
Este proyecto de investigación, que recibió de la Fundación Mutua Madrileña la financiación económica necesaria para llevarse a cabo a través del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba, ha sido dirigido por el doctor Javier Briceño, jefe de Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo y responsable de los Programas de Trasplante de Hígado y Páncreas del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba. Asimismo, ha contado con la participación de expertos de la Unidad de Computación de la Universidad de Córdoba (César Hervás y Pedro Antonio Gutiérrez) y del doctor Rafael Calleja, del mismo hospital.
El objetivo del proyecto era desarrollar un sistema de IA que pudiese ayudar a emparejar los donantes de hígado en asistolia (un tipo de donación conocida como “a corazón parado”) con el receptor en lista de espera que, a priori, lograse una mayor supervivencia del paciente y evitase problemas de pérdida del injerto.
Donación en asistolia
La donación en asistolia o “donación a corazón parado” se refiere a órganos obtenidos de donante por paro cardiaco y no en muerte cerebral. Aunque son órganos de mayor dificultad que los obtenidos de donantes en muerte cerebral, su disponibilidad ha permitido aumentar el número de órganos para trasplante.
La mayor dificultad de estos órganos de “donación a corazón parado” viene condicionada porque en España hay un periodo de cinco minutos entre que el corazón del donante deja de latir, se puede certificar su muerte e iniciar la extracción. Como ese tiempo de espera puede perjudicar el estado del órgano, éste recibe durante esos minutos lo que se denomina “perfusión normotérmica regional”. Esta técnica consiste en “conectar los vasos sanguíneos del donante a una máquina de circulación extracorpórea, de forma que recircula la sangre en el donante fallecido para que los órganos estén en las mejores condiciones posibles para el trasplante”, según explicó el doctor Javier Briceño, coordinador del proyecto.
Esta técnica no se utiliza en otros países de Europa ni en Estados Unidos, “donde una vez que se certifica el fallecimiento se hace una extracción muy rápida de los órganos, pero que puede repercutir, sobre todo en el hígado, en problemas de viabilidad del injerto”, añadió el experto.
El doctor Javier Briceño recalcó la importancia de la ayuda económica proporcionada por la Fundación Mutua para desarrollar este sistema y su satisfacción por liderar esta aplicación de la inteligencia artificial, aunque subrayó que la decisión final de la asignación del órgano trasplantado será del médico.