Pasar al contenido principal
Estas energías limitarían el aumento de la temperatura global

La Organización Meteorológica Mundial advierte de la necesidad de invertir en energías renovables

Con el objetivo de frenar el impacto del cambio climático y evitar que peligre la seguridad energética, la Organización Meteorológica Mundial pretende que se alcancen las cero emisiones netas de carbono en 2050. De aquí a esa fecha, las necesidades mundiales de electricidad se cubrirán principalmente con energías renovables, siendo la solar la mayor fuente de suministro. Con el 60% de los mejores recursos solares del mundo, África cuenta con el mayor potencial del mundo, pero hasta ahora solo dispone del 1% de la capacidad fotovoltaica instalada.

El objetivo es que se alcancen las cero emisiones netas de carbono en 2050.
El objetivo es que se alcancen las cero emisiones netas de carbono en 2050.

El suministro de electricidad procedente de fuentes de energía limpias debe duplicarse en los próximos ocho años para limitar el aumento de la temperatura global y triplicarse para 2050. De lo contrario, existe el riesgo de que el cambio climático, el aumento de las condiciones meteorológicas extremas y el estrés hídrico socaven nuestra seguridad energética e incluso pongan en peligro el suministro de energías renovables, según un nuevo informe multiinstitucional de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

El informe anual de la agencia de la ONU sobre el Estado de los servicios climáticos, que incluye aportaciones de 26 organizaciones diferentes, se centra este año en la energía porque es la clave de los acuerdos internacionales sobre desarrollo sostenible y cambio climático y, de hecho, de la salud del planeta.

"El sector energético es la fuente de unas tres cuartas partes de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. El cambio a formas limpias de generación de energía, como la solar, la eólica y la hidroeléctrica, junto con la mejora de la eficiencia energética, es vital si queremos prosperar en el siglo XXI”, afirmó Petteri Taalas, secretario general de la OMM.

El objetivo es alcanzar las cero emisiones netas de carbono en 2050. Pero, como advierte la organización, solo se conseguira si se duplica el suministro de electricidad de bajas emisiones en los próximos ocho años.

"El tiempo no está de nuestra parte y el clima está cambiando ante nuestros ojos. Necesitamos una transformación completa del sistema energético mundial", advirtió el profesor Petteri Taalas.

El acceso a información y servicios meteorológicos, hídricos y climáticos fiables será cada vez más importante para reforzar la resistencia de las infraestructuras energéticas y satisfacer la creciente demanda, que han experimentado un aumento del 30% en los últimos diez años.

Enormes oportunidades

Pese a ello, el informe de la Organización Meteorológica Mundial destaca las enormes oportunidades de las redes de energía verde para ayudar a afrontar el cambio climático, mejorar la calidad del aire, conservar los recursos hídricos, proteger el medioambiente, crear empleo y salvaguardar un futuro mejor para todos nosotros.

De aquí a 2050, las necesidades mundiales de electricidad, que irán en aumento a lo largo de los años, se cubrirán principalmente con energías renovables, siendo la solar la mayor fuente de suministro.

Los países africanos tienen la oportunidad de aprovechar el potencial no explotado y ser protagonistas en el mercado, ya que el continente alberga el 60% de los mejores recursos solares del mundo. Sin embargo, hasta ahora solo cuenta con el 1% de la capacidad fotovoltaica instalada.

Debilidades del actual sistema

"Tenemos que responder urgentemente al creciente impacto del cambio climático en los sistemas energéticos si queremos mantener la seguridad energética al tiempo que aceleramos la transición hacia la energía de cero emisiones netas. Esto requiere una planificación a largo plazo y una acción política audaz para estimular la inversión, que a su vez debe estar respaldada por datos meteorológicos y climáticos completos y fiables", afirmó el doctor Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía.

Por su parte, Francesco La Camera, director general de Agencia Internacional de las Energías Renovables, señaló que “ahora es el momento de acelerar la transición hacia un futuro con energías renovables. Cualquier cosa que no sea una acción radical e inmediata acabará por eliminar la posibilidad de mantenerse en la senda de los 1,5 °C", el objetivo marcado en el Acuerdo de París para intentar minimizar al máximo los desastres que traerá consigo el cambio climático.

