
Pablo Olmos y Unai Llantada son dos amigos montañeros vizcaínos de Zalla que durante un tiempo compartieron los ascensos a algunas de las cumbres más altas del mundo. Ambos se habían propuesto culminar el proyecto ‘Siete cimas, siete continentes’, consistente en lograr escalar la montaña más alta de cada región continental. Fue en 2015, precisamente durante una expedición al pico más alto de África, el monte Kilimanjaro, tras hacer cima e iniciar el descenso, cuando Pablo se empezó a encontrar mal, síntomas que en un principio asoció al esfuerzo realizado y a la altitud. Pero aquellos síntomas fueron a más y después de meses de pruebas médicas desembocaron en el diagnóstico de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).
Un diagnóstico fatal, ya que se trata de una enfermedad neurodegenerativa incurable a día de hoy, que provoca una parálisis progresiva de los músculos afectando a la capacidad de moverse, comer y respirar, mientras el intelecto y los sentidos quedan intactos. Tampoco ataca a los músculos de los ojos, por lo que muchos enfermos de ELA en situación avanzada se comunican a través de sistemas tecnológicos que interpretan el movimiento ocular.
“Mi inmovilidad no me impide hacer una expedición. Tengo experiencia en la montaña, siempre he tenido una mente abierta y mucha imaginación”
Los ojos de Pablo Olmos, abiertos o cerrados, siguen viendo montañas. Desde el inicio de su enfermedad él tuvo claro que no quería alejarse de ellas y que, en la medida de lo posible, seguiría esforzándose por hacer cumbre, por escarpada que se presentara la pendiente. ¿Se puede escalar cuando se está inmovilizado en una silla de ruedas? ¿Es posible experimentar la sensación de pisar la cima de una montaña mítica sin la posibilidad de estar físicamente allí?
Pablo cree que sí, que el pensamiento es un potente medio de transporte. “Mi inmovilidad no me impide hacer una expedición. Tengo experiencia en la montaña, siempre he tenido una mente abierta y mucha imaginación”, asegura. Y ese convencimiento es el origen de un movimiento que aúna dos grandes objetivos: escalar y dar visibilidad a la ELA para, de esa forma, conseguir que se inviertan recursos en la investigación de la enfermedad.
Dar Dar’, temblar
Se trata del proyecto ‘Dar Dar’, expresión que en euskera significa ‘temblar’, una sensación que con frecuencia experimentan los montañeros. A veces por frío, otras por miedo, muchas, quizás las más intensas, por la emoción. ‘Dar Dar’ son dos palabras inseparables, como lo fueron Pablo y Unai en la montaña y como pretenden seguir siéndolo. En 2017 fue Unai quien le propuso a su amigo participar en la ascensión a la última de las cumbres que le quedaban para completar sus ‘Siete cimas, siete continentes’, el Monte Vinson, la montaña más alta del continente antártico, situado a 300 kilómetros del Polo Sur. Un reto que exige meses de preparación y que únicamente puede intentarse en la temporada de verano austral, cuando los termómetros se sitúan, 'sólo', entre los -20 y los -30 grados centígrados. Las temperaturas del invierno directamente lo hacen inviable, el ser humano no puede soportarlas.
“El frío de la Antártida es distinto a todo lo que he sentido hasta ahora. Yo he pasado mucho frío en la montaña, pero allí la sensación es brutal, te duele todo el cuerpo de frío”
“El frío de la Antártida es distinto a todo lo que he sentido hasta ahora. Yo he pasado mucho frío en la montaña, pero allí la sensación es brutal, te duele todo el cuerpo de frío”, dice Pablo Olmos, quien no dudó en aceptar la invitación de su compañero para unirse a esta cordada y alcanzar juntos, uno físicamente y el otro de manera virtual, la cima más alta de la Antártida.
El guiño, un símbolo
Pablo Olmos se comunica con el ordenador a través del guiño de su ojo. Con ese gesto escribe y edita vídeos. “Para los enfermos de ELA es uno de los gestos fundamentales, porque los ojos no se deterioran con la enfermedad”, dice. “El guiño además es un gesto de complicidad entre personas, hagamos del guiño un símbolo de la ELA”, propone Pablo.
