 

En mi experiencia, una descarbonización estratégica se fundamenta en tres pilares: datos robustos, visión sectorial de largo plazo y una gobernanza que permita integrar sostenibilidad en la toma de decisiones.

¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentan hoy las empresas para descarbonizar sus operaciones?

En primer lugar, la baja calidad y trazabilidad de datos, especialmente en emisiones de alcance 3 pero también, todavía, en los alcances 1 y 2. A esto se suma la falta de capacidades técnicas y financieras internas para abordar la transformación de forma estructural. 

También influye la incertidumbre regulatoria, con marcos normativos en evolución que dificultan la planificación a medio plazo. Finalmente, muchas empresas aún no han integrado la descarbonización en su gobernanza y cultura corporativa, lo que limita su impacto real y transversal.

“No se trata únicamente de cumplir con objetivos regulatorios o de imagen, sino de alinear la transición energética con la estrategia de negocio”

¿Ha notado diferencias entre los proyectos de descarbonización en el sector público y el privado?

Sí, en el sector privado los proyectos responden a criterios de rentabilidad, gestión de riesgos y cumplimiento ESG, mientras que en el público están más vinculados a objetivos regulatorios y planificación a largo plazo. El privado avanza con más agilidad, pero el público tiene un papel clave como catalizador y regulador. Ambos requieren enfoques diferenciados, pero metodológicamente coherentes.

¿Qué papel debe jugar la sostenibilidad en las empresas?

La sostenibilidad debe dejar de ser entendida como una función accesoria o de cumplimiento reputacional, y pasar a desempeñar un papel estructural y estratégico dentro de las organizaciones. En un contexto donde los riesgos ambientales, sociales y de gobernanza impactan directamente en la continuidad del negocio, la sostenibilidad actúa como un marco de gestión del riesgo, de innovación y de creación de valor a largo plazo.

Esto implica integrarla transversalmente en todos los niveles corporativos: desde la gobernanza —con órganos de decisión que incorporen criterios ESG— hasta la cadena de suministro, las operaciones, la estrategia financiera y la propuesta de valor al cliente. Las empresas que internalizan los principios de sostenibilidad no solo mejoran su resiliencia frente a escenarios regulatorios y climáticos inciertos, sino que acceden a mejores condiciones de financiación, atraen talento y ganan legitimidad social.

“En el sector privado, la descarbonización responde a criterios de rentabilidad, gestión de riesgos y cumplimiento ESG, mientras que en el público a objetivos regulatorios y planificación a largo plazo”

En mi visión, la sostenibilidad no es un fin en sí mismo, sino un vehículo para repensar modelos de negocio en clave de eficiencia sistémica, impacto positivo y anticipación de transformaciones estructurales —como la transición energética o la economía circular— que ya están remodelando los mercados.

¿Cómo se puede lograr un equilibrio real entre sostenibilidad y rentabilidad en las empresas?

En el vector ambiental, esto es directamente proporcional. No olvidemos que, por ejemplo, las emisiones de carbono se producen del consumo de energía y recursos. De este modo, la descarbonización de un negocio pasa, necesariamente, por producir el mismo valor con menos recursos energéticos y/o materiales. Fíjese que a la par, eso aumenta automáticamente el margen bruto de la compañía. En resumen, el equilibrio entre sostenibilidad y rentabilidad nace de superar la visión dicotómica entre ambas y abordarlas como dimensiones interdependientes del mismo modelo de negocio.

“La sostenibilidad no es un fin en sí mismo, sino un vehículo para repensar modelos de negocio”

Además de lo anterior, no olvidemos las oportunidades reputacionales, financieras y de mercado. Las empresas que internalizan los riesgos climáticos, regulatorios y sociales en su estrategia están en mejores condiciones de anticiparse a disrupciones, acceder a financiación sostenible y generar confianza en mercados cada vez más exigentes.

¿Qué papel cree que debe jugar España en la transición energética global?

España puede y debe ser un actor estratégico en la transición energética global, aprovechando su potencial renovable, su ubicación geográfica y su capacidad industrial para liderar en integración de renovables, hidrógeno verde y digitalización de redes. Su papel no es solo descarbonizar, sino también exportar soluciones y conocimiento.

¿Qué riesgos climáticos considera más urgentes para el sector financiero?

El sector financiero enfrenta dos grandes categorías de riesgos climáticos: los riesgos físicos, derivados de los impactos directos del cambio climático —como fenómenos meteorológicos extremos o la degradación de activos por aumento del nivel del mar—, y los riesgos de transición, vinculados al ajuste estructural hacia una economía baja en carbono.

En el contexto actual, considero más urgentes los riesgos de transición, debido a su velocidad de materialización y su impacto sistémico. Cambios regulatorios abruptos, pérdida de valor en activos intensivos en carbono, litigios por greenwashing o la obsolescencia tecnológica pueden generar riesgo de crédito, de mercado y reputacional a gran escala. Además, la creciente presión de los inversores institucionales y los requisitos de transparencia (como los estándares ISSB, ESRS o el Pilar 3 climático) están elevando significativamente las exigencias sobre las entidades financieras.

