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10 de septiembre, Día Mundial para la Prevención del suicidio: ‘Crear esperanza a través de la acción’

La esperanza y la escucha frente a la idea del suicidio

Esperanza es la palabra elegida, el mensaje que quieren transmitir en este especial día dedicado a la prevención del suicidio, porque los suicidios se pueden prevenir. Es también el origen de una organización con más de 50 años de trabajo solidario, el Teléfono de la Esperanza, en la que cerca de 1.500 voluntarios realizan una labor social necesaria: escuchar a quienes nadie escucha o a quienes no se sienten escuchados.

El Teléfono de la Esperanza atendió en 2022 un total de 183.000 llamadas.
El Teléfono de la Esperanza atendió en 2022 un total de 183.000 llamadas.

Las cifras son demoledoras: 4.097 personas se quitaron la vida en nuestro país en 2022 (según datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística), lo que implica un aumento respecto a 2021 (4.003 personas). Cada día, en España, mueren 11 personas por suicidio. Además, alrededor del suicidio, se produce un profundo impacto en familias y comunidades que requiere también una especial atención. Por cada persona que se suicida, se ven afectadas íntimamente al menos otras seis personas.

“En general, la conducta suicida se puede predecir y, por tanto, también prevenir”, aseguran en la Confederación Salud Mental España, una organización que considera imprescindible el “abordaje transversal del suicidio para mitigar sus efectos: prevención, detección, diagnóstico, tratamiento y continuidad de cuidados de los trastornos mentales”.

Escuchar bien, sin juzgar

"Lo que principalmente se enseña a los voluntarios es a escuchar, pero a escuchar bien, de verdad. Es decir, que cuando escuchen a una persona, ésta se sienta realmente escuchada. Algo que habitualmente no pasa en nuestro día a día... escuchar el sentimiento principal de la persona y atenderlo con respeto, paciencia, sin juzgar y, sobre todo, con humildad. Una escucha así no te puedes hacer idea de lo sanadora que es, es realmente liberadora y terapéutica. A veces ni los propios voluntarios somos conscientes del bien que estamos haciendo sólo con escuchar de esta manera", explica Gustavo Adolfo Rodríguez, portavoz del Teléfono de la Esperanza.

El 14,5% de la población ha tenido ideas suicidas o ha intentado suicidarse, según datos del informe ‘La situación de la salud mental en España’, elaborado por Salud Mental España y la Fundación Mutua Madrileña. Esto ocurre en mayor medida entre las mujeres que entre los hombres. Por edad, las ideas o el intento de suicidio se producen en mayor grado en el grupo de jóvenes de 18 a 24 años.

Y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “un intento de suicidio es el factor de riesgo más importante de muerte por suicidio”. De ahí la importancia de la prevención y del tema trienal del Día Mundial para la Prevención del Suicidio de 2021-2023: 'Crear esperanza a través de la acción'. Según la OMS, "este tema sirve como una poderosa llamada a la acción y como recordatorio de que hay una alternativa al suicidio y de que a través de nuestras acciones podemos alentar la esperanza y fortalecer la prevención".

En esa llamada a la acción están recogidas las escuchas que los voluntarios hacen en el Teléfono de la Esperanza, donde puede ser voluntaria cualquier persona mayor de edad, “dispuesta a escuchar sin juzgar”, expone el portavoz de la organización. “Contamos con voluntarios desde los 25 hasta los 83 años entre los que hay bomberos, amas de casa, profesores, informáticos, policías, psicólogos, mecánicos, administrativos, pensionistas...”.

Si algo evidencia la importancia de este servicio y de esa escucha verdadera son las cifras que nos ofrecen en esta organización, donde el año pasado atendieron 183.000 llamadas, para las que los voluntarios dedicaron más de 40.000 horas; el 80% de los llamantes expresaron su opinión sobre la atención recibida y de ellos el 98% manifestaron haber quedado satisfechos. “No damos soluciones, no somos dioses, pero sí contribuimos a dar un poco de humanidad, compañía, comprensión, alivio, un poco de luz en la oscuridad, un poco de esperanza”, confiesa Gustavo Adolfo Rodríguez.

