Silas Siakor, activista liberiano. Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2018

“Las empresas no pueden seguir explotando los recursos naturales de pequeños países"

El activista Silas Siakor ha sido galardonado con el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2018 por su trabajo en defensa del medioambiente, los derechos humanos y para acabar con las prácticas abusivas por parte de las multinacionales que explotan los recursos naturales en su país, Liberia.

El activista liberiano Silas Siakor, Premio Mundo Negro, 2018.

01 Feb 2019 | L. V. | Soziable.es

Las empresas multinacionales obtienen elevados beneficios de la explotación de los recursos naturales en países como Liberia. “Según la ley, las comunidades locales tienen derecho a una parte de los beneficios, si eso no ocurre, detenemos la explotación. Las empresas no pueden seguir funcionando como siempre lo han hecho”. Así resume Silas Siakor el trabajo que desarrolla a través del Instituto de Desarrollo Sostenible, la organización sin ánimo de lucro que fundó en 2002. 

A través de esta entidad, él y sus colaboradores han puesto en marcha mecanismos para que las comunidades reciban una parte justa de los beneficios derivados de la explotación de los recursos naturales liberianos. Un trabajo que le ha valido a Siakor el Premio Medioambiental Goldman en 2006, considerado el Nobel Verde, y el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2018, que acaba de concederle la revista del mismo nombre de los Misioneros Combonianos.

"Trabajamos para que las multinacionales cumplan el porcentaje de beneficios que deben dedicar a las comunidades locales según la legislación liberiana"

Silas nació en una comunidad junto al bosque tropical de Liberia, uno de los entornos naturales más importantes de África occidental. Durante las guerras que asolaron su país entre 1989  y 2003, se dedicó a la ayuda humanitaria con una ONG de desarrollo. Esa experiencia le motivó para crear el Instituto de Desarrollo Sostenible.
 
Ahora, 16 años después, el activista considera que "la situación de Liberia ha mejorado con respecto a hace 15 o 20 años en lo que se refiere a corrupción", pero "siguen quedando desafíos. Ahora no son las leyes las que fallan sino su aplicación".

Población y naturaleza en riesgo

Siakor denuncia que los efectos de actividades como la tala ilegal en Liberia “afectan a la naturaleza y la fauna y contaminan los ríos, dejando a la gente sin agua”. Además, al no destinar la parte correspondiente de sus beneficios a las comunidades locales, éstas “no pueden crear escuelas y centros sanitarios, por eso luchamos tanto”, añade.

Esa situación ha mejorado gracias a los cambios legales impulsados desde el Instituto de Desarrollo Sostenible. “Velamos por la justa distribución de los beneficios en la comunidad y la protección del medioambiente", subraya.

"El papel de los consumidores en todo el mundo es muy importante ya que puede contribuir a que se limiten las malas prácticas de ciertas empresas"

Para limitar las malas prácticas de ciertas empresas, Silas también considera muy importante el papel de los consumidores en todo el mundo ya que “pueden influir sobre sus gobiernos para que establezcan normativas que limiten la acción de estas multinacionales”.

Desde el instituto que lidera también promueve la colaboración voluntaria entre la Unión Europea y el gobierno de Liberia para que se llegue a “un acuerdo justo en el comercio de la madera”. 

Escasa aplicación de los ODS

Con respecto al impacto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la agenda con la que la ONU quiere erradicar algunos de los problemas más graves que afronta la humanidad con 2030 como fecha tope para su cumplimiento, Siakor considera que tanto en Liberia como en muchos otros países “se quedan en pura retórica, no vemos cambios en el día a día”. Como ejemplo de ello cita la inversión en agricultura del gobierno liberiano. “En 2016, solo se dedicó un uno por ciento a este sector, que podría ser muy importante y rico en nuestro país porque tenemos buenas tierras y clima”, a pesar de que, “Liberia se encuentra en uno de los puestos más bajos en el Índice Global del Hambre que mide la seguridad alimentaria”, lamenta el activista. Sin embargo “la población está dispuesta a seguir trabajando para que la situación mejore. 

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