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Informe de McKinsey Sustainability y C40 Cities Climate Leadership

Quince acciones para hacer que las ciudades reviertan el cambio climático

El estudio ‘Adaptación focalizada: un enfoque estratégico para la adaptación al clima en las ciudades’ considera varios parámetros al establecer estas medidas. Se trata de: su potencial de reducción de riesgos, su coste, su viabilidad y la complejidad de implementación.

El informe señala que las acciones pueden ayudar a nivel social y económico

De la quincena de acciones propuestas, hay cuatro que fomentan la resiliencia sistémica, lo que significa que fortalecen ciudades de todos los perfiles; y las otras 11 son específicas, es decir, se dirigen a riesgos climáticos físicos concretos. Esta lista no es un directorio definitivo de acciones que todas las ciudades deberían tomar, pero tiene la finalidad de servir como una guía útil. “Algunas de las acciones, como la construcción de barreras para proteger las zonas costeras y la adaptación de las infraestructuras, son complejas y costosas, pero otras, como la plantación de árboles junto a las calles y la puesta en marcha de programas de cambio de comportamiento para conservar el agua, no lo son. Ejemplos de todo el mundo, tanto en economías avanzadas como en desarrollo, demuestran lo que es posible”, indica el socio de McKinsey en España Joseba Eceiza.

Un ejemplo poco costoso para combatir el calor es el tratamiento de superficies frías, como la aplicación de pintura blanca en tejados, paredes y pavimentos, para ayudar a reducir las islas de calor urbanas, al adaptar las superficies para que reflejen la luz solar y absorban menos calor. Estos tratamientos no tienen los mismos efectos en todas partes, y los responsables deben tener en cuenta la forma y la estructura de los techos y pavimentos de sus ciudades para evaluar su viabilidad. Pero, cuando la pescadería de Mercamadrid instaló un techo impermeable y reflectante con una capa de pintura blanca, la temperatura en el interior del edificio bajó 7 grados Celsius.

El informe describe, a grandes rasgos, cómo las ciudades pueden poner en práctica las acciones de adaptación y, para ello, sugiere empezar por definir los peligros más relevantes y por entender los riesgos que esos peligros suponen para sus comunidades. A partir de ahí, las ciudades pueden llevar a cabo un análisis detallado del impacto de la reducción del riesgo, los costes y la viabilidad de las diferentes acciones.

Soluciones ante el reto del cambio climático

Dado que las distintas ciudades se enfrentan a diferentes riesgos climáticos y tienen distintos niveles de vulnerabilidad, las urbes pueden concentrarse en acciones que aprovechen sus puntos fuertes (en recursos, características físicas y activos, y control jurisdiccional) y ofrezcan un alto rendimiento en la reducción de riesgos. Sin embargo, identificar esas adaptaciones de alto impacto puede ser una tarea abrumadora, dada la naturaleza en constante evolución de la amenaza climática y la vertiginosa gama de opciones de adaptación disponibles.

El informe sugiere que las ciudades tendrán que ser innovadoras a la hora de aprovechar sus propios recursos y experiencias, por ejemplo, mediante asociaciones público-privadas, bonos verdes, seguros y otras estrategias. Vale la pena destacar el caso del distrito de Zorrotzaurre en Bilbao, donde se ha establecido una asociación público-privada, basada en la participación en la propiedad del suelo, para financiar medidas de resiliencia en la zona. Las mejoras han incluido la ampliación del canal, la elevación del terreno y la construcción de espacios verdes abiertos.

La investigación también revela que las soluciones basadas en la naturaleza, como la plantación de árboles, la gestión de las cuencas fluviales, y las soluciones de drenaje urbano sostenibles, se encuentran entre las acciones más atractivas por su impacto en la reducción de riesgos y su viabilidad. Estas soluciones suelen aportar beneficios más allá de la adaptación en ámbitos como la descarbonización, el crecimiento económico y la salud. Por ejemplo, en España, el ayuntamiento de Barcelona ha puesto en marcha el Plan Director de Árboles desde el 2017 para minimizar el efecto de la isla de calor urbana mediante el aumento de cobertura de árboles del 5% al 30% para 2037.

El impacto del riesgo climático sobre la salud, el bienestar y la equidad de las sociedades urbanas

Finalmente, el estudio concluye que la adaptación al riesgo climático tiene un importante elemento de equidad. Las poblaciones vulnerables, como los niños, los ancianos, las comunidades de bajos ingresos, algunos grupos minoritarios, las personas con discapacidades y las mujeres, pueden correr un mayor riesgo de sufrir daños relacionados con el clima. Por ejemplo, la rápida y continua urbanización está provocando un aumento de la población en asentamientos informales, que a menudo carecen de los recursos y de la capacidad de adaptación para resistir eventos climáticos importantes, como las inundaciones y el calor extremo.

El riesgo climático afecta directamente a la salud, habitabilidad y capacidad de trabajo de las personas; a los bienes, como las empresas, viviendas y hospitales; y a los servicios, como el suministro de energía y alimentos. McKinsey y C40 pretenden, mediante este informe, establecer un punto de partida para ayudar a las ciudades a desarrollar sus programas de adaptación. Los dirigentes tendrán que profundizar en la elaboración de sus estrategias, ya que el conocimiento y experiencia local resulta esencial.  Al mismo tiempo, la adaptación al clima es una de las muchas prioridades que compiten entre sí en las ciudades, y los recursos urbanos son limitados. Al identificar las acciones más efectivas y factibles, las ciudades pueden centrarse en ejecutarlas bien y tomar impulso para hacer más; este informe es una llamada a la acción focalizada.