Las crisis energética y climática entrelazadas han puesto de manifiesto de forma dramática las debilidades y vulnerabilidades de un sistema económico muy dependiente de los combustibles fósiles. Por ello, añade La Camera, “avanzar en la transición hacia las energías renovables es una opción estratégica para aportar energía asequible, puestos de trabajo, crecimiento económico y un medio ambiente resistente a las personas y comunidades sobre el terreno".

Según el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, una acción climática audaz podría generar 26 billones de dólares en beneficios económicos para 2030. Sin embargo, la inversión en energías renovables es demasiado baja, especialmente en los países en desarrollo y se presta muy poca atención a la importancia de los servicios climáticos para la energía a fin de apoyar tanto la adaptación al clima como las decisiones sobre cómo reducir los gases de efecto invernadero.

"El sector energético es crucial para ayudar a frenar las emisiones que causan el cambio climático; al mismo tiempo, la propia producción de energía debe adaptarse a los impactos climáticos que ya se están produciendo y acelerando. El Fondo de Adaptación financia proyectos basados en las prioridades de adaptación de los países en desarrollo vulnerables y nos ha complacido ver un número creciente de actividades impulsadas por los países que abordan las necesidades específicas de adaptación del sector energético a diferentes escalas", afirmó Mikko Ollikainen, director del Fondo de Adaptación.

Seguridad energética

El cambio climático afecta directamente al suministro de combustible, a la producción de energía y a la resistencia física de las infraestructuras energéticas actuales y futuras. Las olas de calor y las sequías ya están poniendo a prueba la generación de energía existente, lo que hace aún más importante reducir las emisiones de combustibles fósiles. El impacto de unos fenómenos meteorológicos, hídricos y climáticos extremos más frecuentes e intensos ya es evidente.

Por ejemplo, en enero de 2022, los apagones masivos causados por una ola de calor histórica en Buenos Aires, en Argentina, afectaron a unas 700 000 personas, mientras que en noviembre de 2020, la lluvia helada cubrió las líneas eléctricas en el Lejano Oriente de la Federación de Rusia, dejando a cientos de miles de hogares sin electricidad durante varios días. Y en Estados Unidos, los bajos niveles de agua en los dos mayores embalses del país, los lagos Mead y Powell, están provocando graves problemas de abastecimiento de agua y energía.

El objetivo de las cero emisiones se conseguirá cuando las emisiones de CO2 procedentes de las actividades humanas se equilibren globalmente con su eliminación durante un periodo determinado. A esta situación se le domina también neutralidad del carbono.

Escasos recursos hídricos

En 2020, el 87% de la electricidad mundial generada por sistemas térmicos, nucleares e hidroeléctricos dependía directamente de la disponibilidad de agua. Mientras tanto, el 33% de las centrales térmicas que dependen de la disponibilidad de agua dulce para su refrigeración se encuentra en zonas de alto estrés hídrico. Este es también el caso del 15% de las centrales nucleares existentes, porcentaje que se espera que aumente al 25% en los próximos 20 años.

El 11% de la capacidad hidroeléctrica también se encuentra en zonas de alto estrés hídrico. Y aproximadamente el 26% de las presas hidroeléctricas existentes y el 23% de las proyectadas están dentro de cuencas fluviales que actualmente tienen un riesgo medio o muy alto de escasez de agua.

Las centrales nucleares no solo dependen del agua para su refrigeración, sino que también suelen estar situadas en zonas costeras bajas y, por tanto, son potencialmente vulnerables a la subida del nivel del mar y a las inundaciones relacionadas con el clima. Por ejemplo, la central nuclear de Turkey Point, en Florida (Estados Unidos), que se encuentra al nivel del mar, se verá amenazada en las próximas décadas. Las mejoras periódicas de las prácticas operativas y la evolución de las obligaciones reglamentarias pueden reducir sustancialmente las pérdidas de producción de las centrales nucleares debidas a las inclemencias del tiempo, según el Organismo Internacional de Energía Atómica.

