31 de mayo, Día Mundial sin Tabaco
El tabaco perjudica seriamente la sostenibilidad
El tabaco mata y causa sufrimiento, pero también debilita economías, empobrece a familias enteras, deforesta y contamina recursos naturales. Y lo hace con tal virulencia que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado un órdago a autoridades y ciudadanos: o combatimos ya el tabaquismo, o nos quedamos sin desarrollo sostenible.
30 Mayo 2018 | L. L. M. | Soziable.es
La OMS no deja de recordarnos que el tabaco mata hasta a la mitad de sus consumidores. La cifra no es nada desdeñable: este organismo le atribuye más de siete millones de fallecimientos anuales en todo el mundo. Lo peor, según esta agencia de la ONU, es que, si no se intensifican las medidas para contrarrestarlo, las víctimas superarán los ocho millones en el año 2030.
El lema del Día Mundial Sin Tabaco 2018, que se celebra el 31 de mayo, es 'Tabaco y cardiopatías'. La campaña busca llamar la atención sobre la relación entre el tabaco y las cardiopatías y otras enfermedades cardiovasculares, entre ellas el accidente cerebrovascular, que, conjuntamente, son las principales causas de muerte en el mundo. También pretende difundir posibles medidas y acciones que destinatarios importantes, entre ellos los gobiernos y el público en general, pueden adoptar para reducir los riesgos para la salud causados por el consumo de tabaco.
El Día Mundial Sin Tabaco 2018 coincide con una serie de iniciativas y oportunidades mundiales para reducir la epidemia de tabaquismo y sus repercusiones en la salud pública, que son, principalmente, un gran número de muertes y mucho sufrimiento de millones de personas en todo el mundo. Entre estas medidas se cuentan las iniciativas Global Hearts y RESOLVE apoyadas por la OMS, cuyos objetivos son reducir la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y mejorar la atención a las mismas, así como la Tercera Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles, que se celebrará este año.
Fuente de pobreza
Pero además de las consecuencias para la salud de las personas, para la Organización Mundial de la Salud el tabaquismo es un hábito insostenible. En primer lugar, porque “obliga a aumentar el gasto sanitario” de las economías nacionales, al tiempo que “reduce la productividad de una parte importante de la población”. El coste que esto genera es, cuanto menos, “sustancial”: según un estudio del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos y de la OMS, el consumo de tabaco cuesta a la economía mundial más de un billón de dólares al año, teniendo en cuenta tanto los gastos sanitarios directos como los indirectos. “El tabaco perjudica a todos los países del mundo, y sus impactos sobre la salud y la economía son generalizados”, lamenta Prasad.
Pocos sospechan, sin embargo, que el consumo de tabaco es también fuente de pobreza. “Casi el 80 por ciento de los más de mil millones de fumadores que hay en el mundo viven en países de ingresos bajos o medios, donde es mayor la carga de morbilidad y mortalidad asociada al tabaco. Y, paradójicamente, es en estos lugares donde la industria tabaquera más se afana por producir, promover y vender sus mortíferos productos”, señala el director de Proyectos de la iniciativa antitabaco de Naciones Unidas.
Con el dinero que el planeta dedica al tabaco podrían comer diez millones de personas
Los hogares pobres en países en desarrollo gastan en torno al 16 por ciento de sus ingresos en tabaco, desatendiendo otras necesidades básicas; si algún progenitor muere prematuramente por su culpa, el costo de la atención sanitaria priva a toda la familia de ingresos y, en algunos países, los niños se ven obligados a trabajar en el cultivo del tabaco para contribuir en casa. Cuesta creer que con el dinero que el planeta dedica al tabaco podrían comer nada más y nada menos que diez millones de personas desnutridas.
Menos tabaco, un mundo mejor
La Agenda para el Desarrollo Sostenible, el marco internacional que desgrana los objetivos que ha de perseguir la humanidad en el periodo 2016-2030, plantea 17 metas para “transformar el mundo”. Una de ellas, la relativa a la salud, aspira a garantizar una vida saludable para todos. Y el humo del tabaco, como no podía ser de otra manera, no tiene cabida en ella.
Consciente de ello, la OMS incluyó el control del tabaco en la Agenda para el Desarrollo Sostenible. Porque, “además de salvar vidas y reducir las desigualdades sanitarias”, los programas integrales de lucha antitabáquica “pueden limitar las consecuencias negativas para el medio ambiente del cultivo, la producción, el comercio y el consumo del tabaco” y ayudar a “romper el ciclo de la pobreza, erradicar el hambre, promover la agricultura sostenible y luchar contra el cambio climático”.
Por otro lado, según advierte la OMS, el cultivo del tabaco exige “grandes cantidades de plaguicidas y fertilizantes que pueden ser tóxicos y contaminar fuentes de suministro de agua”. Se calcula que, cada año, estos cultivos ocupan unos 4,3 millones de hectáreas de tierra y son responsables de entre un dos y un cuatro por ciento de la deforestación del planeta. Eso, sin contar las “miles de toneladas de residuos sólidos” que genera cada año esta industria.
Con todo, la Organización Mundial de la Salud ve un atisbo de esperanza en los avances que registran algunos países en esta lucha. Porque, según Prasad, 1.300 millones de personas, casi dos de cada diez habitantes del planeta, están protegidos ya por “ambiciosas leyes pro-espacios sin humo”.
