Eliane Brum, nacida en la vibrante tierra de Ijuí en 1966, es una de las voces más poderosas y evocadoras del periodismo contemporáneo brasileño. Con una pluma que destila pasión y una mirada que penetra hasta el alma de sus historias, Brum ha tejido una carrera que trasciende fronteras y géneros.
Autora de ocho libros que desafían y conmueven, su obra abarca desde la cruda realidad de la no ficción hasta la magia de la narrativa. Su compromiso con la Amazonía, donde ha echado raíces desde 2017, la ha convertido en una defensora incansable de la selva y sus habitantes, fundando la plataforma de periodismo SUMAÚMA para dar voz a los silenciados.
Galardonada con prestigiosos premios internacionales como el Maria Moors Cabot y el Rey de España, Brum no solo escribe, sino que también dirige y codirige documentales que capturan la esencia de la humanidad en su forma más pura. Su documental "Uma História Severina" es un testimonio de su capacidad para narrar historias que resuenan profundamente.
Columnista de El País y colaboradora de renombrados medios como The Guardian y The New York Times, Brum aborda con valentía temas cruciales como la destrucción de la Amazonía y los derechos de las comunidades indígenas. Su voz, a la vez crítica y poética, es un faro en el periodismo, iluminando verdades incómodas y despertando conciencias.
Eliane Brum no es solo una periodista; es una narradora de realidades, una cronista del alma humana y una guerrera incansable por la justicia y la verdad.
El Amazonas se enfrenta a una crisis. Hay quienes, incluso, afirman sin titubeos que se muere. Son múltiples sus amenazas; vive un momento de caos y destrucción debido a la deforestación, a la explotación y a la extinción de la biodiversidad. “En las actuales condiciones, con este modo de tratar a la Amazonia, tanta vida y tanta hermosura están tomando el rumbo del fin”. Estas palabras salieron de la boca del Papa Francisco, quizás con la esperanza de que a él sí le escuchasen. No lo tiene fácil. Ni él ni nadie. El Amazonas parece condenado al olvido.
Su estado es, cuanto menos, delicado. Eliane Brum, una de las mayores voces reconocidas sobre esta gigantesca selva, se detiene en su último libro, La Amazonia (Salamandra, 2024) en el concepto del banzeiro, para explicar este momento crítico. “El banzeiro es la zona del río en el que las aguas se vuelven bravas y por donde, si hay suerte, se pasa al otro lado; si no la hay, no”. Para la periodista brasileña, esta zona del río representa la lucha de los pueblos amazónicos contra la destrucción de su hogar.
Y Eliane no es de las que se cruza de brazos. La autora pretende hacer frente a este desafío climático sugiriendo a la sociedad en su conjunto la necesidad de llevar a cabo una “transformación profunda en nuestra relación con la naturaleza y un cambio radical en nuestras prioridades y valores”. Propone que esta transformación no sea individual, sino colectiva, abarcando políticas públicas, prácticas empresariales y comportamientos sociales. Para la periodista brasileña solo a través de un esfuerzo conjunto, colectivo y consciente se podrá revertir el daño causado y asegurar un futuro sostenible para las próximas generaciones. El reto es mayúsculo.
Nos hemos referido a Eliane como periodista, que lo es, aunque quizás sea una definición que se queda corta. Es la periodista más reconocida en la historia de Brasil, con más de 40 premios nacionales e internacionales, incluyendo el prestigioso Premio Maria Moors Cabot, de la Universidad de Columbia, y autora de una gran cantidad de libros, algunos de los cuales tratan sobre la Amazonia, “el centro del mundo”, como ella misma afirma. Pero ya no es solo eso. A sus 58 años puede considerarse una de las voces más autorizadas sobre el pulmón del planeta. No es poca cosa.
Europa, consciente
¿Este mensaje de urgencia ha calado en Europa? Parece que sí. A pesar de la lejanía geográfica, más de 7.500 kilómetros de distancia, existe una conexión emocional con la Amazonia. Un estudio global de Ipsos mostró que una alta preocupación por la deforestación y la pérdida de biodiversidad en la Amazonia en varios países. Otra encuesta reveló que el 79% de los españoles considera la deforestación de la Amazonía como un problema muy serio. Este estudio también mostró que la mayoría de los europeos están preocupados por la pérdida de biodiversidad y el impacto ambiental global de la destrucción de la Amazonia.
Además, el Eurobarómetro, una serie de encuestas realizadas regularmente por la Comisión Europea, ha incluido preguntas sobre la preocupación por el medio ambiente y la biodiversidad, mostrando que una gran parte de la población europea es consciente y está preocupada por la selva más grande de nuestro planeta.
Entonces, uno se pregunta, ¿si todo el mundo es consciente de la degradación y el abuso que se hace en la Amazonia, por qué no se detiene?
“Lo sucedido recientemente en Valencia, con la DANA, nos recuerda que no existe zona de confort”, advierte Brum mientras mantiene una mirada melancólica. El brillo de antaño en sus ojos se ha disipado con el tiempo, poco a poco, junto con los miles de árboles talados o los millones de litros contaminados. “He optado por estar en primera línea del frente para que mi lucha tuviera mayor resonancia, puesto que llevo 30 años cubriendo periodísticamente la Amazonia y desde hace ocho años viviendo en ella”, añade.
