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Iñaki Alonso, arquitecto “sostenible”

"Los edificios pueden ser autosuficientes"

El sector de la construcción es el responsable del 40 por ciento de las emisiones mundiales de CO2, y de otros muchos impactos ambientales. Desde el estudio que dirige en Madrid, SATT Arquitectura Abierta, Iñaki Alonso trata de poner su granito de arena para que el sector avance hacia desarrollos menos contaminantes.

Se mueve en bici por Madrid, consume energía renovable y compra fruta en tiendas de barrio. A Iñaki Alonso le va que ni pintada la etiqueta de arquitecto “sostenible” que le han puesto. Profesionalmente, se ha marcado un objetivo: construir edificios autosuficientes energéticamente, capaces de limpiar el agua que consumen y de reutilizar la materia orgánica que producen. Él cuenta cómo.

Para empezar, cuéntenos qué significa, en la práctica, eso de “arquitectura ecológica”. ¿Qué tienen de especial los edificios que construye?

La arquitectura ecológica intenta, simplemente, ser más respetuosa con el medio ambiente. SATT Arquitectura Abierta inició su andadura en 2001 y, tras más de 15 años haciendo casas ecológicas hemos llegado a una conclusión: ninguna lo es. Cualquier proceso de creación, incluido el de fabricar un lápiz, contamina y, aunque hagamos una casa con balas de paja, el tractor que las empaqueta consume un diésel que genera impactos. Por eso, nosotros hablamos más de casas que participan de la idea de ecología.

"Tras más de 15 años haciendo casas ecológicas hemos llegado a una conclusión: ninguna lo es"

Háblenos un poco más de esas casas.

La clave es abordar la arquitectura más allá del modo en se ha entendido en el siglo XX, como un elemento capaz de consumir recursos y soltar residuos, y pasar a percibirla como un metabolismo capaz de producir y consumir su energía, limpiar su agua o reutilizar la materia orgánica producida dentro del edificio a través del compost. Además, las casas pueden ser autosuficientes: hoy podemos hacer edificios que produzcan tanta energía como consumen y que, además, cedan energía a otros edificios, por lo que podríamos entender al patrimonio arquitectónico como pequeñas centrales energéticas. Por otra parte, en SATT primamos el uso de materiales ecológicos, que generen el mínimo impacto en su proceso de fabricación: aislamientos de corcho natural (a veces, procedente de residuos de la fabricación de los tapones de vino), de restos textiles, de lana de oveja, de virutas de papel o de madera, de cáñamo…

Materiales de construcción sostenibles.

¿Hay algún edificio así en España, que funcione como una 'pequeña central'?

Hoy podemos ver medidas concretas de fotovoltaica en unos edificios, de bioconstrucción en otros… Pero uno que integre todas las biocaracterísticas al tiempo no existe en nuestro país. El ejemplo más completo, que supone la culminación de nuestros 15 años de trabajo en ecología social y ambiental, es “Entrepatios”, un proyecto de 17 viviendas que estamos desarrollando en Madrid para el que primero hemos construido a la comunidad y, luego, el edificio. En él se va a establecer una relación entre lo privado y lo comunitario bastante característica: tendrá un espacio de lavanderías común, con una cocina compartida con comedor, otro comedor en cubierta… Y, desde la perspectiva de lo medioambiental, va a ser lo que las directivas europeas van a exigir a partir de 2020, lo que se denominan “edificios de energía casi nula”, edificios que gastan muy poco, en torno a 15 kilovatios hora por metro cuadrado, frente a uno convencional que pueden ser 150 o 200. En él, además, se reciclará el agua de lluvia, se introducirá el agua reciclada procedente de las duchas en los inodoros y se aprovecharán los residuos sólidos para generar compost para los huertos de la cubierta.

"El 40 por ciento de las emisiones mundiales de CO2 proceden del sector de la construcción"

¿Cuál es el impacto ambiental del sector de la construcción?

