La Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP) solicita al Gobierno y a las Comunidades Autónomas la puesta en marcha, de manera urgente, de una Estrategia para prevenir y combatir la soledad no deseada, que, para la PMP, deben liderar los programas y estrategias de convivencia e integración social para que ningún ciudadano se sienta solo y sin capacidad de resolver sus problemas para vivir con dignidad y sentirse acompañado.
Así, plantea que esta estrategia establezca un marco de actuación global que oriente los esfuerzos de integración que se hacen desde los Ayuntamientos y organizaciones sociales. Para la PMP, estas estrategias deben ser a largo plazo, transversales y con medidas específicas en todas las áreas y niveles de las administraciones y que impliquen activamente a toda la sociedad y que prioricen la atención a los grupos con mayor riesgo de aislamiento.
Las fiestas de Navidad y de Año Nuevo suponen tradicionalmente entre nosotros una ocasión de encontrarnos con nuestras familias y allegados. “Pasar las fiestas en soledad se considera una circunstancia que causa bastante tristeza. Y salen nuestros buenos sentimientos como seres sociales de acordarnos de aquellas personas que no tienen compañía”, indica el presidente de la Comisión de Trabajo de la Soledad No Deseada de la PMP, Lázaro González.
Un grave problema
En este contexto, la PMP invita a acordarnos de un “grave problema que afecta muy negativamente al bienestar y a la salud de más de dos millones de personas en nuestro país y a la de alrededor del 6% de la población de los países de la Unión Europea”. Un número que va creciendo año a año y que se ha acentuado con la COVID-19. Se trata de la soledad no deseada o no elegida, que se puede sentir en cualquier edad, pero que desde el punto de vista estadístico la sufren sobre todo las personas mayores, especialmente las de avanzada edad, que son mayoritariamente mujeres.
Según la PMP, el sentimiento de soledad es “muy destructivo” para el bienestar, la salud mental y física de las personas que la sufren. Afecta a aquellos grupos o personas que, por diversas causas económicas, de salud o por las barreras físicas, sociales o culturales, no se han podido incorporar a la corriente principal de la convivencia.
A la vez, añade el presidente de la Comisión de Trabajo de la Soledad No Deseada de la PMP, la existencia de tantas personas que sufren soledad no deseada supone “un fracaso” para lograr una sociedad que quiere ser inclusiva y cohesionada, “que no sabe estar a la altura de un mundo que cambia constantemente y que nuestra inercia impide tejer vínculos que no dejen a nadie fuera del tejido social”.
De ahí, explica, muchas organizaciones sociales y numerosos municipios están intentando aportar soluciones para integrar a personas solas, que tienen el riesgo de caer en el aislamiento social y que les impide gozar de los beneficios y servicios que ofrece la comunidad.
Las demandas de la PMP
Por ello, la PMP reivindica que las personas que sufren este tipo de soledad tienen derechos sociales que la comunidad les niega en cierto sentido al desentenderse de ellas. Para la Plataforma, garantizar estos derechos y una vida digna “es un problema de justicia y debe ser una preocupación permanente de las instituciones y de toda la sociedad a la que representan a lo largo de todo el año, no solo de estas fechas. “No es cuestión solo de buenos deseos, de una mirada caritativa o de unas fechas determinadas”, asevera Lázaro González.
Así, manifiesta que los planes estratégicos encaminados a combatir la soledad no deseada “deben implicar los medios y recursos necesarios, que son rentables no solo socialmente, sino incluso económicamente, como ya hay evidencias por diversos estudios internacionales”. “Prevenir y combatir la soledad no deseada resulta más barato que dejar las cosas como están”, indica González. Según él, “hay que pasar de los anuncios a la acción y a los programas. No hay que inventarlo todo, ya existen buenas prácticas en bastantes países”.
Además, la PMP explica que prevenir y combatir la soledad no deseada es también una forma de abordar el reto demográfico y el del envejecimiento activo, puesto que la gran parte de la España despoblada está habitada por personas mayores solas, que carecen de los servicios imprescindibles. Por otra parte, las ciudades que agrupan a la mayoría de la población, en su mayor parte, no han sabido abordar el reto de la convivencia vecinal que integre a las personas aisladas y/o solas. Tienen más servicios, pero no están suficientemente preparadas para promover un sistema de convivencia ciudadana, en el que todos se integren.
“Hemos de avanzar hacia una sociedad que cuida y acompaña. Algo que tradicionalmente han hecho las familias y, sobre todo, las mujeres. Hoy ya no se puede lograr sin la implicación de toda la comunidad”, concluye la PMP.