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La UE estima que en España harán falta 220.000 puntos de carga en 2030

Coches eléctricos: ¿Dónde vamos a recargarlos?

El decreto de medidas urgentes para la transición energética permite a cualquier operador instalar y gestionar puntos de carga. La carrera por hacerse un hueco en este mercado ha comenzado. Gasolineras, aparcamientos, centros comerciales y otros operadores compiten ya por dar servicio a un parque automovilístico que se puede multiplicar por 100 en los próximos 12 años.

El decreto aprobado por el Gobierno ha liberalizado la actividad de recarga eléctrica al eliminar la figura del gestor de cargas prevista en la Ley del Sector Eléctrico. A partir de ahora, cualquier operador que cumpla con la normativa correspondiente en el ámbito de la seguridad industrial podrá entrar en el negocio del abastecimiento de los coches eléctricos.

Es un negocio a punto de experimentar una formidable expansión, a juzgar por las estimaciones del Ministerio de Transición Energética. Según el departamento que dirige Teresa Ribera, el parque móvil eléctrico podría ser de entre cuatro y cinco millones de vehículos en 2030. En la actualidad hay menos de 45.000 matriculados. Así pues, los eléctricos o híbridos enchufables van a pasar de representar el exiguo uno por ciento del parque español actual al 15 por ciento en solo 12 años. 

Lo lógico sería pensar que son las estaciones de servicio, las actuales gasolineras, las que están mejor situadas para gestionar los puntos de recarga en la red de carreteras españolas pero hay otros actores como grandes superficies de distribución, aparcamientos e incluso cadenas hoteleras que están dando pasos para hacerse con su parte de un pastel en el que están en juego más de 1.000 millones de euros de inversiones.

Cualquier operador que cumpla con la normativa de seguridad industrial podrá entrar en el negocio del abastecimiento de los coches eléctricos

De hecho, el director gerente de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive), Arturo Pérez de Lucía, instó hace unos días a las patronales de las estaciones de servicio Aeescam y Aevecar a aprovechar el momento y no demorar más la instalación de puntos de recarga, carga rápida y ultrarrápida.

 “Si Mahoma no va a la montaña, el mercado buscará otras montañas”, les dijo Pérez de Lucía, en referencia a que si no invierten ya en puntos de recarga, otros emplazamientos les tomarán la delantera, como ya está sucediendo, y la estación de servicio perderá su condición natural de lugar al que acudir en un viaje por carretera para un número cada vez más importante y creciente de clientes.

Pérez de Lucía (Aedive) interviene en una jornada organizada por las patronales de las estaciones de servicio.

El director de Aedive ha recordado que “la infraestructura de recarga no necesita por ley de emplazamientos regulados con tanques subterráneos de almacenamiento de combustible, controles de escape de gases, etc... tan solo un punto de conexión eléctrica”. Por ello, muchos operadores van a poder competir con las gasolineras por gestionar este servicio.

En cuanto al número de puntos de carga que se necesitarán para garantizar la autonomía de todo el parque de vehículos eléctricos las estimaciones varían mucho. El comisario europeo de Energía y Acción por el Clima, Miguel Arias Cañete, prevé que España necesitará tener operativos 220.000 puntos de carga en 2030, mientras que el Parlamento Europeo eleva esa estimación hasta los 500.000.

Para dar con la cifra correcta, sería necesario resolver una ecuación en la que la incógnita por despejar es la velocidad de carga, que lógicamente será mayor a medida que avance la tecnología. A mayor velocidad de carga, menor será la cantidad de puntos que habrá que instalar.

La velocidad de carga depende de dos factores: la potencia del punto de carga y los kWh de la batería del vehículo. Cuanto mayor sea la capacidad de la batería más potencia hará falta en el punto de carga para poder recargar en menos tiempo. Los puntos de carga rápida de 50 kW que actualmente se instalan son útiles para recargar en 15 o 20 minutos un vehículo de 24 kWh, que es la potencia de la mayoría de los que hasta ahora circulan por nuestras carreteras con conectores rápidos, pero ya hay en el mercado vehículos de fabricantes tradicionales de 30, 40 y 60 kWh y en 2019 se venderán vehículos de 90 kWh que, para recargar de forma rápida, necesitarán puntos de carga de entre 100 y 150 kW. Por eso ya hay proyectos para desplegar en España puntos de carga ultrarrápida (de 100 a 350 kW).

La UE prevé que España necesitará 220.000 puntos de carga en 2030, mientras que el Parlamento Europeo eleva esa cifra hasta los 500.000

El clúster del vehículo eléctrico pronostica que, para asegurar el abastecimiento en la red de carreteras españolas, solo harían falta 23.000 puntos de carga rápida o ultrarrápida para dar servicio a ese parque de cinco millones de vehículos eléctricos en 2030. Esto significa que, si en la actualidad existen 11.500 estaciones de servicio en la red de carreteras españolas, bastaría con que cada una de ellas instalara dos puntos de carga rápida.

Los tiempos de recarga deberían ser un aspecto atractivo para las estaciones de servicio, en opinión de Pérez de Lucía: “Vender combustible es cada vez un negocio menos rentable y teniendo en cuenta que la recarga rápida y ultrarrápida del vehículo eléctrico requiere unos minutos de espera, somos los clientes ideales para consumir un café, tomar un refrigerio, comprar prensa o visitar la tienda”.    

Sin embargo, Pérez de Lucía, advierte de que no solo se trata de instalar puntos de carga sino de crear las condiciones para su mantenimiento, lo cual implica que este servicio debe ser de pago: “Cuando realizamos un viaje lo que queremos es poder llegar al destino, por eso el coste de la recarga no debe ser gratuito o tendente a cero. Lo gratuito es enemigo de lo eficiente y detrás de unos equipos de recarga rápida y ultrarrápida hay una electrónica muy sofisticada, interconexiones y un coste del término de potencia importante”. Para el director gerente de Aedive no hay nada peor que llegar a un punto de carga gratuito y que no funcione porque nadie se dedica a mantenerlo y repararlo cuando se estropea.