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Pablo del Toro, Head of Environment en Grupo Piñero

Turismo y regeneración: hacia un nuevo modelo para conservar el medio marino

Durante décadas, el turismo costero ha sido un motor de desarrollo, fuente de empleo y catalizador del crecimiento local. Sin embargo, también ha sido uno de los principales factores de presión sobre los ecosistemas marinos. La urbanización descontrolada, la contaminación, la sobreexplotación de recursos y la masificación turística han acelerado la degradación de playas, arrecifes y especies emblemáticas, como las tortugas marinas. Hoy, la pregunta clave ya no es cómo hacer que el turismo sea menos dañino. La cuestión es, ¿cómo puede el turismo contribuir activamente a la regeneración del medio marino?

Pablo del Toro, Head of Environment en Grupo Piñero.
Pablo del Toro, Head of Environment en Grupo Piñero.

En tan solo medio siglo, el planeta ha perdido el 73% de sus poblaciones de vertebrados, según el Living Planet Report 2024 de WWF. Esta cifra, estremecedora por sí sola, adquiere una dimensión aún más alarmante cuando se dirige la mirada hacia los océanos. La sobrepesca, la contaminación y el cambio climático están reduciendo la biodiversidad marina a una velocidad sin precedentes. Se está devorando el capital natural de la Tierra más rápido de lo que puede regenerarse y los océanos, lejos de ser inmunes a esta dinámica, están pagando un precio muy alto. 

Los océanos son esenciales para la vida. Generan más del 50% del oxígeno que respiramos, regulan el clima global y actúan como sumideros naturales, absorbiendo aproximadamente el 30% del CO₂ generado por las actividades humanas. Sin embargo, se enfrentan a una presión sin precedentes. Cada año, más de 11 millones de toneladas de plástico acaban en sus aguas, junto a otros residuos que degradan su salud y su capacidad de resiliencia.

El turismo necesita del mar. Y hoy, más que nunca, el mar necesita del compromiso de quienes más se benefician de él.

Del turismo sostenible al turismo regenerativo

El turismo sostenible ha sido un paso importante para reducir impactos y optimizar recursos. Pero en un planeta que opera ya en deuda ecológica, no basta con “no dañar”: es necesario restaurar. El turismo del siglo XXI debe convertirse en un agente de regeneración activa, protegiendo hábitats clave, recuperando ecosistemas dañados y fortaleciendo la resiliencia ambiental de los destinos.

Esto implica también cuidar a las especies que sostienen el equilibrio ecológico costero, como las tortugas marinas, cuya existencia está íntimamente ligada al buen estado del medio natural en el que nacen, anidan y se desarrollan.

La tortuga blanca, la caguama y la tinglar —especies emblemáticas de los ecosistemas del Caribe— están en peligro de extinción, en buena parte debido a la alteración de sus hábitats por la actividad humana. Sus ciclos de vida dependen de playas bien conservadas y de un entorno marino libre de amenazas.

La tortuga blanca, la caguama y la tinglar están en peligro de extinción, en buena parte debido a la alteración de sus hábitats por la actividad humana

En este contexto, el Programa de Protección y Conservación de Tortugas Marinas de la Fundación Eco-Bahia representa un caso ejemplar de cómo el sector turístico puede ser parte activa para obtener una solución. Desde 1999, este programa ha sido impulsado por Grupo Piñero a través de su Fundación y se centra en la preservación de especies amenazadas como lo son estas tortugas.

Gracias a sus múltiples iniciativas relacionadas con la conservación y protección de esta especie, solo en 2024, se han protegido más de 1.220 nidos y garantizado el nacimiento y liberación de más de 103.000 crías. Estos datos no son simplemente anecdóticos sino que reflejan cómo una estrategia sostenida y bien ejecutada puede cambiar el rumbo de una especie amenazada.

Pero la conservación de las tortugas marinas no puede desligarse del estado general del ecosistema costero, por este motivo, la Fundación Eco-Bahia también trabaja en la protección del arrecife coralino, un ecosistema fundamental tanto para la biodiversidad como para la protección natural de las costas. Delimitar zonas sensibles, realizar campañas de limpieza, controlar accesos o promover la educación ambiental son algunas de las medidas clave que permiten restaurar entornos degradados.

Solo en 2024, se han protegido más de 1.220 nidos y garantizado el nacimiento y liberación de más de 103.000 crías

En paralelo, la Fundación también impulsa campañas de sensibilización ambiental con turistas, comunidades locales y escolares. Más de 10.000 personas han participado en estas actividades en los últimos años, fomentando un vínculo emocional y responsable con el entorno.

Regenerar el mar es regenerar nuestro futuro

Según la Organización Mundial del Turismo, en 2030 habrá 1.800 millones de turistas internacionales. Si el modelo turístico no evoluciona, la presión sobre los océanos será insostenible. La regeneración ya no puede ser una excepción: debe convertirse en el nuevo estándar.

Iniciativas como el Programa de Protección de Tortugas Marinas son ejemplos tangibles de ese cambio de paradigma. Son proyectos que no solo preservan especies, sino que regeneran ecosistemas y demuestran que el turismo puede ser un aliado de la naturaleza.

Los océanos sostienen la vida, la economía y los paisajes que millones de personas buscan cada año. Si el turismo quiere tener futuro, debe formar parte activa de la solución y ahora es el momento de actuar. El binomio turismo y regeneración ya no es una tendencia emergente: es un camino necesario para la supervivencia de los destinos costeros y del propio sector.