"No evadimos el tema, hablamos de su intención y tratamos de hacerle ver que el suicidio nunca puede ser una salida, que es mejor buscar ayuda profesional y en una llamada no arreglamos la vida de la persona, pero podemos acompañarle y aliviar un poco su angustia y su dolor” (David, voluntario del Teléfono de la Esperanza)

“Para mí es un voluntariado con alma, distinto a los demás, no repartes nada, no hay nada material por medio, está la palabra, la persona, la esencia de quien llama y la de quien recibe la llamada y la atiende con su mejor voluntad”, explica David, voluntario del Teléfono de la Esperanza. Su turno al teléfono es de nueve de la noche a tres de la madrugada y asegura que cada vez reciben más llamadas de personas que piensan en suicidarse como salida a sus problemas y a su sufrimiento: “No evadimos el tema, hablamos de su intención y tratamos de hacerle ver que el suicidio nunca puede ser una salida, que es mejor buscar ayuda profesional y en una llamada no arreglamos la vida de la persona, pero podemos acompañarle y aliviar un poco su angustia y su dolor”.

Como refuerzo a esta línea de trabajo y acompañamiento, también el Ministerio de Sanidad impulsaba en 2022 un recurso similar: “Desde el Ministerio defendemos la necesidad de hablar de salud mental, atender la salud mental y combatir el estigma; para ello, tiene en marcha el Plan de Acción de Salud Mental, dotado con 100 millones de euros y, entre sus principales medidas, destaca la creación en 2022 del servicio de atención a la conducta suicida, el teléfono 024; en este tiempo de funcionamiento, el 024 ha atendido más de 129.000 llamadas, de las cuales ha derivado 4.797 a los servicios de emergencia”.

Educación emocional y más inversión en salud

La Organización Mundial de la Salud estima que más de 700.000 personas mueren por suicidio cada año y por cada suicidio hay muchos más que intentan suicidarse o tienen ideas suicidas graves, de ahí que señale que “el comportamiento suicida sigue siendo un desafío universal con millones de afectados y la reducción de la mortalidad por suicidio es de importancia mundial y una consideración vital de salud pública”.

"El suicidio ha sido entendido durante muchos años como un problema individual o familiar que había que ocultar y era un motivo de vergüenza; ahora se demuestra que es un problema social, influyen en él tanto el entorno como otros factores y tiene consecuencias que trascienden a la persona” (Salud Mental España)

Las organizaciones que se ocupan de la salud mental y de la atención a personas que conviven con el sufrimiento o la soledad insisten en incidir en la necesaria educación emocional y la sensibilización social para evitar los prejuicios y los mitos asociados al suicidio. Para la Confederación Salud Mental España, “el suicidio ha sido entendido durante muchos años como un problema individual o familiar que había que ocultar, mantener en silencio y que era un motivo de vergüenza; es ahora cuando se demuestra que es un problema social, influyen en él tanto el entorno como otros factores, y que tiene consecuencias que trascienden a la persona”.

Según la confederación, la falta de educación emocional y de formación en salud mental lleva a las personas al desconocimiento absoluto y a la falta de comprensión, por eso “necesitamos más empatía con aquello que nos resulta ajeno, más educación emocional para reconocer el dolor de las demás personas y para saber gestionar el nuestro propio”.

Como planteamiento general, a la hora de buscar soluciones ante un problema de semejante magnitud, en primer lugar se reclaman medidas de prevención, como son la educación emocional o la atención telefónica en líneas de emergencia, pero en segundo lugar, y no menos importante, es necesario aumentar la atención psicológica y la inversión en salud mental, puesto que este sistema será también un eficaz método de prevención ante los problemas de salud mental que siguen aumentando cada año, según informa Salud Mental España: “En los últimos años ha empeorado la salud mental, según percibe el 74,7%  de la población en España, y las tres razones más señaladas como causas de este empeoramiento son: las dificultades económicas (91,4%), la incertidumbre ante el futuro (89,0%) y la presión, las exigencias y estrés del día a día (88,8%), seguidas de la pandemia de la COVID-19 y de la sensación de que vivimos en una sociedad cada vez más individualista y muy competitiva”.

