
Seis meses después de los devastadores terremotos que asolaron el sur de Turquía y el norte de Siria el pasado 6 de febrero, las regiones afectadas en ambos países siguen haciendo frente a múltiples desafíos. En Turquía, los seísmos afectaron a 11 provincias del sur y sureste, matando a 50.000 personas, hiriendo a más de 100.000 y destruyendo casi 300.000 edificios. Cerca de tres millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares, y más de un millón y medio siguen viviendo en asentamientos informales, lo que plantea un reto adicional por las condiciones climáticas.
Además, muchas de estas personas no cuentan con acceso a las necesidades más básicas ni tienen fuentes de ingresos estables. En la actualidad, aproximadamente 4 millones de menores necesitan ayuda humanitaria en el país.
8,8 millones de sirios afectados
En el lado sirio, los devastadores terremotos provocaron la muerte de más de 6.000 personas y 12.000 heridos, dejando graves daños en infraestructuras y zonas residenciales, afectando a un total de 8,8 millones de sirios.
En la actualidad, la población sigue teniendo problemas de alojamiento debido a graves daños en los edificios, dejando a numerosas familias sin vivienda. El acceso a servicios esenciales como agua potable, saneamiento, una nutrición adecuada o la atención sanitaria sigue siendo una gran preocupación en ambos países. Además, los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de la población se vieron gravemente afectados, así como el bienestar mental por estrés postraumático.
De hecho, en Siria, los terremotos han ejercido todavía más presión sobre los servicios públicos y algunos sectores concretos como la sanidad, la vivienda, los medios de subsistencia, el agua y saneamiento, se suma a las múltiples crisis que vivía de antemano el país: el conflicto que dura ya más de doce años, la pandemia de la COVID-19, la escasez de combustible, la recesión económica, el brote de cólera y la prolongada sequía. Son más de 15 millones de sirios los que necesitan ayuda humanitaria, según Naciones Unidas.
Ayuda humanitaria en la región
Acción Contra el Hambre y World Vision son dos de las organizaciones humanitarias que están prestando ayuda a la población afectada en la región. Por su parte, Acción Contra el Hambre, junto a sus socios locales, ha apoyado a un total de 265.166 personas. Más de 48.000 personas han recibido apoyo en materia de agua, saneamiento e higiene; más de 20.000 en el ámbito de la salud y nutrición; y 100.000 personas en cuanto a su seguridad alimentaria y medios de vida.
En territorio sirio, para hacer frente a las necesidades relacionadas con el terremoto, la organización trabaja en la rehabilitación de infraestructuras clave en Lattakia, Alepo y Hama, incluyendo la formación de ingenieros. En lo que respecta a los recursos del sector sanitario, la organización está prestando ayuda con reparaciones, acceso a medicamentos, equipamiento y formación para trabajadores sanitarios tanto en Hama como en Lattakia, así como la puesta en marcha de un programa para complementar la seguridad alimentaria de comunidades rurales de esta región.
Durante los primeros meses Acción contra el Hambre se centró en el apoyo al sistema sanitario de Alepo, suministrando medicamentos esenciales a los hospitales, distribuyendo comidas calientes, materiales de refugio e higiene, atención psicológica, así como mejorando las condiciones de saneamiento en los refugios colectivos y la rehabilitación de emergencia de estos sistemas. Con la ayuda de ingenieros formados por la organización, el Sindicato de Ingenieros de Alepo ha podido evaluar también los daños estructurales de más de 100.000 edificios.
Incremento de la inseguridad alimentaria
En lo que respecta a World Vision, pone en el foco en la cada vez más compleja situación en el noroeste de Siria debido a la introducción de recortes en las raciones de alimentos. Esta medida pone a unos 2,5 millones de personas en riesgo inminente de padecer hambruna severa, lo que agrava la crisis que sufre el país.
La inseguridad alimentaria ha aumentado de forma alarmante, con niveles que superan el 50% desde 2015, afectando a unos 12,1 millones de personas. En este contexto, las tasas de malnutrición han alcanzado máximos históricos: una de cada cuatro mujeres embarazadas y lactantes sufre malnutrición aguda, y uno de cada cuatro niños y niñas padece retraso en el crecimiento en algunas zonas del país.
A 21 de julio, el Plan de Respuesta Humanitaria para 2023, que solicita 5.300 millones de dólares, sólo ha sido financiado en un 13% a mitad de año, lo que suscita gran preocupación entre las organizaciones humanitarias.