Este contexto requiere un enfoque transversal y coordinado de todos los actores del sector. Por ello, en junio de 2023, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) presentó una hoja de ruta para que la aviación alcance emisiones netas cero para 2050. El plan incluye cinco áreas clave: combustible sostenible, infraestructura para nuevos combustibles, optimización de operaciones, incentivos globales y mecanismos de financiamiento para cubrir los costes de la transición. La visión es ambiciosa y las aerolíneas ya están adaptándose para lograr esta meta. Sin ir más lejos, en Vueling nos hemos propuesto liderar este camino hacia la sostenibilidad y, como parte del grupo IAG, nos hemos comprometido a suministrar un 10% de combustible sostenible de aviación en el año 2030, 4 puntos por encima de lo exigido por la Unión Europea. Consideramos que este tipo de combustible (SAF, por sus siglas en inglés) es una palanca clave para avanzar hacia la aviación sostenible.
SAF como una oportunidad
El SAF es una de las soluciones más prometedoras para descarbonizar el sector de la aviación a gran escala y, además, no implica realizar modificaciones en los aviones actuales. Este combustible puede producirse a partir de residuos orgánicos -como desechos urbanos, aceites usados o restos agrícolas- o incluso a partir del CO2 capturado del aire, como es el caso de los combustibles sintéticos.
Por su parte, el SAF orgánico, permite una reducción del 80% de las emisiones de CO2 en todo su ciclo de vida; mientras que el SAF sintético puede llegar a suponer la reducción del 100% de las emisiones. Todo ello lo convierte en la mejor alternativa al combustible tradicional, pero presenta desafíos importantes a nivel de fabricación y escalabilidad.
El SAF es una de las soluciones más prometedoras para descarbonizar el sector de la aviación a gran escala y, además, no implica realizar modificaciones en los aviones actuales
Actualmente, la fabricación de SAF es muy reducida y tiene un coste elevado en comparación con el combustible fósil. Por ello, es necesaria una colaboración decidida entre aerolíneas, fabricantes, proveedores de combustible, legisladores e inversores para construir una nueva cadena de suministro sostenible que nos permita alcanzar los compromisos de reducción de emisiones. En este sentido, España tiene una oportunidad única en la fabricación de SAF al contar con un gran potencial de producción -gracias a sus características naturales para la generación de hidrógeno verde, a la gran disponibilidad de los residuos necesarios y a un sistema logístico de transporte de combustibles líquidos único en todo el continente-. Según un estudio de la consultora PwC para Vueling e Iberia, la construcción y operación de entre 30 y 40 plantas de producción de SAF tendría un impacto económico de 56.000 millones de euros en el PIB español hasta 2050, y generaría hasta 270.000 nuevos empleos.
Innovación como palanca para alcanzar la sostenibilidad
El SAF no es la única iniciativa sobre la que trabajamos desde Vueling en nuestro camino hacia la descarbonización. De hecho, en esta hoja de ruta la innovación juega un papel central.
Uno de nuestros proyectos que mejor encaran la simbiosis entre innovación y sostenibilidad es el programa de la digitalización del Cielo Único en el que trabajamos junto con los gestores del espacio aéreo español y europeo -ENAIRE y Eurocontrol- para impulsar la eficiencia de las trayectorias de los aviones. Esta iniciativa, a través del análisis de grandes volúmenes de datos e Inteligencia Artificial (IA), nos permite hallar las trayectorias optimas con el objetivo de minimizar las emisiones de CO2. Según Eurocontrol, este proyecto permitiría ahorrar un 10% las emisiones, lo que se traduce en 18 millones de toneladas de CO2 que se evitarían al espacio aéreo cada año.
Por otro lado, la digitalización de la cabina de vuelo es otro de nuestros pasos importantes en el camino hacia la sostenibilidad. Al reemplazar los manuales de vuelo, mapas y documentos impresos por versiones digitales en tabletas, hemos logrado no solo reducir el peso de nuestras aeronaves -y, con ello, el consumo de combustible-, sino también asegurarnos de que la tripulación cuenta con la información de vuelo más actualizada posible. Buen ejemplo de ello es la implementación de la herramienta NavLink, que proporciona información de vientos en tiempo real, permitiendo a los pilotos optimizar el descenso y disminuir aún más las emisiones.
En conclusión, el avance exponencial de la innovación supone una gran esperanza para que el sector aeronáutico cumpla sus compromisos de reducción de emisiones en las próximas décadas. Para ilustrarlo en cifras, y poniendo como ejemplo la producción mundial de SAF, en 2024 está previsto que alcance 1,5 millones de toneladas, triplicando la cifra de 2023 y multiplicando por 6 la producción que hubo en 2022. Y por supuesto también el enfoque colaborativo, pues la competitividad de nuestro sector está en juego ante alternativas aparentemente más respetuosas con el medio ambiente. Todo ello supone un gran reto, pero a su vez también una oportunidad para evolucionar hacia un modelo de transporte aéreo más sostenible a nivel ambiental, social y económico.