“Las empresas que internalizan los principios de sostenibilidad acceden a mejores condiciones de financiación, atraen talento y ganan legitimidad social”

A nivel operativo, esto implica revisar las exposiciones sectoriales, incorporar criterios ESG en las decisiones de inversión y financiación, y establecer estrategias de gestión de riesgos climáticos integradas en el marco de gobierno corporativo, tal y como recomienda el TCFD. Sin estas medidas, las entidades se enfrentan no solo a pérdidas económicas, sino a pérdida de licencia social para operar.

¿Qué mensaje daría a las empresas que aún ven la sostenibilidad como un coste y no como una inversión?

Les diría que seguir viendo la sostenibilidad como un coste es un error de lectura estratégica del entorno. La sostenibilidad ya no es una opción reputacional o un ejercicio de cumplimiento, sino un condicionante estructural del modelo de negocio. En un contexto marcado por el riesgo climático, la presión regulatoria creciente y la transformación de las preferencias del mercado, no integrar la sostenibilidad es asumir riesgos financieros, operativos y reputacionales evitables.

Las empresas que actúan proactivamente están accediendo a financiación más competitiva y ganando acceso a nuevos mercados y segmentos de consumidores. Además, desde el punto de vista operativo, muchas inversiones sostenibles generan retornos en aumentos de productividad y eficiencia, resiliencia de la cadena de suministro o reducción de exposición al carbono, que se traducen directamente en importantes ventajas competitivas.

“El sector financiero se enfrenta a dos grandes categorías de riesgos climáticos: los riesgos físicos y los riesgos de transición”

Las compañías que no apuesten hoy no quedarán inmediatamente fuera del mercado, pero deberán acometer acciones bajo más presión regulatoria, peores condiciones de financiación y, muy probablemente, sin el apoyo de las subvenciones o los beneficios fiscales que hoy sí existen.

¿Qué impacto cree que pueden tener las recientes políticas de la administración Trump —como el impulso a los combustibles fósiles y la eliminación de incentivos a las energías limpias— en los esfuerzos globales de descarbonización?

Absolutamente ninguno. Trump sabe bien (o debería) que el modelo económico está cambiando. Después de casi dos siglos de industrialización y un nivel de desarrollo de la humanidad sin precedentes, ha llegado el momento de consolidar ese avance y desarrollo vertiginoso. Permítanme el símil con el análisis técnico de cualquier mercado: después de un gran impulso llega una consolidación, una etapa en la que se asienta y afianza el impulso anterior, ordenando todo lo que el empuje ha dejado por el camino. Convirtiendo máximos en nuevos suelos, y construyendo los cimientos para el próximo impulso.

En mi opinión, en el siglo XXI entramos en esa etapa de la mano de la digitalización (hiperconectividad, globalización) y la sostenibilidad (descarbonización, desarrollo social). No significa que no hagamos grandes avances tecnológicos, al contrario, significa que produciremos como antes pero de forma más eficiente y más justa.

“Las políticas de la administración Trump no van a tener ningún impacto en los esfuerzos globales de descarbonización”

Volviendo a Trump. Él sabe bien (o debería) de todo lo anterior y en mi opinión su posición se basa sólo en seguir manteniendo el relato. Trata de centrar el discurso en quién tiene los activos energéticos actuales, perdiendo de vista que esos activos energéticos que durante dos siglos han significado ostentar el poder global van perdiendo valor día a día, a medida que otros activos energéticos van tomando el relevo. 

Por ejemplo, las renovables en plena madurez, pero no sólo estas, si no un completo ecosistema de nuevas soluciones y vectores energéticos, con ingentes cantidades de inversión y apoyo a nivel de investigación y que, algunas de ellas, se encuentran en fases finales de introducción a gran escala. Y él lo sabe porque compañías de los Estados Unidos lideran esas investigaciones y esas inversiones en I+D.

“Las compañías que no apuesten hoy deberán acometer acciones bajo más presión regulatoria, peores condiciones de financiación y, muy probablemente, sin el apoyo de las subvenciones”

¿Cómo deberían prepararse las empresas europeas ante un posible retroceso en la cooperación internacional en sostenibilidad, especialmente si EE. UU. deja de liderar o incluso bloquea acuerdos climáticos?

Las empresas europeas deben reforzar su autonomía climática alineándose con la regulación europea, diversificar sus alianzas y apostar por la innovación sostenible. Incluso ante un retroceso de EE. UU., Europa puede liderar, y las compañías que se anticipen consolidarán su resiliencia y competitividad. 

Lo que sí es cierto es que Europa debe desarrollar políticas y regulaciones más pragmáticas y orientadas al objetivo final, no tanto a intentar abarcar el 100% de las casuísticas. Observo con mucha atención e interés como la UE está siendo capaz de hacer una segunda lectura de sus propias regulaciones e ir flexibilizando su aplicación en pro del ‘lento pero seguro’. Este es el mejor lema que podemos aplicar en la sostenibilidad.