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Según un informe de LLYC

¿Qué retos ESG deben superar las empresas que apuestan por un compromiso real con la sostenibilidad?

Sobre ellos incide un informe de la consultora LLYC que aborda el estado de la conversación social en torno a los asuntos ambientales, sociales y de gobernanza. El documento, publicado bajo el título ‘10 retos de la ESG en un mundo convulso. Hoja de ruta para empresas que apuestan por un compromiso real’, ha contado con la participación de un nutrido panel de expertos en ESG para identificar los retos más inmediatos para las empresas.

El estudio analiza cómo se encuentra la conversación social en torno a la ESG.
El estudio analiza cómo se encuentra la conversación social en torno a la ESG.

El estudio ‘10 retos de la ESG en un mundo convulso. Hoja de ruta para empresas que apuestan por un compromiso real’, elaborado por LLYC, analiza cómo se encuentra la conversación social en torno a la ESG. Y, una vez detectadas las preocupaciones, propone una serie de pautas y expone los desafíos a los que se enfrentan las empresas para atender esas demandas. Se trata de satisfacer estas necesidades halladas en la charla, para no hacer greenwashing y para, realmente, formar parte del compromiso con la ESG.

La conversación sobre medioambiente en las redes sociales es, según el documento, un tema recurrente que cuenta con la participación de líderes de opinión, asociaciones ecologistas y ciudadanos de a pie. Tanto es así que los tuits sobre contaminación son los más reiterados en materia de ESG en el país (suponen un 37,99%), seguidos de aquellos que mencionan el cambio climático (25,07%) y los que se refieren a la falta de oportunidades sociales (12%).

Según Almudena Alonso, directora senior de Stakeholders Management en LLYC, "hemos querido apoyarnos no solo en la conversación social sobre sostenibilidad, sino en los mayores expertos de nuestro país en esa materia para aportar a las empresas recomendaciones para un ejercicio realmente efectivo en temas ESG, que no se quede en lo estético y formal y que sea útil para su competitividad y para fortalecer sus relaciones con sus stakeholders".

El estudio señala también que las críticas hacia el uso excesivo de envases o el aumento de las emisiones de CO2 se han consolidado como las principales demandas de la población, superando incluso a las reivindicaciones por la equidad de la mujer. Asimismo, revela que los ciudadanos tienden cada vez más a involucrarse en estos diálogos digitales a medida que los episodios climáticos extremos suceden en localidades más próximas a sus hogares.

A pesar de este compromiso por parte de la ciudadanía, el informe destaca el surgimiento de una comunidad negacionista muy fuerte en el territorio de cambio climático (20% de mensajes, 16% de perfiles, 14% de alcance), frente a la colectividad ecologista, con fuerte presencia en todos los territorios de medioambiente (con una media del 15% de los mensajes, el 9% de las cuentas y el 14% del alcance).

En este sentido, el trabajo considera preocupante la intensa actividad de estos perfiles negacionistas ante una actitud más apagada del resto de comunidades y sugiere que, quizá, se está dando por hecho, erróneamente, que el nivel de conocimiento y sensibilización de la sociedad es ya alto.

Diez retos

En cuanto a los diez retos a los que las empresas deberían hacer frente las empresas que apuesten por un compromiso real con los asuntos ESG, el informe comienza destacando que las empresas deben sensibilizar a la ciudadanía para que la sostenibilidad esté en su contexto cotidiano, cercano y actual.

Además, debe hacerlo con un lenguaje sencillo, prescindiendo de términos técnicos en materia de sostenibilidad y recurriendo a conceptos clave para remarcar la triple dimensión ambiental, social y de buen gobierno.

También se refiere el informe a la necesidad de que, por un lado, exista un marco legal estable y común para todas las empresas, aunque siempre buscando los valores y el fondo para no quedarse en el cumplimiento formal; y, por otro, de que las organizaciones estandaricen las métricas a nivel global, la transparencia y los datos compartidos.

Sobre el papel de la Administración pública, el texto sugiere que se debe recompensar a los mejores y sancionar a los peores mediante los mecanismos que existen, tales como la compra pública, la inversión pública, la fiscalidad y el activismo público en empresas privadas mediante la SEPI, entre otras. Y sobre las alianzas de colaboración público-privada-social, señala que la participación de todos es fundamental para aspirar a un futuro sostenible.

Por otra parte, subraya la oportunidad para las empresas de incorporar recompensas vinculadas a la ESG, empleando un enfoque estratégico y centrado en el impacto sobre los grupos de interés, no como un mero indicador de desempeño. Y, en relación con los aspectos sociales, apunta que, para lograr el cambio, las compañías no deben focalizarse solo en las mejoras medioambientales.

Finalmente, sostiene que, en el caso de las cadenas de suministros, es preciso trabajar con ellas para aportar valor real e impulsar la sostenibilidad y los impactos positivos en la ciudadanía y, en el de la formación, resulta imprescindible formar a los máximos líderes de las empresas para alcanzar los compromisos ambientales, sociales y de buen gobierno y crear una cultura sostenible en todos los niveles.