Un grupo de jóvenes coreanos se arrodilla ante Edith Roth. Besan conmovidos las manos de esta anciana superviviente de Auschwitz que les dedica una amplia sonrisa desde el sillón en el que está recostada. Cuando su nieta les pregunta qué están haciendo responden: “Estamos pidiendo perdón a su abuela en nombre de toda la Humanidad por todo lo que pasó”.
“Me gustaría que la historia de mi abuela sea algo universal, que llegue a todo el mundo".
Del abono del Holocausto pueden brotar valores
“Gran parte de la fuerza que permitió a mi abuela sobrevivir al Holocausto la encontró en los valores que vivían sus padres. Esto es lo que hizo grandes y fuertes a los hijos”. Se trata valores esenciales que esta docente cree que actualmente están en crisis: “No nos damos cuenta de las cosas más importantes y básicas de la vida: la empatía y el respeto hacia todas las personas independientemente de su origen y el color de su piel. Las estamos olvidando, y esto se refleja mucho en lo que pasa hoy en día en todo el mundo, en todos los países y en todos los estratos sociales“.
La autora ha donado todos los beneficios del libro a la ONG Mensajeros de la Paz, del padre Ángel
La autora, que ha decidido donar todos los beneficios del libro a la ONG Mensajeros de la Paz, que preside el padre Ángel García, pretende que el libro sirva como herramienta para acudir a los colegios y hablar de estos principios a los niños y jóvenes de nuestro tiempo.
Empatía, respeto, tolerancia, generosidad...
De hecho, ha tenido la oportunidad de pronunciar charlas ante escolares con resultados sorprendentes: “Tenía delante unos 40 chavales de 16 y 17 años. Estuve hablando durante casi dos horas y ninguno de los chavales se movió del asiento ni pidió ir al cuatro de baño ni miró el móvil. Para mí era un logro poder captar su atención y que afloraran sus emociones. Fue como una luz que me indicó que este es el camino”. Todo un éxito en tiempos en que parece imposible conectar con adolescentes sin la ayuda de una pantalla.
Todo empezó con las preguntas sobre el comportamiento de los adultos que le hacían sus hijos Joel y Uriel. A Meirav Kampeas-Riess le preocupaba darles respuestas que transmitieran el aprecio hacia valores como la empatía, el respeto, la tolerancia o la generosidad, pero se dio cuenta de que no podía conectar con ellos si hablaba de forma abstracta. Fue entonces cuando se puso a buscar en su propia biografía o en la de sus familiares ejemplos que encarnaran estos valores.
Aprovechando una estancia en la casa familiar en Israel, logró, no sin grandes esfuerzos, hacer que su abuela Edith le contara de primera mano sus vivencias bajo la persecución nazi y en los campos de exterminio de los que salió viva gracias a la llegada de las tropas británicas. Completó este relato con la versión de un tío abuelo y otros documentos. Así nació ‘El pequeño libro de los grandes valores’.