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Tateh Lehbib. Ingeniero y constructor de casas con botellas de plástico

El 'loco del desierto' que construye casas con botellas rellenas de arena

¿Es posible edificar viviendas con un bajo coste para personas sin recursos y, al mismo tiempo, liberar al mundo de las botellas de plástico que contaminan ríos y mares? El ingeniero saharaui Tateh Lehbib ha demostrado que sí, tal como plasma el documental ‘El loco del desierto’, que acaba de estrenar el Comité español de Acnur.

Tateh Lehbib.
Tateh Lehbib.

En 2015 unas fuertes inundaciones en los campamentos saharauis de Tinduf, en Argelia, en los que refugiados saharauis llevan viviendo más de 40 años, destruyeron el 80 por ciento de las viviendas. Muchas de ellas eran jaimas y construcciones de adobe poco resistentes a fuertes lluvias y vientos. Aquella devastación fue lo que movió a Tateh Lehbib a buscar una solución para construir casas más resistentes y con un bajo coste para sus compatriotas.

Así lo cuenta, este joven ingeniero saharaui de 29 años, protagonista del documental ‘El loco del desierto’, dirigido por Julieta Cherep, que acaba de estrenar el Comité español de Acnur, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados. “Estaba estudiando un máster de Eficiencia Energética en la Universidad de las Palmas de Gran Canaria y aquel desastre me hizo empezar a pensar en cómo encontrar una solución para mejorar nuestra calidad de vida”, recuerda. Cuando terminó su trabajo de máster, centrado en cómo bajar las temperaturas en una casa de adobe, volvió a Auserd, el campamento de refugiados en el que nació, donde empezó “a construir una vivienda de adobe con un techo de bóveda Nubia".

"Pero encontré dificultades porque ese tipo de bóveda requiere muchos cálculos matemáticos”, explica Tateh. Como tenía prisa por construir viviendas resistentes a inundaciones y tormentas en el lugar que lo vio nacer, Tateh decidió dotarlas con un techo 'verde', en lugar de una bóveda. “Lo hice con botellas de plástico que rellenaba de arena y en las que ponía plantas. Después, las colocaba sobre los techos de chapa metálica de las viviendas, pero aquella idea no funcionó porque en el desierto hace mucho calor”, añade. Sin embargo, de aquel fracaso surgió la inspiración. “Habían quedado muchas botellas de plástico alrededor la vivienda y decidí aprovecharlas para construir la casa de mi abuela”. Para ello las rellenó de arena y las utilizó como si fueran ladrillos, y así fue como levantó en 2016 la primera de estas edificaciones.

Casas a prueba del desierto

En los campos de refugiados saharauis las temperaturas alcanzan los 50 grados centígrados, por lo que “las casas de adobe se convierten en un 'horno' ya que sus techos de chapa metálica conducen el calor”, señala Tateh. Además, “la arena del desierto tiene un alto grado de salinidad y el adobe hecho de ella es muy frágil, no resiste el agua”, agrega En cambio,“una construcción hecha de botellas plástico rellenas de arena es mucho más resistente, ya que el plástico aguanta mucho, por eso no se degrada y es un problema para la naturaleza”, indica el joven ingeniero.

Una de las viviendas en construcción con botellas rellenas de arena.

Para hacerlas más frescas, estas viviendas se revisten “con un aislante térmico de tierra y paja”, y en ellas se colocan “dos ventanas a diferente altura para crear circulación de aire” y “dos techos con una cámara de aire entre ellos”, detalla el ingeniero. Además, gracias a su planta circular, “cuando hay una tormenta, la arena no se acumula alrededor de la casa, sino que circula, mientras que en las de planta cuadrada puede llegar a amontonarse hasta la altura del techo”, explica Tateh. A estas ventajas hay que sumar el beneficio medioambiental que supone que las botellas de plástico dejen de llenar los vertederos cercanos, donde se acumulan por miles, ya que en los campos de refugiados, debido a la escasez de agua, ésta se consume embotellada.

Gracias a la ayuda de Acnur, Tateh pudo estudiar en la Universidad de Argel y construir un total de 25 viviendas hechas con botellas de agua en los campamentos de Tinduf.

Gracias a la ayuda de Acnur, Tateh pudo estudiar la carrera de ingeniería en la Universidad de Argel y construir un total de 25 viviendas hechas con botellas de agua. “Hemos empezado con viviendas de cuatro por cuatro metros, con una capacidad máxima de cinco personas, que se han destinado a personas mayores, necesitadas o con discapacidad”. Realizarlas es un proceso laborioso que precisa una semana para recoger las botellas, otra para rellenarlas y una más para construirlas. Ahora, el sueño de este joven ingeniero es “construir muchas más”, algo que “depende en gran parte de la voluntad y la financiación”, una barrera que está dispuesto a sortear, encontrando “soluciones en el entorno para seguir adelante, con ayuda o sin ella”, concluye.