En el remoto condado de Maban, al noreste de Sudán del Sur, un solo hombre dirige el único hospital con capacidad quirúrgica del Estado del Alto Nilo. El hospital es un salvavidas para cientos de miles de refugiados y sursudaneses. El Dr. Evan Atar Adaha llegó a Bunj en 2011 después de que la guerra le forzara a abandonar el hospital del estado sudanés de Nilo Azul. En ese entonces, en Bunj solo existía un centro de salud abandonado. El Dr. Atar lo transformó en un hospital.
El médico vive junto al hospital, en una simple tienda de campaña,y por su quirófano pasan de media 58 personas cada semana
Operó a su primer paciente sobre una mesa de operaciones hecha de varias mesas apiladas una encima de otra, para que estuviese a la altura necesaria. Ha trabajado incansablemente durante años para obtener financiación de varias organizaciones, así como dando formación a gente joven para convertirlos en enfermeros y comadronas. Hoy, el hospital atiende a una población de más de 200.000 personas, entre los que se cuentan 144.000 refugiados del estado de Nilo Azul en Sudán, de los que 142.000 viven distribuidos en cuatro campamentos de refugiados. Además, hay 17.000 personas sursudanesas desplazadas internamente dentro del país por el conflicto en el condado de Maban y sus alrededores. La población nativa de Maban es de alrededor de 53.000 personas. Debido a su extraordinario compromiso y sacrificio para proveer de atención médica a quienes se han visto obligadas a huir, y a las comunidades que los acogen, ACNUR ha concedido este año al Dr. Atar el Premio Nansen para los Refugiados.
De media, 58 personas pasan cada semana por el quirófano del Dr. Atar y su equipo. Las condiciones son difíciles, con suministros y equipos limitados. De hecho, el hospital no cuenta con provisiones de anestesia general, lo que supone que los médicos deben trabajar con inyecciones de ketamina y anestesia epidural o raquídea. La única máquina de rayos X está rota; el único quirófano está iluminado por una sola bombilla y la electricidad depende de generadores que a menudo fallan. Dado que es el único hospital en el Estado del Alto Nilo, muchas veces está saturado de pacientes y tienen que habilitar salas al aire libre.
La labor del doctor es un sacrificio personal. Vive junto al hospital, en una simple tienda de campaña, mientras que su familia está en Nairobi (Kenia). Puede visitarlos tres veces al año, durante los escasos paréntesis que se toma libres para recuperarse de su extenuante labor médica. Cura a quien lo necesite sin tener en cuenta quienes sean, un compromiso que le ha valido el respeto tanto de la comunidad local como de los refugiados y los desplazados internos. “Damos tratamiento a todos, sin importar quienes sean. Soy más feliz cuando me doy cuenta de que el trabajo que he hecho ha salvado la vida de alguien o le ha evitado sufrimiento”, dice.
La situación en el condado de Maban sigue siendo volátil, con estallidos habituales de violencia estos últimos años. Cuando en julio pasado fueron atacadas varias dependencias de organizaciones internacionales de ayuda, el Dr. Atar se quedó trabajando en su hospital, incluso después de que algunos miembros de su equipo médico tuvieran que huir forzosamente.
"Profunda humanidad"
La labor del Dr. Atar le ha valido el Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR. "Su trabajo durante estas décadas de guerra civil y conflicto es un brillante ejemplo de profunda humanidad y altruismo. A través de sus incansables esfuerzos, se han logrado salvar miles de vidas y un sinnúmero de hombres, mujeres y niños han tenido la oportunidad de reconstruir su futuro”, dice Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. "A menudo, aun a riesgo de propia seguridad, su compromiso de ayudar a las víctimas de la guerra y el conflicto ha resultado extraordinaria y merece recibir la atención y reconocimiento mundial", concluye Grandi.
El Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR rinde homenaje al servicio extraordinario a las personas desplazadas por la fuerza y tiene entre sus ganadores recientes a la hermana Angélique Namaika,de la República Democrática del Congo; Zannah Mustapha, abogado y mediador del estado de Borno en el noreste de Nigeria; y el servicio de Rescate Helénico y Efi Lafsoudi de la aldea de Pikpa en la isla de Lesbos (Grecia).
La ceremonia de entrega del premio 2018 se celebrará el 1 de octubre en Ginebra, Suiza, y contará con un discurso inaugural por parte de la Embajadora de Buena Voluntad de ACNUR y actriz Cate Blanchett, y será presentada por la actriz sudafricana y promotora de la campaña LuQuLuQu de ACNUR, Nomzamo Mbatha.