Y justo eso hicieron él y Unai. Muchas personas se unieron a ese guiño y el movimiento 'Dar Dar' fue dándose a conocer. El documental rodado durante la ascensión del Monte Vinsor, ‘Dar Dar ELAntártida’, producido por Ikaika Media y dirigido por el guionista y director Raúl San Román, que formó parte de la expedición, comenzó a proyectarse en diferentes ciudades y, a la vez que se visibilizaba la enfermedad y se enviaba un mensaje positivo de superación, se recaudaban fondos para aquello que más necesitan los afectados por la Esclerosis Lateral Amiotrófica: investigación para avanzar hacia su cura.
"A mi cordada están invitados todos, los que su cuerpo les permita subir a la cima y los que lo hagan con la mente y el corazón"
‘Dar Dar ELAma Dablam’
La gran repercusión del proyecto y la confirmación por parte de Pablo Olmos de que, aun inmovilizado en su silla de ruedas desde su casa de Zalla podría seguir hoyando cumbres con su compañero Unai, propiciaron un nuevo reto: la ascensión al Ama Dablam (el collar de la madre), en la cordillera del Himalaya. La que es considerada la montaña más bella del planeta, con una altura de 6.812 metros. La cima soñada por Pablo Olmos.
En esta ocasión los componentes del proyecto quisieron abrirlo a la participación de otros enfermos de ELA, y de esa manera pacientes de todo el país se unieron a la cordada. La mayoría de forma virtual, pero dos de ellos de forma física. Es el caso de Jaime Lafita, multideportista de Getxo (Bizkaia) perteneciente a la asociación ‘Dalecandela’, y de Miguel Ángel Roldán, triatleta cordobés y preparador físico ligado a la asociación ‘Saca la lengua a la ELA’. Su pretensión es convertirse en las personas con esta enfermedad que consigan escalar la mayor altura hasta este momento.
A ellos se unió también Itziar Pérez, enferma de ELA que planea realizar la expedición desde su silla de ruedas a través de su imaginación, de la que ha salido un cuento que se ha editado y se distribuye en centros escolares para que los alumnos conozcan también las implicaciones que tiene la enfermedad. Todo suma para hacer visible esa realidad.
La expedición estaba prevista para este otoño, pero la pandemia mundial por Covid-19 desatada a principios de año trastocó todos los planes y ha sido necesario aplazarla al menos un año. De ese aplazamiento ha surgido otro reto, TeidELA Ruta 04, una expedición al monte Teide, la cima más alta de España, con una altitud de 3.718 metros sobre el nivel del mar y 7.500 metros sobre el lecho oceánico.
Tal y como estaba previsto para la expedición al Himalaya, en la ascensión participarán igualmente Jaime Lafita y Miguel Ángel Roldán, que trasladarán desde el mar a la cima del Teide un mensaje escrito por sus compañeros de cordada Itziar Pérez y Pablo Olmos depositado en una botella en el Atlántico. De nuevo, la experiencia será filmada por Raúl San Román y el equipo de Ikaika Media. Será este mes de octubre cuando lleven a cabo el nuevo reto con el mismo objetivo, hacer visible la ELA para que se puedan destinar recursos suficientes a la investigación y lograr detener la enfermedad, de la que cada año se diagnostican 900 nuevos casos en España.
Pablo Olmos sigue en esa lucha, en la de unir al mayor número de personas posible a esta particular cordada, como se denomina en términos montañeros a quienes forman parte de una expedición. A convertir el guiño de los ojos en un símbolo de los enfermos de ELA, en tratar con ese gesto de enlazar complicidades y lograr la cura de la enfermedad. Mientras tanto, con los ojos abiertos o cerrados, Pablo seguirá viendo cumbres que pisar. “No puedo dejar de escalar montañas, aunque mi cuerpo me lo impida mi cabeza las sigue buscando y te diré una cosa: las encuentra”, asegura. Y nadie lo duda.