La energía, en el centro de los planes de acción climática

La transición a las energías renovables contribuirá a aliviar el creciente estrés hídrico mundial, ya que la cantidad de agua utilizada para generar electricidad mediante energía solar y eólica es mucho menor que la de las centrales eléctricas más tradicionales, basadas en los combustibles fósiles o en la energía nuclear.

Pero los compromisos actuales de los países están muy por debajo de lo que se necesita para cumplir los objetivos fijados por el Acuerdo de París, lo que deja una brecha del 70% en la cantidad de reducciones de emisiones necesarias para 2030.

Las promesas de energía renovable representan menos de la mitad de lo que se necesita. El camino para alcanzar el objetivo global a largo plazo del Acuerdo de París sobre la temperatura requiere la instalación de 7,1 TW de capacidad de energía limpia para 2030, según las cifras citadas en el informe.

De seguir así, el mundo no alcanzará el objetivo del acceso universal a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para 2030, tal como se establece en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7, por un amplio margen.

Según el Banco Mundial, las políticas y regulaciones necesarias para permitir la descarbonización del sector energético siguen siendo especialmente débiles en África, América del Sur y Asia. Y el reconocimiento de la necesidad de servicios de apoyo a las energías renovables es particularmente bajo en las Contribuciones Nacionales Determinadas a nivel nacional.

Inversiones en energías renovables

Las inversiones en energías renovables deben triplicarse de aquí a 2050 para situar al mundo en una trayectoria de cero emisiones netas en 2050, según las cifras citadas en el informe. En 2019-2020, la mayoría de las inversiones en energías renovables se realizaron en la región de Asia Oriental y el Pacífico (principalmente, China y Japón), seguida de Europa Occidental y América del Norte.

Los países en desarrollo están infrarrepresentados a la hora de acceder a la financiación de las energías limpias.

Los flujos financieros públicos internacionales destinados a los países en desarrollo en apoyo de la energía limpia y el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 7 disminuyeron en 2019 por segundo año consecutivo, cayendo a 10.900 millones de dólares.

Este nivel de apoyo fue un 23% inferior a los 14.200 millones de dólares proporcionados en 2018, un 25% inferior a la media de 2010-2019 y menos de la mitad del pico de 24.700 millones de dólares de 2017.

Alcanzar los objetivos energéticos y climáticos de África significa duplicar con creces la inversión en energía en esta década, con un enorme aumento de la adaptación. Solo el 2% de las inversiones en energías limpias de las dos últimas décadas se realizó en África. Lograr el acceso a la energía moderna para todos los africanos requiere una inversión de 25.000 millones de dólares anuales, lo que supone alrededor del 1% de la inversión energética mundial actual.

Servicios meteorológicos

Los sistemas de energía renovable dependen del tiempo y del clima, por lo que la transición a la energía limpia exige mejorar la información y los servicios meteorológicos para apoyar las decisiones sobre la selección de los emplazamientos y las operaciones, el mantenimiento y la gestión.

La planificación y las operaciones del sector energético se ven afectadas por la variabilidad y el cambio meteorológico y climático. Como los sistemas energéticos dependen cada vez más de las variaciones meteorológicas, es evidente que el flujo de información procedente de los datos y previsiones meteorológicas y climáticas debe incorporarse adecuadamente a los sistemas de apoyo a la toma de decisiones.

Aunque el sector energético utiliza habitualmente previsiones meteorológicas de hasta 15 días, hay menos experiencia en el uso de datos climatológicos.

Un uso más eficaz de la información meteorológica ayuda a ampliar la infraestructura de las energías renovables, pero también promoverá la eficiencia de los sistemas de energía limpia y la resiliencia climática. Para lograrlo, es necesario aumentar las inversiones sostenidas en estos servicios, apoyadas por el reconocimiento de la necesidad de estos servicios.