Pasar al contenido principal
Estudio publicado en la revista Nature Communications

Las especies invasoras ponen en peligro los ecosistemas europeos

Por primera vez, se ha realizado un análisis espacial exhaustivo sobre la exposición de los hábitats europeos a la invasión, lo que ha permitido identificar regiones críticas para la conservación de servicios vitales para el medioambiente, la salud y el bienestar de la sociedad. El estudio, liderado por el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), incide, además, que el problema se agrava con el cambio climático, ya que las especies invasoras llegan más lejos, más rápido y en mayor número.

La científica Belinda Gallardo alerta que las plantas acuáticas también suelen crecer desproporcionadamente, tapizando toda la superficie del agua, y afectando a la depuración y explotación de la misma.
La científica Belinda Gallardo alerta que las plantas acuáticas también suelen crecer desproporcionadamente, tapizando toda la superficie del agua, y afectando a la depuración y explotación de la misma.

Un estudio internacional, publicado en Nature Communications, alerta sobre los riesgos que suponen las especies invasoras para la provisión de servicios de los ecosistemas en toda Europa. En concreto, se ha investigado el impacto de las especies invasoras no tanto en los ecosistemas como tal, sino en las funciones que proporcionan esos ecosistemas, como la depuración del agua, el aire o el suelo, la provisión de alimentos y madera, o la oportunidad de disfrutar de actividades al aire libre. 

Para Belinda Gallardo, científica titular del IPE-CSIC e investigadora principal del estudio, “las especies invasoras suelen ser muy competitivas y compiten por el espacioy los recursos con las especies nativas, desplazándolas y, en algunos casos, haciendo que desaparezcan por completo”. Es lo que ocurre con la almeja asiática (Corbicula fluminalis), que crece de forma descontrolada alcanzando densidades de hasta 10.000 individuos por metro cuadrado en el Ebro, dejando sin hueco ni alimento a la margaritona (Margaritifera auricularia), un molusco en peligro de extinción en España.

Gallardo alerta que “las plantas acuáticas también suelen crecer desproporcionadamente, tapizando toda la superficie del agua, y afectando a la depuración y explotación de la misma, precisamente, en las zonas agrícolas y urbanas que más lo necesitan del centro y sur de Europa”. 

En el caso de los alimentos, añade la investigadora, “nos referimos a animales que directamente consumen los frutos, plagas que afectan a los cultivos, y plantas que compiten por el agua y los nutrientes o, incluso, generan compuestos tóxicos que afectan al crecimiento de las plantas cultivadas. Las especies invasoras dejan atrás a sus enemigos, como depredadores y parásitos, que habitualmente mantienen sus poblaciones bajo control, lo que les permite crecer más y más rápido”. 

Es lo que ocurre con la expansión del caracol manzana (Pomacea spp.) en el delta del Ebro, donde carece de depredadores naturales. Otras especies invasoras transmiten patógenos a otras especies (como el hongo quítrido, responsable del declive de anfibios en todo el mundo) o, incluso, a las personas, como los casos de baylisascariasis asociados a mapaches, dengue al mosquito tigre, o la salmonella a las tortugas exóticas. “Otras se hibridan con especies nativas, lo que conduce a la pérdida de recursos genéticos, como es el caso de la malvasía canela (exótica) y la malvasía cabeciblanca (nativa)”, informa Gallardo.

Cambio climático

En toda la propagación de estas especies invasoras tienen mucho que decir el cambio climático. Gallardo asegura que “el cambio climático está permitiendo a las especies invasoras llegar más lejos, más rápido y en mayor número”. La investigadora lo explica: “Zonas donde las heladas impedían el establecimiento de especies invasoras en el norte de Europa o en altura, ya están invadidas. También sabemos que los eventos extremos que cada vez tenemos con mayor frecuencia (como riadas y tormentas) favorecen el transporte y establecimiento de especies invasoras. Con el cambio climático nos adentramos en terreno desconocido, ni siquiera los investigadores que llevamos años trabajando en ello nos esperábamos las anomalías climáticas que llevamos viendo los últimos años. No tenemos idea de las consecuencias que una desviación en la temperatura tan grande y sostenida en el tiempo puede tener en los ecosistemas. En algunos casos quizás nada, en otros nos encontraremos con cambios tan grandes que pueden comprometer servicios ambientales vitales, como los que hemos abordado en nuestro estudio”.

Ecosistemas amenazados

Las especies invasoras se consideran una de las cinco principales causas de pérdida de biodiversidad global (junto con el cambio climático, la destrucción de hábitat, la sobreexplotación y la contaminación). “Entre los ecosistemas más vulnerables tenemos las islas y los ecosistemas acuáticos. Las especies invasoras han llevado a la extinción a muchísimas especies endémicas de islas, sobre todo, en el caso de depredadores como gatos, ratas y serpientes, que a través del transporte marítimo llegaron a islas donde no existían depredadores antes y, por tanto, las especies locales estaban totalmente indefensas” añade la científica.

Pero, ¿se puede luchar contra esta plaga? “Lo que no se conoce no se puede gestionar, así que el primer paso es tener la mejor información disponible acerca de qué especies invasoras amenazan una zona en particular, cómo llegan, y qué impactos tienen”, asegura Gallardo. “A partir de ahí -continúa-, la estrategia depende del estado de invasión de cada especie: si todavía no ha llegado se debe priorizar la prevención, que es la técnica más barata. Si ya está establecida, hay que intentar disminuir su población para reducir los impactos, aunque esto es muchísimo más costoso”.

En el caso de Europa, la mayoría de las especies invasoras llegan en barco (aunque también por tren y carretera), como mercancías, contaminantes de mercancías o como polizones del propio barco. Así que, para Gallardo, la mejor estrategia de lucha es “controlar el comercio de especies y los grandes puertos que son la vía de entrada en el país”.

Invasoras en España

El Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras recoge más de 200 especies, entre las que encontramos la trucha arcoiris, la rata negra, el agave, el ailanto, la hierba de la Pampa, el coipu, la cotorra argentina, el avispón asiático, el galápago de Florida, el siluro, la chumberas, el alburno, la vinagrera, el cangrejo americano, el pez gato, la polilla del boj, la hormiga argentina, el moco de roca, el cerdo vietnamita y el mapache, entre otros. 

La mayor concentración de especies invasoras se encuentra en las zonas cercanas a grandes puntos de llegada (Madrid, Barcelona) y a lo largo de la costa. También a lo largo del cauce principal de grandes ríos como el Ebro, el Tajo o el Guadiana.

Nuestro país cuenta con planes específicos para varias plantas (el camalote, la hierba de la Pampa) y animales (el avispón asiático, mejillón cebra, visón americano). Sin embargo, añade Gallardo, “se dieron cuenta de que el proceso era tan largo (por cuestiones legales) que, ahora, están optando por planes de gestión de grandes grupos (ofidios en islas, plantas en sistemas dunares)”. 

En este sentido, Gallardo lamenta que “en papel, estas estrategias están bien, pero todavía les falta llevarlas a la práctica. Al final, la gestión efectiva de las especies invasoras depende de que el organismo regional responsable (gobierno regional, confederación hidrográfica, espacio natural) se lo tome en serio”.