España, ¿al límite de la regulación?
“Un alto porcentaje de fumadores, gran repercusión a nivel de enfermedad y muerte y ausencia de voluntad política para abordar el problema”. Para Francisco Camarelles, el vicepresidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) –organización que agrupa al movimiento de prevención del hábito tabáquico en España–, ésa es la radiografía del tabaquismo dentro de nuestras fronteras.
Según el CNPT, en nuestro país mueren cada año cerca de 52.000 personas por culpa del tabaco. Aquí, además, fuma el 24 por ciento de la población adulta, un porcentaje “muy alto”, si se compara con los países del entorno. “Sin embargo”, esta asociación denuncia que en nuestro territorio “no se hace lo suficiente en cuanto a prevención y control”. Por todo ello, Camarelles “coincide plenamente con la OMS” y piensa que la industria tabaquera “está comprometiendo el desarrollo sostenible tanto del mundo como de nuestro país”.
La Mesa del Tabaco, agrupación que integra a 61.000 profesionales del sector en el mercado español, discrepa, y cree haber llegado “al límite de la regulación”. El presidente de la Mesa, Juan Páramo, explica por qué: “España se sitúa a la cabeza de la UE en políticas de control del tabaco. Están prohibidos su consumo en espacios públicos cerrados, la publicidad y el patrocinio; se garantiza la protección del menor de 18 años por el control existente en los canales de venta, y conviene recordar que prácticamente el 80 por ciento del precio de venta al público equivale a impuestos”, subraya Páramo.
El sector del tabaco aporta en España el cinco por ciento de los ingresos del Estado, unos 9.110 millones de euros en 2016
En su defensa alega, además, que su sector aporta el cinco por ciento de los ingresos del Estado, “unos 9.110 millones de euros en 2016”, cantidad que “permitiría contratar, por ejemplo, a 370.000 nuevos policías”. Por no hablar de que son “el sostén económico de determinadas regiones”, como Extremadura o Canarias. “Somos un sector económico relevante, y no solo en términos de empleo y recaudación”, insiste el presidente de la Mesa.
¿Qué se puede hacer?
En el año 2003, la OMS puso en marcha el Convenio Marco para el Control del Tabaco, un tratado internacional al que se han adherido 179 países –entre ellos, España– y la Unión Europea. Referente mundial en la lucha contra esta epidemia, el documento insta a las autoridades nacionales a poner en marcha “seis medidas rentables de gran impacto”: vigilar el consumo de tabaco y las medidas de prevención, proteger a su población de la exposición al humo, ofrecer asistencia a quien desee dejar de fumar, advertir de los peligros de este consumo, aumentar los impuestos al tabaco y garantizar el cumplimiento de las prohibiciones sobre publicidad que pesan sobre este producto.
Para la OMS, la forma más rentable de combatir el tabaquismo es la vía impositiva, especialmente, entre los jóvenes y personas sin recursos. “Aumentar los impuestos al tabaco hasta que su precio se incremente en un 10 por ciento reduciría su consumo en un cuatro por ciento en los países desarrollados y en un cinco por ciento en las economías con ingresos medios y bajos”, apunta Prasad. Sin embargo, ésta es una de las medidas a las que menos recurren los gobiernos.
Ahora, con motivo del Día Mundial sin Tabaco, la agencia sanitaria de Naciones Unidas pide a todos los gobiernos que redoblen sus esfuerzos, y llama a los ciudadanos “a no consumir más tabaco o buscar ayuda para conseguirlo”.
El 25 % de la población española sigue fumando
La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) lanza la nueva actualización de RespirApp para ayudar a la población que todavía fuma a que abandone el tabaco. Pese a que, según el Observatorio del Cáncer de la AECC, el 75% de la población española es no fumadora o exfumadora, todavía hay un 25% que sigue fumando. Se evidencia una tendencia a la baja en personas fumadores en los últimos cinco años. Otros datos extraídos del informe señalan que el 58,6% de las personas fumadoras son hombres y el 41,4% mujeres; que la mayor concentración de fumadores se halla en las capas sociales con menos recursos; que aquellas personas con un nivel de estudios medios (ESO o FP), fuman más y que es la franja entre 25 y 34 años donde más fumadores hay. En cuanto a la exposición del humo del tabaco, con relación directa a la aplicación de la Ley Antitabaco, el dato más importante es el aumento en casi un 37% de las personas que “nunca o casi nunca” están expuestas al humo del tabaco, siendo los más beneficiados, los menores.
Con estos datos, la AECC quiere centrar sus esfuerzos en ayudar a los fumadores a abandonar el hábito de fumar y para ello pone a su disposición una nueva actualización de su aplicación Respirapp cuya mayor novedad es un “botón del pánico” que ayuda a no volver a caer en el consumo. Cuando la persona hace uso del botón, la aplicación le ofrece consejos rápidos y la posibilidad de que contacte directamente con el servicio de Infocáncer, a disposición las 24 horas del día, donde se le orientará y ayudará a pasar ese momento delicado. Además, la AECC tiene programas presenciales de deshabituación tabáquica y el año pasado atendió a casi 4.000 personas. La tasa de éxito de estos programas se sitúa en un 62%.
Los datos completos del informe se encuentran en el espacio del Observatorio del Cáncer de la AECC.
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