Pasar al contenido principal
Profesores y alumnos de Grado de Arquitectura del CEU colaboran en la planificación urbanística de una ciudad de Sierra Leona

Makeni: Una ciudad africana que mira al futuro

¿Es posible una planificación urbana en una ciudad del África subsahariana que crece sin control? Este es el reto al que se enfrenta un proyecto de cooperación al desarrollo en el que participan profesores y alumnos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad CEU-San Pablo, que este año celebra su 50 aniversario.

Estudiantes de Unimak y Uspceu elaboran una maqueta de la ciudad (Foto: Escuela de Arquitectura de Uspceu).
Estudiantes de Unimak y Uspceu elaboran una maqueta de la ciudad (Foto: Escuela de Arquitectura de Uspceu).

De aquí a 2050, se prevé que África duplique su población hasta llegar a los 2.200 millones de personas. La mayor parte de esta población vivirá en ciudades que ya están experimentando un crecimiento exponencial y que si no comienzan a planificar su expansión, pronto colapsarán. Por ejemplo, Lagos, la capital de Nigeria crece actualmente a un ritmo de 77 personas a la hora, según el Foro Económico Mundial. Y la consultora McKinsey ha estimado que en 2025 habrá 100 ciudades africanas con más de un millón de habitantes. 

Makeni, la quinta ciudad más grande de Sierra Leona, es un ejemplo más de esta expansión sin control. Sumando el núcleo urbano y su área de influencia, la ciudad  tiene actualmente unos 130.000 habitantes y crece de manera informal a un ritmo del 3,2 por ciento, lo que supone un aumento de más de 4.000 habitantes al año. Los espacios inicialmente ocupados por vegetación, cultivos o caminos de tierra se van llenando de viviendas improvisadas, comercios informales o vertederos espontáneos donde se acumulan residuos. El tráfico rodado (sobre todo motocicletas) se va multiplicando poniendo en peligro la seguridad de los viandantes. 

El proyecto contempla una avenida de circunvalación que sirva de guía al crecimiento futuro y una red verde productiva que reserve suelo agrícola

Tras haber sufrido una guerra civil de más de 10 años y haber sido castigado por el ébola, Sierra Leona es uno de los 10 países con menor renta per cápita del mundo. El 57 por ciento de la población vive con menos de un dólar al día. Según el Índice de Desarrollo Humano, que elabora la ONU, los sierraleoneses se cuentan entre aquellos que tienen una peor calidad de vida del mundo. Su renta per cápita es de 540 euros y su esperanza de vida de 51,42 años, con una tasa de mortalidad del 13 por ciento.   

En este contexto, nació en 2009, una experiencia de colaboración entre la Universidad CEU-San Pablo (Uspceu) y la Universidad de Makeni (Unimak). Al principio se trataba de un proyecto de cooperación al desarrollo más abierto que fue avanzando a través de diversos viajes de trabajo y que incluyó, entre otras iniciativas, la construcción de dos edificios en el campus universitario.

Más adelante, y a través de varios foros de diálogo a los que se incorporó el Ayuntamiento de ciudad, comenzó a tomar cuerpo la posibilidad de responder a la necesidad cada vez más acuciante de una planificación urbanística para ordenar la expansión ciudad. Así nació el llamado Plan Estratégico de Desarrollo Urbano de Makeni, en el que la Uspceu participa a través de un instrumento adecuado como es el HD_LAB (Laboratorio de Desarrollo y Habitabilidad), un grupo multidisciplinar de cooperación al desarrollo en el que se han implicado profesores, alumnos y colaboradores externos.

El coordinador de Cooperación al Desarrollo de la Escuela de Arquitectura de la Uspceu, Luis Perea, explica a Soziable.es que el proyecto tiene dos campos y escalas de acción: la ciudad de Makeni, junto a su territorio circundante, y los barrios, donde se pretende aportar un marco que sirva a las autoridades locales para tomar decisiones en el futuro. Respecto a la escala ciudad, “dos elementos claves son la creación de una avenida urbana de circunvalación que sirva de guía al crecimiento futuro y el establecimiento de una red verde productiva que reserve suelo agrícola y de valor natural en el conjunto del territorio. Todo ello desde una base inicial de detectar suelos vulnerables que se preserven de la urbanización”, subraya Perea.

