Cada 19 de octubre aparece marcado en el calendario como el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, una jornada que pretende concienciar sobre la trascendencia tanto de la prevención como de contar con un diagnóstico temprano para esta cruel enfermedad. De ella, por desgracia, sabe mucho Mariela Michelena, psicoanalista y autora de ‘Lo que alcancé a contarte’, una obra que nace fruto de una promesa que hizo a su sobrina y de la urgencia vital que imprime siempre el cáncer.
En concreto, como explica en esta entrevista con Soziable.es, “al hilo de una conversación con una sobrina, que me pide que le cuente mi vida, le cuento el contenido de un libro que se llamaba ‘Sin nietos’ y que publiqué hace 15 años”. Aquella obra no apareció firmada por ella misma y como “en este momento estoy en una situación más o menos terminal, en cuidados paliativos, me daba pena morirme sin que ese libro que yo había escrito con pseudónimo saliera a la luz con mi nombre”.
A pesar de ello, Mariela Michelena reconoce, sin titubear, que su afán no es el de transmitir ningún mensaje de ánimo o que busque reconfortar a las personas que, como ella, padecen un cáncer. “Es un libro en el que yo cuento una parte de mi vida. No tengo intención de transmitir un mensaje. Cuando uno quiere transmitir un mensaje es como si se sintiera un poquito iluminado con un mensaje que quiere dejar a la humanidad. Y no es mi caso”, asegura.
Su propósito es, sin duda, “contar una experiencia humana, femenina, de la que la gente no habla, de cosas que me han pasado a mí en mi vida y de las que, simplemente, me siento con derecho a hablar”. Y, en este sentido, subraya que “la proximidad de la muerte le pone a uno las cosas claritas de lo que es importante y lo que no. Y una de las cosas importantes es sacar cuentas, no esconder cosas, no hacer como si la vida hubiera sido siempre fácil porque hay cosas que te faltan y que te faltan para toda la vida. Y con eso también hay que saber vivir”.
Michelena admite que, al hacer balance de lo bueno y lo malo que ha sucedido en su vida, “me quedo con que, verdaderamente, en medio de todas las dificultades, ha sido buena”, aunque también resalta algo de lo que aún hoy en día se habla poco: “la experiencia de no haber tenido hijos”. Ésta también es excepcional en la historia de la literatura, puesto que, como argumenta la escritora, “ha sido una literatura masculina y los hombres hablan de sus vivencias, que son por antonomasia la guerra. Y de La Ilíada para acá estamos leyendo libros sobre guerras de distinta naturaleza”.
“Cuento las cosas con un cierto grado de distancia conmigo misma, como para poder reírme un poco de la situación y de mí misma, no solamente de la experiencia de no haber tenido hijos, sino de lo que supone estar al borde de la muerte”
Sin embargo, también celebra que las historias de las mujeres empiecen a contarse ahora. Y, al mismo tiempo, lamenta que “en este momento, donde el feminismo busca reivindicar toda una serie de valores, la maternidad está un poquito desprestigiada porque en nombre de la maternidad hemos estado las mujeres sometidas durante muchísimos siglos”. Y, en esta línea, cree que “elegir la maternidad frente a otras cosas parece que es una renuncia, que es seguir clavadas en el modelo heteropatriarcal, en donde nosotras sólo estamos dispuestas o disponibles a tener hijos”.
Cáncer y aborto
Pero el libro de Mariela Michelena, publicado en una época en la que lo que venden son las experiencias de ser madre y no poder conciliar, recoge, precisamente, su experiencia con la no maternidad y lo que ello ha supuesto para ella. Y lo hace sin quejarse y sin perder la perspectiva del humor. “Cuento las cosas con un cierto grado de distancia conmigo misma, como para poder reírme un poco de la situación y de mí misma, no solamente de la experiencia de no haber tenido hijos, sino de lo que supone estar al borde de la muerte”, explica.
Cáncer y aborto son, en definitiva, los dos ejes centrales que giran en torno a las experiencias que Mariela Michelena narra en ‘Lo que alcancé a contarte’. Se trata de “situaciones muy difíciles en las que cada persona hace lo que puede”, asegura la autora. Y, aunque admite no tener la receta para afrontarlas, sí recomienda buscar apoyo, en las amigas o en la familia, porque, a pesar de ser una recomendación ‘universal’, es la “recomendación más humana que se puede hacer”.
En cuanto al aborto, la escritora califica de “traumática” esta experiencia, en todos los casos. Y la tilda de este modo porque “más tarde o más temprano salen las preguntas ‘¿Qué hubiera sido de mi vida si yo hubiera tenido este hijo?’ y ‘¿Qué hubiera sido de la vida de este hijo si yo lo hubiera tenido?’. Es una pregunta que de alguna manera queda en el fondo de la cabeza de una mujer porque la decisión última se supone que siempre queda de mano de ella”.
La relevancia de las palabras
La forma en la que se utilizan las palabras no es irrelevante, sin duda. Y, tal vez, en el caso de las personas que atraviesan situaciones complicadas, deban emplearse aún con mayor celo. En el de las personas con cáncer, sin embargo, Mariela Michelena cree que “cada persona con cáncer quiere que se le hable de manera distinta”.
En este sentido, explica que “hay personas que no quieren saber y, por muy claro que se les hable, se atrincheran detrás de la negación y no se quieren enterar. Y tienen todo el derecho a no enterarse porque es horrible aquello de lo que hay que enterarse”. No es éste su caso. “A mí me gusta que me hablen claro. Soy una mujer con un criterio lo suficientemente adulto como para enfrentar las cosas duras de la vida, como para saber que me voy a morir. Yo necesito saber más o menos cuánto tiempo me queda”, expresa.