En España tan sólo contamos con seis profesionales de la Psicología por cada 100.000 habitantes, lo que supone una ratio muy inferior a la media europea, que se sitúa en 18. Esto implica que una persona que necesita ayuda urgente tiene que esperar semanas y hasta meses para recibirla. Salud Mental España reclama más recursos públicos de atención a la salud mental para garantizar un servicio gratuito para todas las personas y de calidad. Explican, además, que "esta atención debe realizarse dentro del ámbito comunitario, es decir, en un entorno corriente y normalizado de la sociedad, evitando la institucionalización, conforme a lo establecido en la Ley General de Sanidad de 1986, y con un enfoque de derechos humanos".

Un grave problema de salud pública multifactorial

Así definen el suicidio en Salud Mental España cuando tratamos de indagar en las causas o motivos que llevan a la idea de una muerte por suicidio. Por un lado, según esta confederación, “necesitamos atajar problemas estructurales que afectan a nuestras sociedades y que nos generan mucho malestar (desigualdad, pobreza, dificultades para acceder a un empleo digno y a la vivienda, falta de inclusión, la soledad no deseada…)". Además, existe un alto riesgo para la salud mental cuando se convive con la discriminación, como ocurre con algunas personas o grupos sociales, entre las mujeres, las personas LGTBIQ+, las migrantes, las que sufren discriminación racial, las que tienen discapacidad, las personas mayores, etc.

Este año, Salud Mental España pone en marcha una campaña de sensibilización dedicada a prevención del suicidio en personas mayores, ya que el colectivo ha experimentado un aumento de suicidios del 8,8% en los últimos cinco años. Además, insisten en la importancia de poner en marcha programas de formación para los docentes sobre métodos para prevenir, detectar y atajar el acoso escolar o bullying.

Una persona que sufre depresión tiene 20 veces más probabilidades de suicidarse que alguien que no padece ese trastorno y las tasas de suicidio son altas entre los grupos vulnerables que están sujetos a discriminación, incluidos refugiados, migrantes, prisioneros, pueblos indígenas e individuos de la comunidad LGBTI.

Según datos de la OMS, una persona que sufre depresión tiene 20 veces más probabilidades de suicidarse que alguien que no padece ese trastorno y las tasas de suicidio son altas entre los grupos vulnerables que están sujetos a discriminación, incluidos refugiados, migrantes, prisioneros, pueblos indígenas e individuos de la comunidad LGBTI.

Ante una realidad tan compleja, y urgente, desde el Teléfono de la Esperanza también reclaman medidas más contundentes, ya que, tal y como explica su portavoz, “los datos históricos que recogemos dan mucha información, es un termómetro de cómo está la sociedad española y de cómo va cambiando a nivel de salud mental, sufrimiento, tipos de problemas que aumentan, como por ejemplo el suicidio, ya que tras la pandemia ha aumentado el número de llamadas con ideación suicida, y los datos del INE muestran que se ha pasado de 10 a 11 suicidios al día”. El Teléfono de la Esperanza, en unión con otras organizaciones, está promoviendo que haya un plan nacional de prevención del suicidio. “Es algo urgente”, asevera Gustavo Adolfo Rodríguez.

Mientras, celebremos la labor solidaria, generosa y valiente de los miles de voluntarios que permanecen a la escucha, como David: “Durante 20 minutos, media hora, lo que dure cada llamada, y siguiendo unas pautas que recibimos en un año de formación, en un proceso muy serio, escuchamos al llamante, escuchamos el trocito de su vida que nos quiere compartir, sus problemas, sus alegrías, su soledad, su sufrimiento, y en una llamada no arreglamos la vida de la persona, pero podemos acompañarle y aliviar un poco su angustia y su dolor”.