El consumo de pornografía se ha convertido en una práctica habitual en jóvenes y adolescentes en los últimos años. El acceso temprano a dispositivos electrónicos, la falta de normas sobre el acceso a Internet en los hogares y la pandemia covid-19 han favorecido un acceso masivo al material sexual explícito en línea, y este acceso se produce a edades cada vez más tempranas.
Ahora, un reciente estudio titulado Impacto bio-psico-socio-sexual de la pornografía en la adolescencia: retos y oportunidades analiza las consecuencias que tiene el consumo de pornografía durante la adolescencia.
En este estudio se identifica el consumo de pornografía como un fenómeno que se da cada vez con más prevalencia en nuestra sociedad. En concreto, indica que entre el 70% y el 97% de chicos y chicas menores de edad ya ha accedido a la pornografía en nuestro país. Las principales causas de este aumento en la prevalencia del consumo de pornografía se deben, según Carmen Martín Arribas, una de las investigadoras, “al acceso temprano a internet y la falta de educación afectivo-sexual en ámbitos clave de los adolescentes como son el familiar y escolar”.
"Han aumentado contenidos que distorsionan la visión de una sexualidad sana como el incesto, sexo sin consentimiento, hentai, la violencia, pornovenganza, el masoquismo o el sometimiento”. Estos contenidos pueden generar expectativas irreales sobre la sexualidad, promoviendo comportamientos de riesgo, violentos, disminuyendo la sensibilidad y aumentando el aislamiento social" explica Alejandro Villena, investigador principal del estudio.
Entre el 70% y el 97% de chicos y chicas menores de edad ya ha accedido a la pornografía en nuestro país
Por otro lado, otra de las autoras del estudio, Bárbara Alcázar Ruiz-Escribano, afirma que el consumo de pornografía en edades tempranas “no solo afecta la esfera sexual, sino que también tiene impacto en la dimensión biológica y psicológica del adolescente. Entre los efectos más observados se encuentran menor control de los impulsos, menor empatía, baja autoestima y una mayor dificultad para regular las emociones”.
Además de los efectos negativos, el estudio subraya la necesidad urgente de intervención a nivel educativo y familiar. "Es fundamental que tanto padres como educadores sean conscientes de los riesgos y adopten estrategias de intervención eficaces. Esto incluye la necesidad de programas de educación afectivo-sexual basados en evidencia científica, el fortalecimiento de las habilidades emocionales y la supervisión tecnológica a los menores", propone.
El estudio propone las siguientes estrategias a implementar: incluir una educación sexual afectiva integral tanto en las escuelas; fomentar el diálogo en casa; ayudar a los adolescentes a desarrollar un pensamiento crítico; establecer límites claros en el uso de dispositivos y fortalecer las habilidades emocionales.
