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Según un informe del Consejo Mundial de la Energía

España se sitúa entre los diez países con una mayor seguridad, equidad y sostenibilidad energética

Tal y como aparece reflejado en el ‘World Energy Trilemma Index 2021’, nuestro país se ha situado en el décimo puesto de este ranking global de seguridad, equidad y sostenibilidad energética. El estudio, elaborado por el Consejo Mundial de la Energía en colaboración con la consultora Oliver Wyman, destaca que España ha escalado un total de cinco posiciones en el último año.

Los autores del estudio han revisado el rendimiento de las políticas energéticas de 127 países.

El informe revisa anualmente los sistemas energéticos nacionales y considera tres variables: la seguridad energética, la equidad energética y la sostenibilidad ambiental. Este año, además, cumple su undécima edición e incluye el análisis de la evolución histórica de los sistemas y políticas energéticas de 127 países de todo el mundo.

El ‘World Energy Trilemma Index’, realizado por el Consejo Mundial de la Energía junto a la consultora estratégica Oliver Wyman, ha observado, a partir de datos de 2020, el rendimiento de las políticas energéticas aplicadas por los países.

Las variables de seguridad, equidad y sostenibilidad constituyen, según el documento, las tres claves del sistema energético. En este sentido, sostiene que la seguridad energética refleja la capacidad de cada país para hacer frente a la demanda energética actual y futura; la equidad, por su parte, hace referencia a la habilidad de cada sistema para garantizar el acceso asequible a la energía para uso doméstico y comercial; y, finalmente, la variable de la sostenibilidad mide el ritmo de transición de los sistemas energéticos nacionales hacia la disminución del daño medioambiental y la mitigación de su impacto en el cambio climático.

El ranking global de este año vuelve a estar encabezado por países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con la región europea a la cabeza, con 11 de los primeros 14 puestos. En este caso, España comparte la décima posición con Luxemburgo tras obtener una puntuación total agregada de 76,9 puntos sobre 100.

Por delante de nuestro país, y en este orden, aparecen clasificados Suecia, primero; Suiza, segundo; Dinamarca, tercero; Finlandia y Reino Unido, cuartos; Francia y Austria, quintos; Canadá, sexto; Alemania; séptimo; Noruega; octavo; y Nueva Zelanda y Estados Unidos, novenos.

Europa, a la cabeza del ranking

En el marco de un contexto nacional favorable desde un punto de vista energético evaluado con una A, lo que implica que se encuentra entre el 25% de países mejor valorados–, España aparece con la máxima nota tanto en materia de seguridad como de sostenibilidad de su sistema energético. Sin embargo, ha obtenido una valoración más baja en términos de equidad de acceso, variable evaluada, en este caso, con una B, lo que implica que en este campo nuestro país se encuentra entre el 25% y el 50% de los países mejor valorados.

En cuanto a Europa, esta aparece claramente a la cabeza del ranking, con una agenda energética orientada a la sostenibilidad en detrimento de los combustibles fósiles. En un año marcado por la pandemia de la COVID-19, algo que ha desencadenado un importante descenso de la demanda energética de hasta un 21% en Italia, un 19% en Francia o un 17% en España, las energías renovables han ganado terreno, generando hasta el 38% de la electricidad consumida y superando por primera vez al carbón y al gas como principal fuente de generación eléctrica.

Además, el estudio señala que, desde 2000, aquellos países que han mostrado una notable mejoría en sus puntuaciones en el ranking muestran la importancia crítica de aumentar el acceso y diversificar los sistemas de energía. En este sentido, destaca que los tres países con mayores mejoras desde ese año son Camboya, Myanmar y República Dominicana, que han realizado esfuerzos significativos y sostenidos para mejorar sus sistemas energéticos.

Seguridad

En relación a los resultados presentado en cada una de las tres dimensiones analizadas por el Consejo Mundial de la Energía y Oliver Wyman, el informe destaca, en primer lugar, que la dimensión de seguridad energética pone de relieve la importancia de las políticas energéticas sólidas para aprovechar al máximo los recursos nacionales al tiempo que se diversifican y descarbonizan los sistemas energéticos.

En este caso, Canadá, Finlandia y Rumanía encabezan una vez más la lista en esta primera variable, que aparece de nuevo repleta de países europeos y de la OCDE. De hecho, Brasil es el único país no europeo y no perteneciente a la OCDE que figura en el top ten en materia de seguridad energética, debido a sus importantes recursos de hidrocarburos y su sistema de energía descarbonizado, que brindan seguridad a través de la diversidad.

Equidad

Por su parte, la clasificación de los diez primeros en equidad energética incluye países productores con bajos costos de energía para los consumidores. Así, Qatar, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos aparecen al frente de la lista de los diez mejores en esta dimensión.

En este caso, el informe sostiene que los subsidios a los precios, ya sean explícitos o implícitos, presentes en estos países, tienden a obstaculizar la diversificación del suministro de energía y a reducir las puntuaciones en las otras dimensiones de este ranking.

Además, el texto señala que los mayores impulsores en esta materia desde 2000 comparten un enfoque común en las políticas para aumentar el acceso a la energía y hacer que esta sea más asequible para los consumidores. Y, en este sentido, destaca las mejoras significativas experimentadas por países como Nepal, Camboya y Kenia en el acceso a la electricidad, en gran parte, debido a la implementación de políticas gubernamentales.

Sostenibilidad

Finalmente, en la dimensión de sostenibilidad energética, la clasificación de los diez primeros países muestra fuertes esfuerzos políticos para descarbonizar y diversificar los sistemas energéticos, con Suiza, Suecia y Uruguay en lo más alto de la lista.

El trabajo señala que un sistema energético diversificado, respaldado por sólidos instrumentos de política para reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, junto con medidas de eficiencia energética, ofrece un sólido desempeño en esta dimensión.

Además, advierte que reducir la intensidad energética puede ayudar a los países a descarbonizar su combinación energética y que, sin embargo, garantizar una descarbonización inclusiva que no deje atrás a ninguna comunidad será fundamental para humanizar la transición energética.