Según un estudio de Save the Children
Una de cada diez familias españolas consume menos energía de la que necesita por miedo a no poder pagarla
Esta es una de las principales conclusiones de un estudio elaborado por Save the Children. El documento revela, además, que solo el 16% de las familias españolas que pasas frío en invierno y no pueden pagar las facturas de la luz y el gas cuenta con el bono social, pero que la cifra de aquellas que tienen un gasto desproporcionado en energía alcanza casi el 17%.
06 Feb 2023 | Redacción | Soziable.es
Solamente el 16% de los hogares españoles en los que se pasa frío en invierno y no pueden pagar las facturas de la luz y el gas cuenta con el apoyo del bono social. Eso en un contexto en el que 4,5 millones de personas abonan sus facturas con retraso por dificultades económicas y más de 6,7 millones no pueden mantener su casa a una temperatura adecuada. Además, el 13,1% de niñas, niños y adolescentes vive en estos hogares, tal y como señala el estudio ‘Pobreza energética con hijos e hijas a cargo en España’, elaborado por Save the Children.
La organización denuncia que la falta de cobertura del bono social sigue siendo alarmante y reclama medidas efectivas al respecto. A diferencia de los hogares constituidos solo por personas adultas, las familias con hijos o hijas a cargo afrontan más situaciones de endeudamiento ya que priorizan su bienestar. Mientras que para el gasto desproporcionado destacan los hogares monoparentales, las familias numerosas tienen un riesgo mayor de verse en una situación de pobreza energética escondida, es decir, que infrautilicen la energía.
Tal y como afirmó Carmela del Moral, responsable de Políticas de Infancia de Save the Children, “no para de crecer el número de familias que no pone la calefacción en invierno por no poder pagar la factura o que la ponen menos de lo que deberían para evitar pagar facturas que no pueden asumir”.
Según los datos disponibles, casi un 17% de las familias españolas tiene un gasto desproporcionado en energía y más de un 10% consume menos energía de la que deberían por miedo a no poder pagarla.
Pobreza energética en la infancia
El impacto que la pobreza energética tiene en la infancia y la adolescencia es desproporcionado, especialmente en los primeros años de vida, ya que los niños y las niñas pasan más tiempo en casa que los adultos.
“Más allá del efecto dañino en la salud física, con consecuencias asociadas a problemas respiratorios y al aumento de visitas al hospital, la pobreza energética afecta también a la salud mental de la infancia y la adolescencia”, denuncia Del Moral. “Vivir en casa el estrés financiero y el endeudamiento pueden provocar o agravar problemas de estrés y salud mental entre los miembros de la familia, incluidos los niños, niñas y adolescentes”, detalla.
En cuanto a las consecuencias en la educación, varias investigaciones han demostrado que la pobreza energética puede estar asociada al absentismo escolar y a un peor rendimiento en el colegio, junto con situaciones de acoso, estigma y aislamiento.
Además, existen otros efectos de la precariedad energética, como la falta de seguridad en algunas viviendas para tratar de mantener la casa caliente. Incendios y otros accidentes pueden poner en riesgo la vida de toda la familia debido a conexiones irregulares a la red de suministro o bien por el uso de métodos alternativos para calentarse o iluminarse, como velas y braseros. Los niños y niñas, según Save the Children, son víctimas especialmente propicias a estos accidentes.
Medidas efectivas
En su análisis, Save the Children lista algunas medidas clave como, por ejemplo, convertir en permanentes las ayudas temporales de emergencia; reformar el bono social para que este se otorgue automáticamente a las familias que se encuentran bajo el umbral de la pobreza, independientemente del tipo de compañía con la que hayan contratado el bono social, y que en el umbral de acceso para las familias con hijos e hijas a cargo se tenga en cuenta el coste de vida en cada territorio, así como crear espacios en los que se tramiten todas las cuestiones informativas y de prestación relacionadas con la provisión de energía.
También, con una visión más a medio y largo plazo, apostar por la rehabilitación de edificios con un criterio de equidad y accesibilidad y una perspectiva de infancia, mejorando la eficiencia energética de las casas.
La organización valoró muy positivamente el escudo social energético puesto en marcha por el Gobierno, aunque considera que se puede hacer más para conseguir que las familias puedan hacer frente a las olas de frío que estamos viviendo estos días. “Lo hemos visto en 2021, con la aprobación de una partida excepcional en los Presupuestos Generales del Estado de 202,5 millones de euros destinada a la financiación del bono social térmico, lo que representa un incremento de 100 millones respecto al ejercicio anterior. Es cuestión de voluntad política”, asegura del Moral.
De hecho, existen distintos casos de éxito en Europa. La mayoría de medidas sobre energía en nuestros países vecinos está relacionada con la transición verde o la lucha contra los sobrecostes, aunque casi ninguna tiene una perspectiva específica de infancia.
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