
En los últimos 18 años la ONG Proyecto Esperanza Adoratrices ha ofrecido atención integral a 978 personas de más de 60 nacionalidades que han sufrido trata de seres humanos, siendo obligadas a prostituirse o realizar trabajos forzados u otros en condiciones de esclavitud. Esta ayuda tiene por objetivo facilitar el restablecimiento físico, psicológico y social de las víctimas, así como garantizar que tienen acceso y que están en condiciones de ejercer sus derechos de forma efectiva. Ahora, bajo el lema ‘La fuerza de lo cotidiano’, el equipo de Proyecto Esperanza Adoratrices, a cargo de la Congregación de Religiosas Adoratrices, quiere visibilizar que, contando con apoyo especializado, las mujeres que sufren este delito pueden salir del círculo de explotación y violación de los derechos humanos que supone la trata de personas.
Para ello han elaborado un vídeo, en el que la protagonista, Chantall, una mujer nigeriana que ha recibido ayuda de esta iniciativa, cuenta en primera persona cómo gracias a ella ha podido salir de la trata, y está reconstruyendo día a día su vida. El objetivo de este testimonio es generar conciencia sobre las capacidades de las supervivientes de este delito y, a la vez, exponer la necesidad de garantizar un apoyo integral, especializado y personalizado para cada mujer, lo que requiere una respuesta global y coordinada entre autoridades, entidades especializadas y sociedad civil.
Las víctimas de trata de personas se ven obligadas a prostituirse o a realizar trabajos forzados
Desde Proyecto Esperanza también recuerdan que, según la normativa internacional, el Estado tiene la obligación de adoptar las medidas necesarias para garantizar la identificación, la asistencia y el apoyo a las víctimas, sin que esta ayuda se pueda condicionar a la voluntad de estás últimas de cooperar con las autoridades policiales o judiciales. “Nuestro trabajo principal consiste en saber escuchar y atender las necesidades que nos presenta cada mujer, ofrecer a cada una orientación y acompañamiento para tomar sus decisiones y apoyarlas para que puedan lograr los objetivos y metas que ellas mismas se marcan. El gran logro es que consigan dejar atrás su condición de víctimas, para pasar a ser no sólo supervivientes, si no ciudadanas de pleno derecho”, explica Ana Almarza, directora de Proyecto Esperanza.
Recuperar los derechos, una tarea cotidiana
Poder deambular por la calle con libertad, ir a clase, ir al médico, utilizar el transporte público o buscar un trabajo son actividades cotidianas que las mujeres víctima de trata no pueden realizar, ya que debido al "control, la coacción, la violencia y la explotación, la capacidad de decidir sobre sus vidas les ha sido arrebatada por los tratantes”, explica Marta González, coordinadora de Proyecto Esperanza. A ello se suma que las víctimas se encuentran en “una situación de vulnerabilidad extrema, en la mayoría de los casos, ya que carecen de redes de apoyo, no conocen el idioma, ni el país, ni sus derechos y su situación administrativa es, en muchos casos, irregular. Cuando, por fin, logran poder decidir sobre su día a día, viven y valoran cada paso como una conquista de su libertad”, añade González.
Proyecto Esperanza ofrece ayuda las 24 horas a mujeres que han sufrido este delito
Para que las víctimas de trata puedan volver a ejercer los derechos de los que este delito les privó, Proyecto Esperanza desarrolla un programa de atención integral. Dicho apoyo incluye un acompañamiento educativo, casas de acogida y servicios jurídicos, psicológicos, sociales y laborales especializados tanto para las mujeres que están acogidas en las casas como a las que no lo están. Igualmente ofrece atención de emergencia para la detección de casos de trata y la atención de derivaciones a través del teléfono 607 54 25 15, que funciona las 24 horas del día todos los días de la semana. De ese trabajo se encarga el equipo multidisciplinar de Proyecto Esperanza, formado por 19 profesionales, que ofrece un apoyo individualizado, soluciones adaptadas y diseñadas con y para cada mujer, todo ello con una perspectiva de derechos humanos, intercultural y de género. De ese modo, se ofrece la posibilidad de recuperación integral de cada persona para que pueda construir su proyecto de vida, alcanzar cierto nivel de bienestar integral y desarrollar sus capacidades y potencialidades.