“Estamos en guerra”, repite varias veces con ese tono de voz tan calmado. Tiene una actitud tranquila, como si supiera que esta batalla no se gana en días, ni meses. Ni siquiera en años. “Es una guerra contra la naturaleza” y “luchar por el Amazonas es difícil”. Y tanto. Para Brum, esto requiere de “replantearse toda la vida, pensar en cambiar de forma radical nuestro día a día, nuestros privilegios”.
Mudarse a la selva
En 2017 decidió mudarse a Altamira, uno de los núcleos de la destrucción de la Amazonia debido a la construcción de una de las mayores presas hidroeléctricas del mundo, para poder “contar desde primera línea” lo que ella considera una “guerra”. Desde allí, ha sido testigo directo de la destrucción ambiental y social que afecta a esta región vital para el planeta.
“Lo sucedido recientemente en Valencia, con la DANA, nos recuerda que no existe zona de confort”
Si Greta Thumberg en su momento alertó con la expresión “nuestra casa está ardiendo”, refiriéndose al planeta, Eliane Brum no se queda atrás y asegura que “la supervivencia de la especie humana está en juego”. La reconocida periodista advierte que estamos muy cerca de un punto de no retorno y que la destrucción de la Amazonia podría llevar a un colapso climático global, por lo que aboga por sentir miedo. “El miedo es muy saludable y sirve para que podamos entablar las precauciones necesarias, para luchar por crear comunidades y dejar de vernos como individuos, porque necesitamos una lucha colectiva”. Esta guerra no la ganan las personas, la gana la sociedad.
“Yo soy la selva”
Mucho se habla de biodiversidad y deforestación, pero poco se habla de los indígenas. “Ellos no están en la selva; son la selva”, afirma la periodista. Es su forma de subrayar la profunda conexión y simbiosis entre las comunidades indígenas y su entorno natural. Para ellos, la selva no es solo un lugar donde habitan, sino una extensión de su ser y cultura. Esta relación va más allá de lo físico; es espiritual y existencial. La selva provee todo lo necesario para su vida: alimento, medicina, materiales para construir, y también es el hogar de sus ancestros y espíritus. En este sentido, cualquier daño a la selva es un daño a ellos mismos, a su identidad y a su forma de vida.
“La supervivencia de la especie humana está en juego”
Por lo tanto, proteger la selva es también proteger a estas comunidades y su invaluable conocimiento sobre la biodiversidad y la sostenibilidad. Esta perspectiva nos invita a reconsiderar nuestra relación con la naturaleza y a reconocer la importancia de vivir en armonía con nuestro entorno.
Eliane lleva ocho años viviendo en la selva, pero, aún así, todavía no se considera selva: “Estoy en el proceso de ser selva, pero es un movimiento que dura toda la vida. Ahora estoy entre dos mundos y dos lenguajes, y posiblemente moriré entre dos mundos y dos lenguajes”.
Extremos políticos
Ahora, la potencia mundial de Estados Unidos repite con Donald Trump como presidente. Esta reelección podría estimular una mayor explotación de la selva. “Ahora su proyecto es más explícito. No es el Trump del primer mandato, ahora tiene más poder, domina el Congreso y el Tribunal Superior, y forja una alianza con Elon Musk. Estados Unidos siempre se presentó como la mayor democracia del mundo y ahora podría ser la menor mayor democracia del mundo, porque sirve más a una minoría de millonarios que al conjunto de la población”.
"Proteger la selva es proteger a las comunidades indígenas y su invaluable conocimiento sobre la biodiversidad y la sostenibilidad"
La periodista augura unos tiempos complicados, “mucho peores, porque Trump es un negacionista climático, pero calculado”. Por eso, más que nunca, ve necesario una mayor implicación de los medios de comunicación. “Tenemos una responsabilidad grande y debemos hacernos preguntas. Si está comprobado que el 75% de las emisiones de los gases que producen el calentamiento global son producidos por combustibles fósiles, ¿por qué las corporaciones siguen ampliando la producción? Hay que poner estas preguntas en la mesa de debate público”.
¿Sostenible?
También se pregunta por la sostenibilidad. “La sostenibilidad es una vanidad personal”, llega a decir. Eliane no parpadea. “No somos sostenibles. Para serlo, debemos cambiar. Podríamos empezar por lo que quiere hacer la Comisión Europea, que es aplazar un año la Ley de la Deforestación. Nosotros no tenemos un año”.
El reloj corre y el tiempo se agota, pero existe una solución: “amazonizarse”. Eliane lo explica: “es un concepto que va mucho más allá de la geopolítica. Es una invitación para volver a entender la naturaleza. Es un cambio muy difícil pero, en mi opinión, es la única manera que vamos a tener para poder hacer frente a este mundo”.
A pesar de que ella se mudó a la selva, la periodista deja claro que no se trata de eso. “Hay que entender que uno está mezclado con el árbol, que uno está conectado con todo. Aquí no existe individuo. Empieza con otro entender de lo que somos, estar conectado con el mundo entero”.
