Según el Informe Global sobre Crisis Alimentarias 2022 de la FAO
193 millones de personas padecen hambre en el mundo
Unos 40 millones de personas se sumaron en el último año al colectivo global que sufre inseguridad alimentaria aguda, que ha llegado, de esta manera, hasta los 193 millones de personas. Así lo resalta el Informe Global sobre Crisis Alimentarias 2022 que elabora anualmente la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
21 Sep 2022 | Redacción | Soziable.es
El Informe Global sobre Crisis Alimentarias 2022 revela que este nivel récord incluye a 570.000 personas en Etiopía, el sur de Madagascar, Sudán del Sur y Yemen que se encuentran en la fase de catástrofe y han requerido una acción urgente para evitar un colapso generalizado de los medios de subsistencia y muertes por inanición.
Asimismo, el documento, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), detalla que, en la lista de países que padecen el flagelo, 39 naciones se repiten cada año y que su población hambrienta se duplicó entre 2016 y 2021 con incrementos constantes desde 2018.
Guerras, cambio climático y crisis económicas
Según los organismos, el aumento es resultado de diversos factores que se retroalimentan y que van desde conflictos hasta crisis ambientales y climáticas, económicas o sanitarias. Y la raíz de todas estas, tal y como sostuvieron, son la pobreza y la desigualdad.
En 2021, el estudio cita los conflictos, las condiciones climáticas extremas y los choques económicos derivados de la pandemia de la COVID-19 como los principales propulsores del avance del hambre.
También menciona que la guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la interconexión y fragilidad de los sistemas alimentarios mundiales con graves consecuencias para la seguridad alimentaria y nutricional global.
Además, advierte que los países que ya enfrentan altos niveles de hambre aguda son particularmente vulnerables a los riesgos creados por esa conflagración por su alta dependencia de las importaciones de alimentos e insumos agrícolas y su vulnerabilidad ante las crisis de precios de la comida.
Distinta óptica
Por otra parte, los responsables de la FAO y el PMA coincidieron al resaltar el “trágico vínculo” entre conflicto y seguridad alimentaria y pugnaron por cambiar la óptica con que se aborda el problema.
“Los resultados del informe de este año demuestran aún más la necesidad de abordar colectivamente la inseguridad alimentaria aguda a nivel mundial en contextos humanitarios, de desarrollo y de paz”, dijo el director general de la FAO, Qu Dongyu.
Por su parte, el director ejecutivo del PMA hizo hincapié en que los niveles sin precedentes a los que ha llegado el hambre aguda siguen empeorando a la par de la situación mundial.
La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la interconexión y fragilidad de los sistemas alimentarios mundiales
“El conflicto, la crisis climática, el COVID-19 y el aumento de los costos de los alimentos y el combustible han creado una tormenta perfecta y ahora tenemos la guerra en Ucrania acumulando una desgracia sobre otra. Millones de personas en decenas de países están al borde de la inanición. Necesitamos urgentemente fondos de emergencia para sacarlos del abismo y revertir esta crisis mundial antes de que sea demasiado tarde”, apuntó David Beasley.
Las agencias aseveraron que hace falta dar prioridad a la agricultura en pequeña escala como respuesta humanitaria de primera línea para superar las limitaciones de acceso y como una solución para revertir las tendencias negativas a largo plazo.
Asimismo, abogaron por promover cambios estructurales en la forma de asignar el financiamiento externo y realizar inversiones de desarrollo a mediano y largo plazo para que la asistencia humanitaria pueda reducirse con el tiempo abordando las causas profundas del hambre.
Llamaron también a fortalecer un enfoque coordinado para garantizar que las actividades humanitarias, de desarrollo y de mantenimiento de la paz se lleven a cabo de manera holística y coordinada con el fin de impulsar la construcción de resiliencia y la recuperación.
América Latina y el Caribe
De acuerdo con los datos de la FAO y el PMA, 12,76 millones de personas se encuentran en “situación de crisis o peor” en cinco países latinoamericanos y caribeños: El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras y Nicaragua. El número supone un aumento de un millón de personas en un año.
En el apartado dedicado a América Latina y el Caribe, el informe precisa que de esas cinco naciones, Haití alberga la mayor crisis alimentaria de la región, con un tercio de las personas hambrientas: 4,4 millones.
Guatemala, por su parte, ocupa el segundo lugar con 3,73 millones de personas con hambre. Le siguen en la lista Honduras, con 3,29 millones, y El Salvador, con 985.000. En cuanto a Nicaragua, las agencias estiman la cifra en alrededor de 400.000 personas.
Entre las causas del incremento de la inseguridad alimentaria, el estudio cita el alza de precio de los alimentos básicos, la demanda laboral atípicamente baja debida al impacto económico de la pandemia, los eventos climáticos extremos y los altos niveles de inseguridad.
El medio rural es clave para la seguridad alimentaria
El mundo rural es el actor fundamental que puede garantizar la seguridad alimentaria, custodiar el territorio y, en la coyuntura actual, mitigar la crisis energética. Su labor es ahora estratégica y fundamental para garantizar la seguridad alimentaria de la población. Esto significa no solo proporcionar productos saludables para el bienestar de las personas, sino también asegurar la cantidad suficiente de alimentos, que sean próximos y accesibles para todos.
“El precio de la cesta de la compra, los incendios forestales, el despliegue de las energías renovables, la custodia del territorio, o la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático, pasan por desplegar todas las herramientas tecnológicas de las que ahora dispone la ingeniería agronómica”, afirma Mª Cruz Díaz Álvarez, colaboradora del Instituto de Ingeniería de España.
La búsqueda de la eficiencia es un punto crítico, para el sector agroalimentario. Los límites de nuestro planeta están obligando a gestionar los ecosistemas, la biodiversidad y los recursos naturales con criterios de economía circular. "si conseguimos minimizar el impacto energético en la producción de alimentos, podemos reducir el coste de la cesta de la compra y mejorar tanto la huella ambiental de la producción como las rentas de los agricultores”, señala la Díaz.
Eso pasa por desplegar todas las opciones de economía circular, incrementar la eficiencia en la producción y, muy especialmente, reducir el desperdicio alimentario en todas las fases del ciclo alimentario.
Los ingenieros agrónomos proponen desplegar una producción de alimentos eficiente, que incorpore la economía de la energía y los recursos naturales, genere nuevas rentas, por la prestación de servicios ambientales, y que todos los insumos y energía empleados para la producción sean efectivos, es decir, que lleguen a nuestra mesa y no se queden por el camino.
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