Hay datos que hablan de que el 40 por ciento de las emisiones mundiales de CO2 proceden del sector de la construcción, teniendo en cuenta el proceso de edificación y su uso posterior. ¡Es bastante escalofriante! Además, hay otros impactos, basados en la salud humana, que afectan a la gente que trabaja o vive en los edificios. Podemos diseñar un edificio muy eficiente energéticamente, casi autosuficiente, que no consuma energía, pero que dentro está lleno de materiales tóxicos, compuestos orgánicos volátiles y contaminación electromagnética, elementos que provocan enfermedades a los usuarios. En este aspecto, lamentablemente, no hay mucha información.

En un mundo de 7.000 millones de habitantes, con vistas a seguir creciendo, ¿qué podría aportar este modelo sostenible?

En nuestra sociedad hay de fondo un problema enorme, relacionado con nuestra cultura consumista, y adquirir productos ecológicos no lo soluciona. En todo caso, es cierto que los edificios podrían gastar un 80 por ciento menos de energía y, si creamos nuevas viviendas ecológicas y readaptamos las ya existentes a estos parámetros, podríamos minimizar muchos impactos.

¿Es rentable el modelo que ustedes proponen?

En otros sectores se podría discutir más pero, en el de la construcción, no hay duda de que hacer un edificio ecológico es más barato que hacer uno convencional. Solamente hay que cambiar la manera de mirar la economía: tenemos que pasar de una economía cortoplacista a otra a largo plazo. Porque levantar un edificio muy eficiente energéticamente va a ser un poco más caro al principio, pero, si vamos a estar pagando la hipoteca y la electricidad durante 30 años, ¿por qué no miramos las cuentas al final de ese periodo? Conseguimos amortizaciones a los seis, ocho, 12 años como máximo, por lo que, al final, a los 30 años siempre habrá resultado más barata la construcción ecológica.

¿Qué demandas trasladaría a la Administración, como arquitecto 'sostenible'?

La primera normativa energética que obliga a poner aislamientos en los edificios data del año 79, y es muy laxa. La última para hacer edificios con ciertos criterios energéticos es del 2006, y la crisis inmobiliaria empezó esos años. En consecuencia, tenemos el 90 y pico por ciento del patrimonio inmobiliario construido sin una normativa exigente desde la perspectiva energética. Hay que rehacer todo lo que tenemos hecho, hemos de rehabilitar energéticamente todos los edificios que tenemos en España, y eso puede generar un dinamismo muy grande. ¿Cuál es el problema? La financiación, porque estas intervenciones son muy costosas y no se amortizan hasta pasada una década. Por eso, creo que la Administración tiene que empezar a actuar. Tiene mucha responsabilidad en materia de sostenibilidad y, por consiguiente, debe empezar a tomar medidas para que se produzcan desarrollos menos contaminantes. A este respecto, hay dos medidas muy importantes que pueden impulsar el desarrollo de estos edificios: uno, rebajar a la mitad el impuesto de licencia de obra para los edificios ecológicos y modificar el IBI para que favorezca a los edificios que emiten menos CO2, y, en segundo lugar, apoyar proyectos de investigación que busquen soluciones óptimas para que estos procesos ecológicos entren en el mercado y sean cada vez más competitivos.

¿Practica el ciudadano Iñaki Alonso la sostenibilidad?

Siempre he pensado que hay que ser coherente con lo que defiendes, y yo intento serlo a través de un consumo responsable. En Madrid me muevo en bici, consumo energía renovable, trabajo con banca ética… Todos tenemos la capacidad de transformar las cosas cambiando nuestros hábitos. Siempre digo que, aunque acudimos a las urnas cada cuatro años, votamos cada vez que elegimos con quién queremos contratar la luz o dónde depositamos nuestro dinero. Con pequeñas decisiones, hasta si compras las peras y manzanas a una gran superficie o a una tienda de barrio, podemos cambiar muchas cosas.