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Cristóbal Colón, fundador de La Fageda

La historia de una 'locura' con éxito

En 1982, un joven psicólogo llamado Cristóbal Colón y 15 internos de un psiquiátrico se instalaron en un convento para poner en marcha su propia empresa. Sonaba a locura, pero el tiempo les ha dado la razón: hoy, las 300 personas que conforman La Fageda facturan 17 millones al año y fabrican, probablemente, el mejor yogur del mundo.

Cristóbal Colón, presidente fundadoir de La Fageda.
Cristóbal Colón, presidente fundadoir de La Fageda.

La Fageda nació a principios de los años 80 como una experiencia piloto para tratar de sacar a los enfermos mentales de los hospitales psiquiátricos y del estado de marginación social que padecían. El objetivo siempre ha sido insertar laboral y socialmente a las personas con discapacidad psíquica o trastornos mentales severos de la comarca de La Garrotxa, en Girona. Desde allí, esta empresa social formada en la actualidad por 300 personas gestiona una granja de vacas, una fábrica de lácteos y helados, un obrador de mermeladas, labores de jardinería y un servicio de atención a visitantes. En 2016 produjo 64 millones de vasos de yogur y se hizo con el sexto puesto en el ranking de las empresas con mejor reputación de España. Y a su fundador, Cristóbal Colón, con 68 años, le queda actividad para rato.

¿Cómo empezó todo, qué lo empujó a trabajar con personas con enfermedad mental?
A los 14 años tuve que aprender el oficio de sastre, porque mi padre falleció y empecé a trabajar con mi tío Paco. A los 20, ya había montado mi propia sastrería, pero la abandoné para entrar como mozo en el psiquiátrico de La Delicias de Zaragoza. Ejercí de “loquero” en distintos hospitales de Aragón y Cataluña durante más de una década; luego, estudié Psicología, y acabé formando a pacientes en talleres de “laborterapia”, donde fabricábamos bolsos de macramé, ceniceros y otros objetos de esos que acaban amontonados en un rincón, porque no servían para nada ni para nadie. Era un “como si…”, un “vamos a hacer como que trabajamos”, y fue entonces cuando vi con claridad que teníamos que crear puestos de trabajo reales en una empresa real. Partíamos de mi experiencia como artesano en el taller de sastre y como empresario que había montado su propia sastrería, y queríamos desarrollar un proyecto propio: no podíamos convertirnos en la mano de obra barata de la empresa de al lado y volver al “manicomio” tampoco era una alternativa. Teníamos que salir adelante como fuera.

¿Imaginaba entonces que llegarían a donde han llegado?
El proyecto empresarial La Fageda nació en 1982 con el objetivo de insertar laboral y socialmente a las personas con enfermedad mental de la comarca de La Garrotxa. Éramos una quincena de personas (en su mayoría, procedentes del Hospital psiquiátrico de Salt, en Girona), y nos ubicábamos en una sala del convento del Carmen de Olot (en la misma provincia), cedida por el Ayuntamiento.
Un año después, se creó la sección de jardinería; en 1985 estrenamos en Olot la primera residencia para personas con discapacidad y el Servicio de Terapia Ocupacional; dos años más tarde nos instalamos en nuestra sede actual, el Mas Els Casals, en la Reserva Natural de La Fageda d’en Jordà y, ya en 1993, comenzamos la producción y venta de yogures. Hoy, La Fageda es una organización que integra a 310 personas (el 60 por ciento de ellas, con discapacidad), que desarrollan una amplia variedad de actividades: granja de vacas, fábrica de lácteos y helados, obrador de mermeladas, jardinería, servicio de atención al visitante… Nuestro mayor logro ha sido poder ofrecer un trabajo digno a todas las personas con enfermedad mental o discapacidad intelectual de nuestra comarca, La Garrotxa. Desde luego que no podía imaginar que llegaríamos a donde hemos llegado.

¿Cómo encajó la sociedad de entonces su “atrevimiento”? ¿Y las autoridades? Sorprendería incluso a las familias de los trabajadores con discapacidad…
¡Nos trataban de locos! Sin embargo, rápidamente nos ganamos el respeto y, luego, la admiración de la población y de las instituciones.

¿Cambió La Fageda la vida de esas personas?
Entre quedarse en casa sin hacer nada, acostándose a las tantas y ser una rémora para toda la familia, o ir a trabajar, sentirse útil y desprendido de su enfermedad, aportando un sueldo… La diferencia es abismal y el efecto que ello produce en la persona, en su psique y en su entorno es extremadamente positivo. Ésa es la mejor medicina que se puede imaginar para el colectivo.

En 2017, ¿cómo está la empresa?
¡Vamos bien! Seguimos contratando a todas las personas de nuestro colectivo de La Garrotxa, incluso seis años después de que se hayan congelado las ayudas previstas en la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad. Además, nos estamos abriendo al colectivo de jóvenes en riesgo de exclusión, todo ello soportado por una evolución favorable de nuestras ventas de yogures, postres, helados y mermeladas, así como del servicio de jardinería.

¿Cuál es el secreto del éxito de La Fageda? ¿Tiene una fórmula secreta, como la Coca-Cola?
La fuerza para salir adelante la hemos sacado de un profundo sentido de la justicia y de la necesidad de “espabilarnos”. Así, después de 25 años vendiendo yogures en Cataluña, nuestra marca ha alcanzado gran prestigio y el segundo puesto en nuestro mercado, y lo hemos logrado sin publicidad.
Sin embargo, no quiero llevar a engaño a nadie: trabajar con tantas personas con capacidades diferentes, sacar adelante una empresa y abrirse un hueco en el mercado de gran consumo es muy difícil. Hay que tener en cuenta que a cada persona le hacemos un traje a medida, en función de su capacidad, de su contexto familiar y antecedentes. Siempre digo que La Fageda tiene un ángel de la guarda…  

¿Es cierto que la Universidad de Harvard estudia su caso como modelo de empresa social?
Harvard ya ha hecho dos estudios sobre La Fageda; IESE Business School, la escuela de posgrado en dirección de empresas de la Universidad de Navarra, tres; la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (Esade) de Barcelona, otro… El modelo de gestión de La Fageda llama la atención del mundo académico y empresarial en numerosos países.

Participó en la apertura de la Cátedra Inditex-Universidad de La Coruña de Responsabilidad Social con una conferencia de llamativo título. ¿Cuál es la respuesta a la pregunta que planteaba: qué tienen en común locura y empresa?
No está bien que lo diga yo, pero La Fageda es una simbiosis perfecta entre ambas realidades, ya que, por una parte, pone de relieve que en las empresas hay locura escondida y, por otro, que ello no es óbice para convertirse en uno de los líderes del mercado. No hay locos, hay personas.

¿Tiene previsto jubilarse pronto?
Tengo 68 años, pero sigo al pie del cañón. Sí es cierto que estamos trabajando a nivel de estructura jurídica, gobernabilidad, incorporación de nuevo personal directivo joven e inversión en fábrica e instalaciones, para dejar el futuro más o menos expedito.

Permítame, para terminar, que le haga una pregunta personal: ¿Le marca socialmente el compartir nombre con uno de los grandes personajes de la historia?
Mi nombre es una broma pesada que me gastó mi padre… Al principio me cansaba tener que explicarlo a cada momento, pero ahora casi que me divierte. Yo a mi hijo le he puesto “Juan”.