En Gaza, especialmente tras nueve meses de conflicto, bloqueo e inanición, los agricultores son fundamentales para la seguridad alimentaria de la población. Para mitigar el impacto del desplazamiento masivo, que ha afectado a la totalidad de la población de Gaza (2,1 millones de personas), Acción contra el Hambre ha intensificado su apoyo a los agricultores locales con actividades como la distribución de comida, la promoción de la agricultura local y la puesta en marcha de programas de formación para mejorar las capacidades productivas de las familias que aún pueden cultivar.
"El sector agrícola de Gaza se ha enfrentado a inmensas perturbaciones en los últimos años por la pandemia de la COVID-19, la crisis ucraniana, los conflictos prolongados en la Franja de Gaza y el cambio climático”, explica Giulia Pizzicannella, en Seguridad Alimentaria de Acción contra el Hambre en Gaza. “Sin embargo, desde el 7 de octubre, la situación se ha agravado hasta alcanzar un deterioro sin precedentes”, añade.
En este sentido, el apoyo inmediato que está realizando la organización prioriza varias áreas clave: suministros de emergencia como semillas, fertilizantes y herramientas agrícolas para reanudar las actividades agrícolas; reparación y reconstrucción de las infraestructuras dañadas, como invernaderos, sistemas de riego y recursos hídricos; y apoyo técnico y formación sobre prácticas agrícolas seguras en medio de la contaminación provocada por el conflicto.
Los equipos de Acción contra el Hambre se están centrando en las instalaciones de energías renovables, la conservación del agua y las tecnologías agrícolas inteligentes para construir un sector agrícola resiliente, capaz de soportar la crisis actual y cualquier otra futura.
"Nuestras actividades centradas en la seguridad alimentaria en Gaza tienen dos objetivos principales: proporcionar alimentos para garantizar una dieta equilibrada a la población y apoyar la recuperación del sector agrícola para restablecer los medios de vida y la dignidad", afirma Pizzicannella.
La crisis actual pone en peligro miles de vidas: las comunidades se enfrentan a graves dificultades para acceder a alimentos básicos debido a la falta de garantías en la entrega de suministros y a las constantes interrupciones en el acceso a los mercados locales, lo que se traduce en una dependencia cada vez mayor de la ayuda humanitaria. La destructiva invasión de Rafah a principios de mayo, además, agravó los efectos del conflicto, desmantelando aún más gran parte del mercado local y haciendo casi imposible el acceso a los productos básicos.
Estado actual
La mayoría de los agricultores que quedan no puede acceder a sus tierras y, los que pueden, las encuentran dañadas o destruidas. Aproximadamente, el 41% del territorio de Gaza está formado por tierras agrícolas y, según las imágenes por satélite tomadas entre mayo de 2017 y 2024 analizadas por la ONU, más de la mitad (57%) de los campos de cultivo y las tierras cultivables de Gaza han sufrido un deterioro.
Además, casi el 33% de los invernaderos han resultado dañados, más del 46% de los pozos, casi el 65% de los paneles solares y más de 2.300 infraestructuras agrícolas han quedado total o parcialmente destruidas. La destrucción de infraestructuras civiles, incluidas las necesarias para la producción y distribución de alimentos, como granjas, mercados, sistemas de abastecimiento de agua, molinos y lugares de procesamiento y almacenamiento de alimentos, constituye una violación directa del derecho internacional humanitario, incluida la Resolución 2417 del Consejo de Seguridad de la ONU, que condena el hambre y la denegación de acceso a la ayuda humanitaria como armas de guerra.
Aunque las hostilidades cesaran, los daños causados a las tierras agrícolas tendrán consecuencias negativas a largo plazo para la producción de alimentos debido a la contaminación del suelo y a las municiones sin explotar. Según los expertos de Naciones Unidas, limpiar Gaza de bombas sin explotar y de su amenaza para la vida de los civiles podría llevar 14 años.