Los conflictos, guerras y las crisis migratorias han provocado un aumento del trabajo infantil entre los niños refugiados, desplazados internos y otras poblaciones vulnerables, especialmente en Oriente Medio, Asia y en el norte de África. En ese contexto aparece la campaña de World Vision Unbox Childlabour (Destapa el Trabajo Infantil), que pretende concienciar a toda la sociedad acerca de un consumo responsable, mientras insta a los gobiernos y empresas a mejorar sus sistemas de protección infantil.
Cada día miles de personas ven vídeos de unboxing en YouTube para conocer las características de un producto antes de decidirse a comprarlo. Es por eso que los vídeos de unboxing, un género de vídeos en YouTube en los que las personas sacan de la caja un producto para ver cómo es mientras se graban, se han convertido en una de las categorías más populares de Internet. Pero hay algo relacionado con esos productos que nadie está viendo: lo que pasa antes de cada unboxing. Y eso es lo que muestra esta campaña de World Vision, la realidad de que muchos de los productos que consumimos son fabricados por niños que trabajan en todo el mundo impidiéndoles disfrutar de su infancia, afectando a su salud física y mental.
Kanya
Kanya es una niña de 12 años que vive en Agra, India, donde cose zapatos durante largas jornadas junto a su madre y dos hermanas mayores. "Hace calor en el verano y trabajar durante largas horas es muy agotador", cuenta Kanya en un testimonio recogido por la ONG. “Me duelen las manos porque el cuero es difícil de perforar. Es aún más difícil porque tengo que tener cuidado al usar la aguja para coser, me he pinchado muchas veces y es muy doloroso.”
Su padre y su hermano mayor trabajan en una fábrica de zapatos cercana, mientras que su madre, sus dos hermanas mayores y ella, trabajan en casa, haciendo zapatos. La familia tuvo problemas financieros y sus padres decidieron que Kanya también debía ayudar para poder ganar más. Estaba en quinto grado cuando dejó de ir al colegio. “Hace un año que dejé de ir a clase y comencé a trabajar en casa” dice Kanya y añade: “Me gustaba la escuela. Leer siempre me hacía feliz, pero desde que mi madre me sacó para trabajar en casa, no he vuelto”.
Ella es, como recuerda World Vision, una de los 64 millones de niñas que están trabajando en el mundo mientras se lee este texto.
Según la Organización de Trabajo, en términos absolutos, casi la mitad del trabajo infantil, 72 millones, se concentra en África; 62 millones en Asia y el Pacífico; 10,7 millones en las Américas; 1,1 millones en los Estados Árabes, y 5,5 millones en Europa y Asia Central.