
Según informa la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), cambiar las formas de producir y consumir alimentos es esencial si queremos cuidar el planeta y parar el cambio climático.
La Organización apunta que, del total de emisiones de CO2 que se generan anualmente, el 34% proviene de la industria de la alimentación, ya sea en su producción, comercialización o consumo. Un tanto por ciento que, traducido a toneladas de dióxido de carbono, da como resultado 18.000 millones de toneladas anuales.
Entre los países o uniones de países más contaminantes, la Unión Europea se encuentra en quinto lugar, por detrás de China, Indonesia, EEUU y Brasil. Y aunque la dinámica indica que la huella de la alimentación en el cambio climático se ha reducido descendiendo en 7 puntos en 40 años, la realidad es que sigue siendo uno de los sectores más perjudiciales para el bienestar medioambiental.
Frente a esta dinámica, cada vez más personas se suman a algunas tendencias para rebatir la situación, tal y como apuntan desde Barcelona Culinary Hub, una red internacional de educación superior que cuenta con 22 instituciones educativas en España, Andorra, Francia, Italia, Norte de África, EEUU y Colombia: “cada vez más gente adopta rutinas o soluciones caseras para aportar su granito de arena al problema de la contaminación por culpa del sector de la alimentación. Hablamos de la reducción de productos de consumo animal, la compra de productos km 0 o la cocina zero waste”.
La cocina Zero Waste
Esta tendencia, que se refiere a la cocina de aprovechamiento o de residuos 0, busca dejar la menor huella medioambiental posible en el proceso de alimentación. La cocina Zero Waste intenta dejar el mínimo de residuos, no tan solo no desperdiciando comida, que es la base de este movimiento, sino también sin usar residuos innecesarios, como los plásticos o el porexpan.
Una de las prácticas más extendidas para llevar a cabo este tipo de cocina es comprar a granel, con lo que se consigue evitar los plásticos y envases desechables. Otra idea es sustituir los tuppers de plástico por los de vidrio o cambiar las pajitas de plástico por las de cartón.
El producto sostenible km 0
Sin duda, una de las acciones individuales más efectivas para reducir la huella ambiental en la alimentación es la de optar por los productos de proximidad. Los km 0 son productos sostenibles porque, además de ser autóctonos de la zona donde uno vive, son de temporada y suelen ser ecológicos. Pero uno de los cambios más importantes es que se evitan los envíos transnacionales, por lo que se ahorran toneladas de CO2 gastados en su embalaje, empaquetado y distribución.
Los españoles ven este tipo de consumo con muy buenos ojos y la mayoría de la población los considera de mayor calidad y admite todas sus ventajas. Un estudio realizado por la consultora Kantar el pasado 2021 indicaba que hasta el 74% de los españoles prefería el producto de proximidad antes que los preparados o envasados vendidos en la mayoría de los establecimientos y grandes superficies.
La tendencia que consiste en consumir menos productos de procedencia animal es cada vez más popular en España. Según conclusiones del informe The Green Revolution, realizado por la consultora Lantern, durante los últimos dos años ha crecido un 60% el número de españoles que ha decidido modificar su alimentación y seguir una dieta compuesta, principalmente, por vegetales.
Además, según el informe, España ya cuenta con más de 5 millones de veggies (veganos, vegetarianos, flexitarianos). Este boom se ha convertido, sin duda, en una de las tendencias más importantes en los cambios de los patrones de alimentación de los últimos años, tal y como indica el informe.