“Uno cree que sabe lo que es la muerte y que se va a morir. Pero es mentira: uno siempre se cree inmortal”
En la actualidad, Mariela Michelena padece un cáncer triple negativo con una metástasis que ha afectado “sólo” a sus pulmones y recibe respiración asistida con oxígeno 24 horas, algo que considera “una bendición porque me permite vivir y, de momento, sigo trabajando online”.
Enfrentarse a la muerte
La muerte es para la psicoanalista y escritora Mariela Michelena algo muy personal. Por ello, no cree que pueda decir a nadie cuál es la mejor forma de enfrentarse a ella. “Cada quien se muere solo y cada quien tiene derecho a hacer con su muerte lo que pueda porque es muy fuerte”, asegura.
A este respecto, reflexiona en torno a que “uno cree que sabe lo que es la muerte y que se va a morir. Pero es mentira: uno siempre se cree inmortal”. Admite, en este sentido, que “hasta yo me creo inmortal en la situación en la que estoy” y narra que, aunque es muy consciente de ésta, en ocasiones, se dice a sí misma: “Hoy he pasado dos horas sin el respirador, a lo mejor resulta que sí puedo hacer no sé qué”.
Pero sabe también que esta actitud “es inevitable porque la vida tiene un empuje, una fuerza y un arrastre que es mucho más poderoso que la muerte”, aunque, como sentencia, “la muerte siempre gana, pero, mientras tanto, la vida da la batalla”.
En su caso, Michelena decidió no realizar una quimioterapia para su metástasis actual, aunque sí tuvo experiencias previas con este tipo de tratamiento. Sus motivos son indiscutibles: “He visto mucha gente sufrir más con la quimioterapia que con la metástasis. Yo elijo calidad de vida, yo elijo vivir, no durar. Mi objetivo no es durar mucho tiempo, durar mucho tiempo hecha una piltrafa no me interesa”.
Y lo justifica, además, asegurando que “gracias a que yo no he hecho quimio, he podido escribir un libro, he podido publicarlo y he podido tener una presentación extraordinaria de ese libro. Y eso a mí me da la vida”.
Seguridad y consuelo
En cuanto a la jornada de concienciación de este jueves 19 de octubre, Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, Mariela Michelena recuerda que, durante muchos años, participó en un congreso organizado por el Hospital Ramón y Cajal sobre esta enfermedad. Y en sus intervenciones, explica, “he hablado de que el cáncer es como un tsunami”.
Y en una experiencia traumática de estas características, la autora de ‘Lo que alcancé a contarte’ sostiene que “cada uno tiene que encontrar algo a lo que aferrarse que le dé seguridad y que le dé consuelo de alguna manera, que puede ser el amor a la familia, el amor a la pareja, el deseo de ver crecer a los nietos, el trabajo, la escritura, la lectura, la música… Algo que a uno lo sujete a la vida para poder pasar el temporal. Una vez que pasa el tsunami de la enfermedad, del diagnóstico, del tratamiento… uno se queda hecho trizas y no vuelve a ser el mismo”.
“Al paciente, hay que decirle ‘¿Cómo estás?’, ‘¿Cómo te sientes?', 'Cuéntame' y no darle consejitos bienintencionados porque son inútiles y le hacen sentir que, encima, lo está haciendo mal”
Acompañar e investigar
La lucha contra el cáncer, evidentemente, la afrontan las personas que lo padecen. Sin embargo, el resto de los agentes sociales –las administraciones, las empresas farmacéuticas, la sociedad en general– también puede desempeñar un papel decisivo para acompañar a estas personas.
Mariela Michelena considera que son necesarios más fondos para la investigación, en tratamientos menos “brutales”. Pero también que “eso está en manos de las farmacéuticas y éstas invierten en lo que se vende”. Tal y como detalla, el triple negativo “es un cáncer muy poco conocido porque son pocos casos y es un cajón de sastre donde entran todos los cánceres que no están clasificados”.
Y resulta tajante en cuanto a qué puede hacer la sociedad. En este sentido, afirma: “Yo pediría a voz en cuello que no nos digan ‘Ánimo, todo va a salir bien’ o ‘Anímate, que eso ayuda mucho’. Eso es dejar al paciente solo”. Michelena sabe que un paciente al que le acaban de diagnosticar un cáncer no puede estar animado, por lo que insiste en que “querer animarlo artificialmente es dejarlo solo. Es decirle: ‘Si estás desanimado, si estás triste, si estás preocupado, si estás angustiado, lo estás haciendo fatal y te vas a enfermar más’”.
Además, rechaza mensajes del tipo ‘Tú eres una valiente’ o ‘Tú puedes’ porque “uno no se siente nada valiente, uno se siente hecho un guiñapo cuando está enfermo y cuando está en quimio”. Y aunque confiesa que “esa parte está llena de buenas intenciones”, también opina que “la gente que lo dice se queda nueva porque cree que ha hecho un gran acto de caridad”.
Por ello, considera necesario, casi obligatorio, escuchar siempre al paciente, más que ofrecer sugerencias que, a la postre, no ofrecen una utilidad real. En este sentido, concluye que “al paciente, hay que decirle ‘¿Cómo estás?’, ‘¿Cómo te sientes?', 'Cuéntame' y no darle consejitos bienintencionados porque son inútiles y le hacen sentir que, encima, lo está haciendo mal”.