Los estudiantes del CEU-San Pablo han estrechado lazos de amistad y trabajo con la población de Makeni (Foto: Carlos Cámara. Uspceu)

Este doctor en Arquitectura y profesor de Urbanismo no cae en un idealismo ingenuo y es consciente de que un proyecto de estas características se enfrenta a un sinfín de obstáculos en una ciudad como Makeni, donde las autoridades tradicionales tienen más peso que las oficiales: “El paso de las propuestas a las acciones es un reto muy complejo, máxime donde no está articulado legalmente un sistema que ofrezca cobertura a las propuestas y permita al ayuntamiento tomar decisiones. Las autoridades tradicionales y los propietarios del suelo condicionan las dinámicas urbanas, limitando enormenente la capacidad del Ayuntamiento para definir e implementar acciones”.

A Perea tampoco se le escapa la dificultad de convencer de la necesidad de planificar el futuro de la ciudad “en un contexto donde conseguir el alimento diario sigue siendo una prioridad para la mayoría de la gente”. La principal baza con la que cuenta el plan de desarrollo urbano es el interés demostrado por el Ayuntamiento de esta ciudad sierraleonesa y, en especial, de la alcaldesa, Sunkarie Kabba-Kamara, quien ha mostrado su respaldo explícito al proyecto en diversas ocasiones. “Si no puedo dejar a la gente de Makeni nada más, al menos dejaré un buen plan urbanístico”, ha declarado.

Creciendo juntos

La relación entre ambas universidades, que se inició en 2009, alcanzó un hito importante hace tres años, cuando, después de participar en cuatro viajes, una de las alumnas de la Escuela de Arquitectura, una vez licenciada, tomó la decisión de establecerse en Makeni de forma permanente e integrarse como profesora en Unimak. De este modo, Clara Abella vio cómo se cumplía un sueño al que había aspirado desde pequeña: “Desde que tengo uso de razón he querido trabajar en países en vías de desarrollo”.

A pesar de las altas tasas de pobreza, Makeni es una ciudad llena de vida, de alegría, con gente, música, cantos y bailes a cualquier hora

Abella también es realista con respecto a las dificultades a las que se enfrenta el proyecto: “El equipo del Ayuntamiento está muy comprometido con el plan diseñado en conjunto con el HD_LAB, sin embargo, el ambiente político actual en el país hace que los trabajos se retrasen y entorpece el crecimiento apropiado de las ciudades. Podríamos decir que el hecho de haber tenido elecciones y un cambio de gobierno va a costar al menos seis meses de trabajos retrasados y proyectos sin realizar”.

No obstante, la joven arquitecta ve el futuro con esperanza: “Cuando las cosas vuelvan a la normalidad, estos proyectos empezarán a ofrecerse y el Ayuntamiento estará preparado para seleccionarlos y comenzar cuanto antes”. Abella basa su optimismo en la constatación de que, tras casi 10 años de trabajo conjunto, las relaciones entre los cooperantes españoles y los vecinos de Makeni se han ido consolidando: “Tanto a nivel local como a nivel personal entre alumnos, profesores y dirigentes del ayuntamiento, ha sido un camino de crecimiento y enriquecimiento mutuo; la continuidad de viajes y trabajos han generado una sensación de confianza en la gente que nos rodea, tanto dentro de la universidad como en nuestras actividades diarias”.  

De la misma opinión es Perea, que destaca la importancia de que el trabajo se haga “poco a poco” y con “continuidad en el tiempo”. De este modo, piensa el profesor de Urbanismo, “las confianzas mutuas se van abriendo y se acaban trabando redes de amistad, sin las cuales, lo demás no funcionaría”.

A pesar de las altas tasas de pobreza, Makeni es una ciudad llena de vida, de alegría, con gente por las calles, música, cantos y bailes a cualquier hora del día y de la noche. “Lo que más me gusta de la gente aquí es el optimismo como forma de vida”, asegura Abella, quien añade: “Las cosas aquí son, cuanto menos, difíciles cuando tu objetivo día a día es sobrevivir. Sin embargo, la gente no se queda en el pasado, sabe que hundirse en los problemas no les va a ayudar a salir adelante”.

Y eso se refleja también en el modo en el que se recuerda el conflicto que enfrentó a la población del país en una sangrienta guerra civil: “La filosofía es perdonar y olvidar, no hay rencor hacia quién te hizo algo malo en el pasado, no hay peleas de odio. Los problemas se superan en conjunto, como comunidad”, apunta la profesora en Unimak.