La pandemia trajo a la vida de niños, niñas y adolescentes nuevas preocupaciones, miedos, ansiedad y puso de manifiesto la magnitud de los problemas de salud mental que sufren en España. Así lo corroboran, al menos, los datos de los que dispone Save the Children.
En este sentido, según su informe de 2021 ‘Crecer Saludable(mente). Un análisis sobre la salud mental y el suicidio en la infancia y la adolescencia’, los trastornos mentales han aumentado del 1,1% al 4% en niños, niñas y adolescentes de entre 4 y 14 años y del 2,5% al 7% en el caso de los trastornos de conducta, en comparación con los últimos datos oficiales disponibles de la Encuesta Nacional de Salud de 2017.
Y, tal y como apunta la ONG, los niños, niñas y adolescentes que viven en hogares con bajos ingresos tienen una probabilidad cuatro veces mayor (12,8%) de sufrir trastornos mentales y/o de conducta que los que viven en hogares de renta alta (2,6%).
Falta de personal
Asimismo, recuerda que, en España, la ratio de psiquiatras por habitante se encuentra entre las más bajas de Europa y solo el 60% de los hospitales de la red pública cuenta con atención psicológica.
Como consecuencia de ello, Catalina Perazzo, directora de políticas de infancia en Save the Children, advierte que “las listas de espera para recibir atención psicológica o psiquiátrica se convierten en un cuello de botella, al tiempo que el trastorno suele ir empeorando o cronificándose. Es intolerable que el acceso a la salud mental también dependa de la renta. La infancia y la adolescencia más vulnerable debe tener a su alcance recursos públicos y de calidad”.
A este respecto, la ONG subraya que la falta de personal de psicología y psiquiatría en el Servicio Nacional de Salud y el aumento de la presión asistencial en la atención primaria llevan a que parte del sufrimiento emocional de los niños, niñas y adolescentes se pretenda mitigar con medicación.
En palabras de Perazzo, “queremos que las niñas y niños crezcan sanos y sanas, por ello, cuidamos su alimentación, les facilitamos que hagan ejercicio, les abrigamos cuando hace frío y los llevamos al médico cuando es necesario. Pero ¿estamos cuidando también de su salud emocional y mental?”.
El tabú del suicidio
En 2020, se suicidaron 61 niños, niñas y adolescentes en nuestro país, de acuerdo con los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística. Muchas veces, la detección del pensamiento suicida se produce cuando el problema ya está muy avanzado o es incluso demasiado tarde. Según los resultados del informe de Save the Children, un 3% de niños, niñas y adolescentes han tenido pensamientos o intenciones suicidas en 2021.
Tal y como revela el documento, si bien las niñas parecen más afectadas por pensamientos o intenciones suicidas, son los niños quienes terminan por cometer en mayor proporción este acto. Además, pone de manifiesto que las intenciones de suicidio se incrementan a medida que los niños y niñas alcanzan la adolescencia y los porcentajes son mayores en las familias con rentas bajas, con un 3,8% frente al 1,3% de las familias más adineradas.
Y en lo que se refiere al acoso, los niños, niñas y adolescentes víctimas de bullying tienen 2,55 veces más riesgo de intentos de suicido que los que no lo han sufrido. En el caso del ciberbullying, el impacto es todavía mayor.