El 60% de los adolescentes utiliza las redes sociales como principal medio para acceder a la información, al mismo nivel que la televisión y por delante de otros medios de comunicación como la prensa online (32%), la radio o la prensa en papel (9% y 5% respectivamente).
En lo que respecta a las redes sociales y los creadores de contenido, un 16% de los adolescentes considera que son siempre una fuente fiable de información, porcentaje que asciende al 70% que piensa que pueden serlo en determinadas ocasiones. Si se desagrega por género, se aprecia cómo los chicos confían más en estos perfiles: un 23% considera que son una fuente fiable de información frente a un 9% de las chicas.
Pero el aspecto que más preocupa es que más de la mitad de la población adolescente, concretamente el 51%, no sabría identificar siempre cuándo una noticia es falsa. Además, aunque sospechen de que se trata de una noticia falsa, 1 de cada 4 adolescentes directamente no la contrasta, mientras que un 56% de adolescentes recurriría a familiares y amigos para comprobar su veracidad. Estas son las principales conclusiones de una investigación sobre Desinformación y la exposición a discursos de odio de niños, niñas y adolescentes en el entorno digital, con la que la Save The Children denuncia que la exposición a estos contenidos vulnera de forma directa el derecho de la infancia y adolescencia a una información veraz y segura, un derecho esencial que cada vez está más en juego.
“Nos preocupa que estos familiares y amigos también se estén informando a través de las mismas fuentes, lo que podría crear un efecto burbuja y ampliar el riesgo de perpetuar información falsa”, afirma Catalina Perazzo, directora de Incidencia Política y Social de Save the Children.
“Si bien internet ha democratizado el acceso a la información, también ha facilitado la proliferación de contenido erróneo y perjudicial, que perpetúa estereotipos negativos, modelos irreales de vida y fomenta discursos de odio. Esta exposición, junto a la deshumanización que caracteriza a menudo las relaciones en el mundo digital y que provoca comportamientos que no se tendrían en el entorno físico, hace que chicos y chicas sean especialmente vulnerables a estos contenidos”, señala Perazzo.
Modelos irreales
El análisis también señala otro riesgo que afecta a la infancia y adolescencia en el entorno digital y que impacta de forma directa su salud mental es la exposición permanente, a través de las redes, a representaciones ideales de determinados estilos de vida, estándares de belleza y, en el caso de las chicas especialmente, la sexualización del cuerpo femenino.
La organización recuerda que, aunque esta exposición constante de la vida privada como modelo de negocio ya existía en la televisión y la prensa tradicionales, el mundo digital hace que cualquiera pueda llegar a hacerlo, lo que supone que el concepto de intimidad adquiere ahora un nuevo significado. Las chicas suelen seguir a personas con las que sienten afinidad, dan consejos o para conocer la vida privada de ciertos perfiles, mientras que los chicos tienden a interactuar más con personas relacionadas con el mundo de los videojuegos o el deporte.
“La validación pública de la auto-exposición que realizan los y las influencers puede provocar que chicos y chicas repliquen estas conductas y que acaben compartiendo aspectos más personales o fotos íntimas o sexualizadas. Esto tiende a ocurrir en mayor medida en el caso de las niñas y adolescentes, que debido a los estereotipos sexistas pueden sentir que tienen que amoldarse a los cuerpos públicamente deseables”, advierte Perazzo.
Diferencias por género
El documento publicado por Save the Children recoge también un análisis de diversos perfiles de hombres y mujeres streamers para comparar las diferencias en los discursos en base al género, también entre sus comunidades de seguidores.
En el caso de los creadores de contenido chicos que se analizan, se observa que tienen más seguidores por norma general y muestran diferentes tipos de conductas de riesgo, como son compartir comentarios sexuales recurrentes, hacer referencia habitual a la pornografía o realizar reseñas de videojuegos de contenido erótico o pornográfico. Además, en los chats de sus canales de stream son frecuentes las referencias misóginas, los mensajes que banalizan el consumo de drogas o las actitudes de acoso ante quienes muestran rechazo hacia lo que dice el streamer.
En el caso de las creadoras de contenido, tienen por norma general un número de seguidores más bajo, y todas se han tenido que enfrentar a ataques en sus redes por diversos motivos: por defender a víctimas de abusos, visibilizar malos tratos de una expareja o por no cumplir con ciertos estereotipos estéticos.